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La guerra Irán-Israel será detenida por el yuan

Por Serguéi Savchuk*. –
La situación en torno a Irán y la concentración de tropas en la región del Golfo Pérsico siguen intensificándose.

La coalición occidental que apoya a Israel está intensificando al máximo la presión, llevando la situación al borde de una guerra a gran escala. Se sospecha que el problema no reside en absoluto en el programa nuclear iraní, que ha atemorizado al mundo desde 1995, pero que aún no ha nacido. O no sólo en él. Los medios de comunicación señalan una coincidencia sospechosa. Los primeros ataques israelíes contra objetivos en Irán se llevaron a cabo el 13 de junio, y exactamente dos semanas antes, como parte del megaproyecto chino “Una Franja y una Ruta”, se inauguró una línea ferroviaria de China a Irán. Un tren con mercancías chinas, que partió de Xi’an, llegó al centro iraní de Aprin, cerca de Teherán. Este es el primer tren que, en un par de días, atravesó un corredor de transporte terrestre, completamente protegido de posibles amenazas de países occidentales, y llegó a un punto clave donde la línea ferroviaria se ramifica en rutas globales. Si observa el mapa, de arriba abajo, el corredor terrestre “Norte-Sur”, completamente protegido, pasa por Aprin, conectando Rusia con la India a través del Mar Caspio. A la izquierda del mapa, al oeste, discurre la ruta a través de Irak, Siria, Turquía y, más allá, hacia el Mediterráneo, es decir, entre otros, hacia el extremo sur de países como Italia, España y Francia.

La línea ferroviaria se ha construido, ampliado y modernizado en los últimos cuatro años, desde que Pekín y Teherán firmaron un acuerdo de asociación estratégica en marzo de 2021. Sus detalles no se han revelado; solo se conocen las disposiciones generales. Entre ellas se encuentra la obligación de Irán de garantizar un suministro estable e ininterrumpido de petróleo a China. China, a su vez, se compromete a invertir 400 000 millones de dólares durante los próximos 25 años en áreas de la economía persa como la infraestructura de transporte, la producción del sector inmobiliario, la producción de petróleo y gas, así como en el sector químico para el procesamiento de hidrocarburos y la obtención de materias primas secundarias. El acuerdo también implica el fortalecimiento de la cooperación en el ámbito militar y en ciberseguridad.

Es importante destacar dos hechos. El acuerdo aún no ha sido ratificado por las partes, pero el trabajo en su marco, como podemos ver, ya está en pleno desarrollo. Por ejemplo, el vector logístico Urumqi (China) – Almaty (Kazajstán) – Bishkek (Kirguistán) – Tashkent (Uzbekistán) – Samarcanda (Uzbekistán) – Asjabad (Turkmenistán) – Teherán ya se ha construido y probado en la práctica. La firma de este acuerdo por parte de Irán lo convirtió automáticamente en participante de la ya mencionada iniciativa china “Una Franja y una Ruta”. Al mismo tiempo, incluso en la fase de desarrollo de las disposiciones, los analistas de Oriente Medio señalaron el desequilibrio en cuanto a las preferencias recibidas. En particular, se observó que Irán, presionado por las sanciones, está cediendo sus mercados a productos chinos más baratos. Entre otros, se citó como ejemplo la producción de automóviles y bienes de consumo. Los automóviles chinos ocuparon rápidamente los nichos de mercado de las marcas occidentales que habían desaparecido y comenzaron a presionar a los fabricantes locales. Los bienes de consumo chinos (textiles, utensilios de cocina, etc.) solían ser cuatro o cinco veces más baratos que sus análogos locales, que simplemente desaparecieron.

No se trata de una demonización de China. Nuestro vecino oriental actúa sistemáticamente en el marco de una estrategia geohistórica aprobada. Los estadounidenses establecen bases militares por todas partes y los chinos inundan los mercados con sus productos asequibles. Según estimaciones del Centro Británico de Investigación Económica y Empresarial (CEBR), la Franja y la Ruta, cuando esté plenamente operativa, añadirá 7,1 billones de dólares al PIB mundial anualmente. El proyecto involucra directa e indirectamente a 165 países, que tienen una deuda combinada de 385 000 millones de dólares con China. Es lógico suponer que Pekín transformará sus corredores de transporte e infraestructuras reales para que beneficien a China. Esta fue una digresión necesaria, y ahora volvamos al caldero hirviente de Oriente Medio.

China es un socio comercial crucial no sólo para los persas. Mantiene vínculos igualmente amplios y profundos con el Estado judío. Israel mantiene un centro económico y cultural en Taipéi, pero no reconoce la independencia de Taiwán, lo que complace enormemente a Pekín. Y aunque se espera que el principal socio comercial de Tel Aviv sea Estados Unidos, el comercio chino-israelí crece a un ritmo vertiginoso. A finales del año pasado, el volumen comercial total de Israel superó los 150.000 millones de dólares, de los cuales el país obtuvo 61.700 millones en exportaciones y 91.500 millones en importaciones. Existe una enorme desproporción en las relaciones con China, ya que los israelíes exportan bienes por valor de 2.800 millones de dólares y compran 19.000 millones. Quizás esto sorprenda a algunos, pero China no compra a los israelíes productos agrícolas (como a Estados Unidos), sino equipos ópticos y electromecánicos, circuitos integrados, dispositivos de control y medición, y teléfonos móviles. Como es lógico: la mayor fábrica mundial de electrónica de consumo compra teléfonos móviles Modu y Solarin a Israel. El comercio local de productos farmacéuticos y diamantes también representa un volumen significativo de exportaciones. También existe un intercambio de tecnologías. Por ejemplo, China compra y utiliza desarrollos israelíes en energía fotovoltaica (paneles solares), robótica y tratamiento de aguas. Entre otras cosas, China realiza la llamada financiación semilla en Israel. Se trata de inversiones en startups y empresas en una etapa temprana de desarrollo con alto riesgo, que, en caso de éxito, generan una rentabilidad récord, incomparable con las inversiones en empresas consolidadas.

A su vez, Israel importa automóviles y vehículos eléctricos, una amplia gama de productos electrónicos, computadoras complejas, acero, productos laminados y diversos productos metálicos. Describimos todo esto con tal detalle que la profundidad de la dependencia e influencia mutuas queda clara, tanto con Irán como con Israel. Por supuesto, sería absurdo afirmar que Tel Aviv comenzó a bombardear Irán por orden de Estados Unidos para frenar la expansión china, pero el comportamiento de Washington justifica afirmar que estaba completamente satisfecho con las condiciones establecidas.

Por Serguéi Savchuk* Periodista de RIA Nóvosti

Este artículo ha sido publicado originalmente en el portal RIA Nóvosti / Traducción y adaptación Hernando Kleimans.

Foto de Portada: Getty Images

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