El 21 de diciembre de 2017, el independentismo sumó un total de 2.079.340 votos en las elecciones al Parlament de Catalunya, su techo histórico. Este 12 de mayo, casi seis años y medio más tarde, se ha quedado en 1.361.942, es decir, casi 720.000 menos. La caída, enorme, ha supuesto que, por primera vez desde el inicio del procés, el independentismo no obtiene la mayoría de escaños en la cámara legislativa.
De hecho, mirando más atrás, apenas es la segunda ocasión que no lo consigue el nacionalismo catalán. La anterior se remonta a 1980, en los primeros comicios desde la recuperación de la democracia. En un contexto en el que la asistencia a las urnas ha vuelto a los niveles previos al procés -fue del 58%, similar a la registrada en 2006 y 2010-, parece evidente que la desmovilización ha penalizado especialmente al movimiento, con centenares de miles de personas que han optado por quedarse en casa una vez certificado que no se ha logrado el Estado propio para Catalunya.
A la vez, tampoco puede menospreciarse un cierto trasvase de votos hacia el PSC, que ha ganado 230.000 sufragios con relación a 2021, una parte de los cuales a buen seguro provienen de ERC. Y, paralelamente, ha habido una redistribución interna hacia la derecha dentro del movimiento, con el crecimiento ligero de Junts, la irrupción de la extrema derecha de Aliança Catalana y las grandes caídas de ERC y la CUP.
Cientos de miles de independentistas se abstienen
A pesar de ser baja, con el 57,9%, la participación se ha recuperado ligeramente con relación al 2021, cuando se celebraron los comicios en plena pandemia. En concreto, han ido a votar 263.533 personas más que hace tres años. Es un hecho que la mayoría de estas no han optado por opciones independentistas. Así, la suma de Juntos, ERC, CUP, la extrema derecha de Aliança Catalana y la derecha liberal de Alhora -que fracasa, con solo 13.759 sufragios- cae en más de 81.000 papeletas, mientras que el global de las formaciones contrarias a la independencia -PSC, PP, Vox, Comuns y Cs- gana 332.000. El independentismo pasa del 52% de los votos al 43,6%.
Dicho con otras palabras, la desmovilización independentista se profundiza, mientras que hay una recuperación de la participación entre los partidarios de la unidad de España. No se puede decir que no existieran avisos de esta dinámica. Solo hay que retroceder a las elecciones generales del 23 de julio del año pasado, cuando por primera vez desde la irrupción del procés el independentismo cayó por debajo del millón de votos.
Entre ERC, Junts y la CUP sumaron 986.000 votos, casi 670.000 menos que en las de noviembre de 2019. En las municipales de hace un año, la suma se había quedado en poco más de 1,26 millones, un retroceso de 300.000 respecto a 2015.Los comicios de diciembre de 2017 registraron un récord histórico de participación en Catalunya, con el 79% y casi 4,4 millones de sufragios. Fueron unas elecciones convocadas por el Gobierno a través de la aplicación del artículo 155 y con el anterior ejecutivo catalán cesado y con sus miembros encarcelados o en el exilio.
En 2021, en un contexto diferente y con la pandemia, la participación se desplomó hasta caer por debajo de los 2,9 millones, el 51,3%. El crecimiento de la abstención fue diferenciado y fue más importante entras las formaciones unionistas -perdieron 1,1 millones de votos- que entre las fuerzas independentistas -636.000-. Tres años más tarde, la situación ha cambiado y la desmovilización independentista ha ido a más.
Trasvase de votos hacia el PSC
Con 872.959, el PSC ha obtenido su tercer mayor número de votos en unas elecciones en el Parlament, solo por detrás de 1999 y 2003, las dos únicas ocasiones en que llegó a superar el millón. Son casi 220.000 más que tres años atrás. A la espera del mayor detalle de los estudios postelectorales, las encuestas previas, como por ejemplo el último Barómetro del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO), indicaban que el crecimiento de la formación de Salvador Illa bebía de varias fuentes: el PSC captaba uno de cada cinco votantes de Ciudadanos de 2021, uno de cada seis abstencionistas, uno de cada seis electores de En Comú Podem y, atención, alrededor de un 7% de los de ERC.
Dicho con otras palabras, el crecimiento del PSC proviene, sobre todo, de la abstención, de los Comuns, de Cs y también de electores decepcionados con ERC. Y si tenemos en cuenta que los resultados de ERC han sido muchos peores que los que indicaban las encuestas -el mismo CEO le pronosticaba entre 31 y 37 escaños- seguramente el trasvase de antiguos votantes republicanos hacia los socialistas ha sido más significativo y podría superar con creces las 50.000 personas. En este sentido, la bajada de Esquerra ha sido más importante en feudos tradicionalmente independentistas -como Lleida, Girona y el interior de Tarragona-, justamente territorios donde el PSC ha crecido con más fuerza que no en Barcelona.
Claro giro a la derecha
Con relación a 2021, el conjunto del independentismo pierde el 5,6% de los votos, un total 81.331. Las pérdidas son mucho más acusadas en Barcelona, con una caída del 6,6% (65.988 sufragios), y en Lleida, donde el retroceso es del 7,7% (8.204 en total); que no en Tarragona, con una bajada del 3,9%; o, sobre todo, Girona, donde casi resiste y apenas pierde el 0,7% de los apoyos. La razón es que en esta demarcación la irrupción de la extrema derecha de Aliança Catalana y la mejora de Junts casi compensan el descenso de ERC y la CUP.
Precisamente aquí se visualiza otro de los elementos clave en el análisis de los resultados independentistas de domingo, que es una redistribución interna de los votos dentro del bloque, con un marcado giro hacia la derecha. Junts gana 105.000 votos y dónde sube con más fuerza es en Girona y en Lleida, justamente las dos demarcaciones donde ya era la primera fuerza y se había impuesto en 2021.
También en Girona y en Lleida es dónde mejores resultados saca la xenófoba Aliança Catalana, con el 9% y el 7,8% de los apoyos, respectivamente. Y justamente en estas dos demarcaciones es donde más pronunciadas son las caídas de republicanos y cuperos. En total, el partido de Sílvia Orriols ha recibido 118.302 papeletas, el 3,78%.
Los republicanos en global se han dejado 178.000 votos, el 29,4% de los obtenidos en los últimos comicios, y caen de 33 a 20 diputados y de un apoyo del 21,3% a apenas el 13,7%. La CUP todavía sufre una bajada más importante, puesto que ha perdido un tercio de los sufragios -más de 62.000- y apenas ha obtenido 127.850, una cifra casi idéntica a la de 2012, el año en que se estrenó en el Parlament.
Como resumen, podemos concluir que el independentismo institucional se ha hecho más pequeño y ha virado a la derecha, con cientos de miles de personas que han decidido quedarse en casa, sin que ello signifique que renuncian al proyecto de un Estado propio para Catalunya.
*Marc Font, periodista.
Artículo publicado originalmente en Público.es
Foto de portada: Varias personas participan en una manifestación convocada por la ACN con motivo de la Diada 2023, a 11 de septiembre de 2023, en Barcelona, Catalunya (España). —Kike Rincón/EUROPA PRESS