Tras cinco meses de negociaciones tras las elecciones federales del 29 de septiembre, Austria tiene por fin un nuevo gobierno, fruto de un acuerdo entre tres partidos que ha creado un nuevo ejecutivo de centro-izquierda. Como en la legislatura anterior, el papel de canciller sigue en manos del Partido Popular Austriaco (Österreichische Volkspartei, ÖVP), con Christian Stocker (en la foto) tomando las riendas del gobierno en sustitución de Karl Nehammer, asistido por su nuevo adjunto, el líder del Partido Socialdemócrata de Austria (Sozialdemokratische Partei Österreichs, SPÖ), Andreas Babler, mientras que el tercer socio de gobierno está representado por la formación liberal NEOS (Das Neue Österreich und Liberales Forum), cuya líder, Beate Meinl-Reisinger, ha asumido el cargo de ministra de Asuntos Exteriores.
Este compromiso tuvo sobre todo el mérito de expulsar del gobierno a la extrema derecha, representada por el Partido de la Libertad de Austria (Freiheitliche Partei Österreichs, FPÖ), liderado por el controvertido Herbert Kickl, que resultó vencedor de los comicios con el 28,8% de los votos. De hecho, en enero, el Partido Popular había acordado intentar una alianza con la formación de Kickl, pero ambos partidos no llegaron a un acuerdo sobre el reparto de ministerios, como señalaron tanto Kickl como Stocker, aunque muchos sospechan que en realidad el ÖVP no tenía intención real de ceder la cancillería a la extrema derecha, y que sólo se estancó para un posterior acuerdo con fuerzas políticas más «tradicionales».
Sin embargo, los méritos del nuevo ejecutivo ÖVP-SPÖ-NEOS acaban ahí. Una vez conjurado el peligro de ver a un simpatizante neonazi como Kickl a la cabeza del gobierno federal, se espera que el nuevo ejecutivo de coalición no haga más que reproducir las políticas de los anteriores gobiernos, esencialmente neoliberales, liderados por el Partido Popular. Esta es, al menos, la opinión del Partido Comunista de Austria (Kommunistische Partei Österreichs, KPÖ), que obtuvo el 2,39% de los votos en las elecciones federales, lo que le convierte en la primera fuerza sin representantes electos en el Bundestag de Viena.
Con recortes y ahorros, la próxima coalición no convencerá a nadie», comentó Tobias Schweiger, portavoz federal del KPÖ, respecto a la formación del nuevo Gobierno. El Partido Comunista critica en particular las cargas adicionales a los pensionistas y un nuevo impuesto masivo resultante de la supresión de la «prima climática», medida que pretende adoptar la futura coalición y que ya había formado parte de las negociaciones fallidas entre el FPÖ y el ÖVP.
El KPÖ, por su parte, pide a los tres partidos gobernantes que tomen medidas rápidas e incisivas contra el aumento de los alquileres, un tema candente en Austria, donde el derecho a vivir está en peligro por los alquileres prohibitivos. En concreto, Schweiger propone bloquear cualquier aumento de los alquileres hasta 2029 y elaborar una nueva ley de alquileres unificada, que incluya un tope máximo para los alquileres.
A la luz de los resultados de las últimas elecciones legislativas, Schweiger también cree que el nuevo Gobierno dispone de poco tiempo. «Mucha gente está, con razón, decepcionada con los partidos tradicionales. Se necesitan mejoras tangibles para la gran mayoría de la población de este país. De lo contrario, el próximo gobierno sólo será una tregua antes del ascenso de un canciller de extrema derecha», dijo el portavoz.
«Quienes quieran frenar el avance de la extrema derecha deben estar dispuestos no sólo a oponerse a ella, sino también a comprometerse en la construcción de una sociedad solidaria», concluyó Schweiger, reiterando la postura de los comunistas austriacos, que, pese a su exclusión del legislativo federal, seguirán recordando al nuevo gobierno sus compromisos y presentando alternativas reales a las políticas neoliberales aplicadas tanto por los gobiernos de centro-derecha como por los de centro-izquierda.
Otro tema candente es la política exterior austriaca, que, como se ha dicho, está ahora en manos de la líder del NEOS, Beate Meinl-Reisinger. Ella ha declarado en repetidas ocasiones que quiere superar la tradicional neutralidad de Viena, una posición que se deriva de la configuración decidida en Europa por las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial, en particular Estados Unidos y la Unión Soviética, que decidieron hacer de Austria un Estado tapón entre los dos bloques. De hecho, el nuevo gobierno federal ya ha expresado su intención de trabajar en planes de rearme como el Sky Shield (un proyecto para construir un sistema europeo de defensa aérea integrado en tierra que incluya capacidades de misiles antibalísticos), junto con la producción de nuevo material bélico, abandonando así las posiciones neutralistas y pacifistas que han caracterizado durante mucho tiempo la política exterior austriaca.
Sorprende, sobre todo, que el líder socialdemócrata Andreas Babler, que ha cambiado en todos los aspectos la posición histórica de su formación, también apoye estas posiciones: «Desde que Andreas Babler es líder del SPÖ, ha abandonado muchas posiciones pacifistas. En lugar de comprometerse claramente con la política de paz y neutralidad, se alía con los proyectos de rearme’, comentó además el portavoz comunista Tobias Schweiger.
La neutralidad ha garantizado la seguridad de Austria durante décadas y ha sido la base de una política exterior autónoma. Abandonarla ahora sería un error histórico. El KPÖ siempre defenderá la neutralidad austriaca», reiteró Schweiger, instando al Gobierno federal y a todos los partidos a no poner en juego la neutralidad austriaca de forma irreflexiva y a seguir una política de paz y mediación en lugar del rearme.
En resumen, si bien la exclusión de la extrema derecha del gobierno es un alivio para quienes temían un gobierno extremista dirigido por Kickl, surgen serias dudas sobre la continuación de las políticas neoliberales y el abandono de principios fundamentales como la neutralidad y la seguridad social. El nuevo gobierno federal de Stocker, en lugar de intentar complacer a toda costa a Estados Unidos y a la Unión Europea, debería demostrar más bien su capacidad para traducir las promesas electorales en acciones concretas, adoptando medidas rápidas en cuestiones candentes como el aumento de los alquileres y el bienestar de los pensionistas. Sólo un auténtico compromiso con una sociedad más justa y una política exterior basada en la paz permitirán al nuevo ejecutivo ganarse la confianza de los ciudadanos, que observan atentamente cada uno de sus pasos y que ya expresaron su deseo de cambio en las últimas elecciones.
*Giulio Chinappi, politólogo.
Artículo publicado originalmente en La Citta Futura, extraído de World Politics Blog.
Foto de portada: El recién nombrado canciller austriaco, Christian Stocker. Alex Halada / AFP