De hecho, la OTAN está en guerra con Rusia. Los formalistas alemanes pueden decir que no. Pero, cuando las Fuerzas Especiales de la OTAN que están en Kiev (el SAS británico) entrenando a mercenarios a usar las armas de occidente, ¿es realmente relevante de quién es el hombro que sostiene y dispara el misil Starstreak (fabricado en el Reino Unido), para derribar un Helicóptero ruso?
En cualquier caso, esta ‘guerra’ (guerra de poder, si lo prefiere) se inició en 2014 y se intensificó sustancialmente en 2017, cuando la OTAN dejó de depender de las fuerzas nacionales ucranianas (que habían demostrado ser algo propensas a los desafectos) y decidió utilizar mercenarios, con la intención de hundir a Rusia en un atolladero.
‘La guerra es la guerra’, y esta guerra está destinada a escalar
Nadie sabe exactamente el número de mercenarios que componen estas milicias de extrema derecha, pero Reuters ha puesto la cifra en cien mil, señala, coincidiendo con el ex asesor suizo de la OTAN, Jacques Baud.
Estos paramilitares, sin embargo, por el momento no juegan ningún papel en el campo de batalla: su actividad es mantener el ‘orden’ dentro de las ciudades. Y esto es exactamente lo que ha hecho en Mariupol y en otros lugares. Estas milicias tipo Azov no están equipadas para operaciones en un campo de batalla abierto. Están aprovisionadas para la guerra urbana. Para que quede claro, una guerra urbana despiadada al más puro estilo “Idlib”, una guerrilla que no se propone derrotar al ejército ruso, pero que si tiene como objetivo empantanarlo en una guerra de larga duración.
Hasta febrero de este año, esta estrategia era una campaña de desgaste. Pero a partir de el 16 de febrero y, coincidiendo con las declaraciones de Biden, Ucrania inicio un masivo de bombardeo a la población prorrusa de las Republicas del Donbass (unas 30 veces más que en ocasiones anteriores según la OSCE). Esto para los rusos, y para el presidente Putin en particular, fue la señal del comienzo de la esperada guerra de desgaste. Y así, el 24 de febrero, se lanzó la Operación Militar Especial de Rusia.
¿Por qué desgaste? ¿Por qué no una guerra ordinaria? Bueno, porque la OTAN no quería poner las botas en el suelo. Sembraba una insurgencia de baja intensidad.
¿Por qué? Porque se había decidido que el colapso de Rusia (el objetivo final) se lograría principalmente mediante una guerra financiera con miles de sanciones; la incautación de las reservas de divisas rusas; y una decisión concertada para hundir el rublo.
En marzo, Biden ya alardeaba en su discurso que el rublo se había desplomado un 30 % y la bolsa rusa un 40 %. La lucha en Ucrania, por lo tanto, fue tratada como si la guerra financiera era el preámbulo para atacar más tarde a una Rusia debilitada.
Pero ahora, cálculo occidental está cambiando. De hecho, han decidido cambiarlo, porque la dinámica y las líneas de tiempo se están invirtiendo:
Primero, la economía de Rusia no colapsó. El rublo ha vuelto a donde estaba antes del 24 de febrero. Posteriormente, Occidente desplegó una PSYOPS sin precedentes (operación psicológica mediática) anti-Putin y anti rusa, con afirmaciones diarias de atrocidades y crímenes de guerra atribuidos a los soldados rusos.
Entre gran parte de los europeos, la guerra PSYOPS ha inducido antipatía y odio hacia Putin y a los rusos. No hay duda de ‘su éxito’ en este sentido.
Pero, también, ha tenido un efecto secundario importante: el debilitamiento de Alemania y el efectivo impedimento para que los germanos se asocien comercialmente con Rusia, por lo menos durante una generación. Esta ha sido la máxima aspiración geopolítica de los anglosajones desde antes de la Primera Guerra Mundial.
En The Telegraph de esta semana Ambrose Evans-Pritchard lo describe de esta manera:
“Olaf Scholz debe elegir entre un embargo energético a Rusia o un embargo moral a Alemania… La negativa de Europa occidental a cortar la financiación de la maquinaria de guerra de Vladimir Putin es insostenible. El daño moral y político a la propia UE se está volviendo prohibitivo”.
Y esta es la conclusión de este columnista conservador: “para impulsar el embargo energético de la UE, Gran Bretaña está acelerando su apuesta al exigir una «respuesta occidental que esté a la altura de la amenaza existencial que enfrenta el orden liberal de Europa».
El modelo liberal de Europa esta amenazado
La antigua agenda de la OTAN está siendo revisada sobre la marcha: Rusia está sobreviviendo a la guerra financiera porque la UE todavía compra gas y energía a Rusia. ‘La UE, y más específicamente Alemania, está financiando una ‘grotesca guerra no provocada’. El meme de occidente dice: ‘¡Ni un euro para Putin!’.
¿Este cambio es simplemente una evolución de los objetivos de Occidente? No, porque la estrategia del ‘boicot a la energía rusa’ no sólo pretende dar tiempo a que la ‘guerra del tesoro’ dé sus frutos, sino, que también, significa ‘construir una cortina de hierro para separar a Europa de Rusia’ , hecha a medida, para Alemania.
No hay forma que Europa reemplace la energía rusa de otras fuentes en los próximos años. Pero, las elites europeas están envueltas en un frenesí de indignación, y tienen la sensación que el ‘mundo liberal’ debe evitar a toda costa perder en el conflicto de Ucrania. Por tanto, la OTAN y la UE parecen estar listas para hacer cualquiera cosa antes de ser derrotadas. La prohibición de la comprar de energía rusa puede llegar muy pronto.
Pero aquí está el problema: Estados Unidos puede ver que su ‘guerra’ de desgaste está fracasando. El ejército de Ucrania está rodeado y pronto llegará a su fin (de una forma u otra).
Por lo tanto, ya no se trata de si la guerra de desgaste dará tiempo para afectar a la población rusa. La Guerra del Tesoro también está fracasando (por razones complejas que tienen que ver con que el Banco de Rusia vinculó el rublo con el oro y el rublo con la energía).
Una vez más, son las consecuencias económicas/financieras las que cambian las reglas del juego. La inflación se está disparando en Europa, y seguirá subiendo. Y el sentimiento público está cambiando.
El apoyo público a las sanciones rusas está cayendo a medida que la crisis del costo de vida comienza a afectar a los ciudadanos. Según las encuestas la proporción del público que aceptaría precios más altos en el combustible, como consecuencia de las duras sanciones occidentales contra Rusia, cayó 14 puntos en un mes, del 50 por ciento en marzo al 36 por ciento. Y esta tendencia ha aumentado en abril.
Los plazos ya no coinciden: las sanciones europeas (teóricamente) necesitan más tiempo para actuar. Sin embargo, Occidente no tiene tiempo. Es la inflación la que está mordiendo ‘ahora’ (y volviendo el sentimiento publico europeo contra la injerencia de la UE en Ucrania). Y, lo último que quiere el establishment europeo es una ‘Primavera Europea’, tipo “chalecos amarillos”.
Occidente se enfrenta a una elección difícil: el apoyo del público a su proyecto en Ucrania puede estar desapareciendo, justo cuando sobre el terreno los neonazis ucranianos están a punto de ser derrotados y se empieza a hacer evidente que el viejo ‘Orden Liberal Europeo’ no se salvará de su desintegración con un fracaso de este tipo.
Sin embargo, los medios siguen tratando de engañar a la opinión pública. La idea que propugnan es que se necesita con urgencia una victoria europea en Ucrania, porque, sin una derrota total de Rusia, el mundo liberal no puede sobrevivir.
Por eso, escuchamos de los labios del Alto Representante de la UE, Josep Borrell, que el conflicto en Ucrania solo puede resolverse por medios militares. Lo está diciendo es que Occidente debe volverse maximalista, antes de que la inflación arruine el plan de la OTAN. A la Unión Europea solo le queda escalar los enfrentamientos, o deberá enfrentar un “fracaso existencial”.
*Alastair Crooke, directore del Foro Internacional de Conflictos, diplomático senior británico.
Artículo publicado en Observatorio de la Crisis.
Foto de portada: Observatorio de la Crisis.