La región —un corredor civilizatorio y estratégico que conecta Asia occidental, Eurasia, el subcontinente indio y China— enfrenta tensiones de seguridad, disputas fronterizas, desafíos económicos y una profunda reconfiguración de alianzas.
La magnitud de estos desafíos está empujando a las potencias regionales a priorizar el diálogo, la conectividad y el desarrollo sobre los conflictos locales que durante años imposibilitaron una estabilidad duradera.
En este contexto, uno de los movimientos más significativos es el acercamiento cada vez más profundo entre Afganistán e India, un hecho que reordena el equilibrio estratégico del sur de Asia y que evidencia que Kabul busca alternativas frente a su histórica dependencia de Pakistán.
La reciente decisión de ambos países de lanzar vuelos directos de carga aérea es un paso que va más allá de la logística, sino que representa un giro diplomático, comercial y geopolítico de alto impacto.
Kabul busca romper la dependencia pakistaní
India y Afganistán anunciaron la apertura de estos vuelos directos tras la visita del ministro afgano de Industria y Comercio, Alhaj Nooruddin Azizi, a Nueva Delhi. La medida permitirá un tránsito rápido de frutas frescas, hierbas medicinales y otros productos afganos, evitando los prolongados retrasos derivados del transporte terrestre, especialmente después de que Pakistán —en medio de nuevos enfrentamientos en la frontera— decidiera cerrar el paso comercial y restringir la circulación de civiles.
Para Afganistán, un país sin salida al mar, la dependencia de Islamabad siempre ha sido estructural. Pero los recientes choques fronterizos y el cierre arbitrario de rutas comerciales han acelerado el deseo de diversificación.
Con esta nueva conexión aérea, Kabul envía un mensaje claro de que está dispuesto a profundizar sus lazos económicos con India incluso en un escenario donde su conflicto con Pakistán permanece, de facto, congelado o en pausa estratégica.
La decisión de reducir tensiones con Islamabad no implica una reconciliación plena, sino un cálculo pragmático. La prioridad es la supervivencia económica y la apertura hacia rutas comerciales seguras y estables, algo que India puede ofrecer y Pakistán, hoy por hoy, no.
India vuelve al centro del tablero en Afganistán
Nueva Delhi, por su parte, busca recuperar un espacio que históricamente ocupó en Afganistán, especialmente en materia de infraestructura, asistencia técnica y desarrollo. Durante años, India fue uno de los actores más influyentes en Kabul, hasta que las dinámicas internas y la retirada estadounidense alteraron el equilibrio.
Con estos vuelos de carga, India reabre una puerta estratégica que había quedado entrecerrada. No es solo comercio, es una declaración de que Nueva Delhi no renuncia a su presencia en un territorio clave para su seguridad, su proyección regional y su competencia geoeconómica con China y Pakistán.
Además, la iniciativa fortalece indirectamente la posición india dentro de Asia Central, donde ya participa activamente en foros multilaterales, corredores energéticos y proyectos de conectividad que buscan reducir la influencia de Islamabad y ampliar la interdependencia con las repúblicas exsoviéticas.
Una región obligada al diálogo por la fuerza de los hechos
Asia Central y Asia del Sur comparten una serie de desafíos que trascienden las fronteras nacionales, entre ellos el terrorismo transfronterizo, las crisis económicas cíclicas, la inestabilidad política, la dependencia logística, las tensiones étnicas y religiosas, y la competencia constante entre grandes potencias.
La complejidad del escenario hace que, por primera vez en años, los cálculos geopolíticos estén empujando a los actores regionales a cooperar o al menos a evitar nuevas escaladas.
China necesita estabilidad para impulsar la Ruta de la Seda. Rusia busca fortalecer su influencia en Asia Central mientras lidia con la reconfiguración global.
Irán apuesta por corredores energéticos y comerciales que lo conecten con Eurasia y el Sur de Asia. India intenta expandir su presencia económica y diplomática.
Y Pakistán, sometido a una profunda crisis interna, carece hoy de la capacidad política para abrir frentes adicionales.
En ese marco, Afganistán —tradicionalmente percibido como un epicentro de conflictos— está maniobrando con una sorprendente pragmática: acercarse a India, distender temporalmente con Pakistán y asegurar rutas de comercio alternativas que mitiguen su vulnerabilidad histórica.
Hacia una nueva arquitectura regional
La apertura de vuelos de carga entre India y Afganistán no es una simple noticia económica: es un símbolo de una región en transición obligada a replantear alianzas, a congelar rivalidades y a priorizar la estabilidad frente al desgaste de décadas de conflicto.
El futuro de Asia Central y Asia del Sur dependerá de la capacidad de sus actores de mantener este impulso hacia la cooperación estratégica. Lo que está en juego no es solo comercio, sino la definición misma del nuevo orden regional.
*Foto de la portada: AFP

