Colaboraciones Nuestra América

La espada de Damocles del norte sobre el poder en Paraguay

Por Carlos Verón De Astrada*. – A propósito del levantamiento parcial del castigo a Cartes.

Para entender la política de EEUU y en particular, la relación de A. Latina con esa potencia, hay que partir de una premisa imprescindible. EEUU desde prácticamente su constitución como Estado Nación, asumió el rol tutelar de América toda y más tarde, del planeta entero. Ese rol tiene su base ideológica en esa doctrina conocida como “El destino manifiesto”.

 Ya los primeros asentamientos de colonizadores que venían de Gran Bretaña en esas trece colonias que abarcaban un pequeño territorio del este de América del Norte y que después se expandieron hacia el oeste y suroeste, sacrificando pueblos originarios y arrebatando a sangre y fuego más de la mitad del territorio mexicano, es lo que hoy constituye el territorio norteamericano. Esa doctrina estuvo y sigue presente. Esa doctrina que en el siglo XIX se conoció como “Doctrina Monroe” de “América para los americanos”, explica por qué esa potencia del norte, no tiene una denominación definida. Se llama Estados Unidos de América, cuando que América son todos los Estados del continente llamado, América; no puede llamarse Norteamérica, porque también son Norteamérica, México y Canadá.

Partiendo de esa premisa fundamental, debe asumirse que cualquiera sea el partido de los dos que controlan el poder en EEUU, cualquiera sea el Presidente, responderá a una política expansionista, que se afianza a escala planetaria a partir del final de la segunda Guerra mundial. Lo que pueden cambiar en las sucesivas gestiones, son las tácticas, los procedimientos, las formas. Pero la política en términos estratégicos, es la misma, la del “Destino Manifiesto”, esa doctrina muy parecida a la del sionismo cuando pregona que los judíos son el “pueblo elegido de Dios”.

Este breve prolegómeno se presenta para poder entender qué pasó con la Embajada de EEUU del gobierno de EEUU republicano, cuando en el año 2023, calificó al actual Pdte. del Partido Colorado, Horacio Cartes de “significativamente corrupto”, retirándole la visa y aplicando sanciones al conjunto de sus empresas por parte de la Oficina de control de Activos Extranjeros (OFAC). Obviamente, el hecho produjo una tormenta, una conmoción pocas veces vista en el Partido Colorado y en especial, en el movimiento que lidera Cartes. Sus partidarios llegaron a adoptar hasta posturas antiyanquis, posturas que tradicionalmente eran propias del discurso de izquierda. Se levantaron banderas para reivindicar de forma exultante, la soberanía nacional contra el intervencionismo gringo. Un espectáculo sin precedentes. Despotricaron contra el Embajador norteamericano, entrando incluso en su vida privada.

Desde esa situación, el gobierno norteamericano puso sobre la cabeza de Cartes y sus acólitos, una espada de Damocles. Esa espada pesaba y sigue pesando fuerte. Sobre todo, porque para esa caterva de nuevos ricos, era indispensable la visa para entrar en EEUU. Porque o si no, como irían a vacacionar en Miami y/o Disney World etc.etc.

Alguna oposición desorientada, apostó fuerte a estos castigos, porque vio desde una actitud muy colonial, la única posibilidad de la caída del partido Colorado.

A partir de este ingrato pasaje del cartismo, paralelamente a la exaltación de la soberanía, el gobierno inició, sin embargo, una desesperada carrera por ganarse la simpatía del gobierno de EEUU, a ver si revisaba los castigos imprimidos al oficialismo paraguayo.

Como se estaba cerca de las elecciones generales en EEUU, como era obvio, el cartismo de forma indisimulada alentó el triunfo del candidato republicano, Donald Trump. Cuando éste ganó, se abrieron las esperanzas de que se levantaran las sanciones impuestas por los malvados “demócratas” norteamericanos. El gobierno paraguayo del testaferro político de Cartes y Presidente del Paraguay, Santiago Peña, en los espacios que podía, de todas las dimensiones, resaltaba su adhesión a las relaciones con Taiwán, su apoyo incondicional al Estado sionista de Israel y otras perlitas, tratando de ser un incondicional seguidor de los designios de Washington, en función de lograr el levantamiento de los castigos al dueño del poder real en el país, Horacio Cartes. En la última Asamblea de Naciones Unidas, el Pdte paraguayo con un auditorio muy magro, además de alzar su voz de apoyo incondicional a Israel, calificó al régimen de Irán de terrorista y dio muestras de una supina ignorancia, al decir que a Taiwán había que darle un lugar en Naciones Unidas, ignorando que, en el año 1975, ese mismo organismo internacional, decidió reconocer una sola China.

Pero bueno, esa denodada lucha por levantar el castigo del gobierno norteamericano, hoy tiene un resultado parcial. Parcial, pero muy importante, porque tiene que ver con los negocios del dueño del poder en Paraguay. Sin embargo, sigue colgando la espada de Damocles; todavía le sigue denegada la visa al hombre fuerte del país.

Lo que se puede inferir rápidamente, es que al gobierno actual de EEUU le sigue siendo funcional la extorsión que está ejerciendo al gobierno paraguayo. Hay que seguir a pie juntillas el guion marcado desde Washington. El gobierno paraguayo llegó al colmo de aceptar la instalación de una oficina del FBI en territorio paraguayo.

El Paraguay, un país que históricamente tuvo un déficit comercial con EEUU, nunca pudo sacarle algún beneficio a la potencia del norte como retribución a su sometimiento. Siempre nos vendieron mucho y no nos compraron casi nada.

Pero bueno, si la tutela norteamericana fue la constante en nuestra colonial cultura política, hoy está exacerbada por esa espada de Damocles que sigue sobre las cabezas de quienes mandan en esta neo colonia del centro de Suramérica.

Carlos Verón De Astrada*. Comunicador y periodista paraguayo

Este artículo ha sido publicado en el portal Facebook Rtv Paraguay

Foto de portada: RTV

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