Irónicamente, a pesar de tener todas las armas del mundo a su favor, el arsenal gringo y británico a su disposición para complementar sus pérdidas durante sus masacres ocasionales, y todo el apoyo geopolítico de estas potencias anglosajonas y sus subordinados en la OTAN, el enfrentamiento con milicias altamente organizadas como Hamas, El Yihad el Islamica y Hezbolá la tiene bastante desgastada, pero hasta diplomática y mediáticamente, que siempre ha sido su más grande fortaleza. Interesantemente, la situación del genocida Netanyahu es aún peor que la de su sociedad en general, asunto que explica el grado de desesperación que se evidencia en sus recientes acciones.
La dinámica del conflicto se hace más complicada cada día que pasa, mientras que el rol de países como China y Rusia van incrementando en este conflicto, así como el rol de la carrera presidencial de Estados Unidos. La situación es extremadamente volátil, con una potencial posibilidad de salirse rápidamente de las manos de los actores principales, lo que impide acciones para contener o controlar la situación. Netanyahu sabe todo esto, pero en vez de resguardar la estabilidad de la región en donde existe su entidad, empuja a todos hacia el precipicio. Para cualquier observador del Medio Oriente, es evidente que hemos llegado a una coyuntura extraña e inédita en la historia de la Entidad Sionista, en la cual una cosa es esta, y otra es su actual Primer Ministro.
Este breve texto espera abordar las razones por las cuales Netanyahu ordenó un ataque aéreo a un edificio anexo a la Embajada iraní en la ciudad de Damasco (sede diplomática), causando ocho muertos, entre ellos cinco miembros de los Guardianes de la Revolución, incluido el General iraní Mohammad Reza Zahedi. La construcción consular destruida servía de residencia para el embajador del país persa, Hossein Akbari quien, pese a todo, sobrevivió al ataque. Las razones, quizás sorpresivamente, tienen más que ver con la relación entre Tel Aviv y Washington, que con la relación conflictiva entre Tel Aviv y Teherán.
Ante todo, necesitamos un poco de contexto sociohistórico – como siempre – para comprender la lógica de masacrar a los líderes de la Unidad del Quds de Irán en territorio sirio, incluso en una sede diplomática. Para ello, debemos recordar de qué – realmente – se trata el conflicto árabe-sionista, el mismo que nos trae a esta coyuntura de asesinatos y destrucciones de sedes diplomáticas.
Es innegable que Netanyahu tiene muchos seguidores en su propia sociedad, y todavía cuenta con un gran apoyo en amplios sectores de esta. Netanyahu tiene el apoyo de estos sectores, y para muchos, ellos no son “extremistas” – como muchos los califican, incluso hasta en el mundo occidental – sino realistas. Interesantemente, hasta cierto punto, eso es correcto. Esos sectores son muy realistas en abogar por el genocidio, y expresar de la manera más visceral el deseo de exterminio de todos los palestinos, lejos de solamente “Jamas”, como ellos llaman a Hamas. Estos grandes sectores de la sociedad sionista en La Palestina saben que es la única alternativa para su inmenso y complicado predicamento. Mientras que los nazis en Europa tenían la “Última Solución” para los judíos de la Europa Oriental, ahora parte de esos mismos judíos tienen la “Única Solución” para los palestinos de la Palestina. Para entender las variadas declaraciones bastante controversiales de este párrafo, quizás debemos ver la problemática, tomando en cuenta lo que los sionistas realmente son: usurpadores de tierras.
Es menester que nunca se nos olvide – a raíz de todos estos procesos de diplomacia en el Consejo de Seguridad, de guerra y armamentos, de discusiones sobre ceses del fuego, de genocidios, y de las complejas dinámicas geopolíticas globales – que, al fin y al cabo, esto es un extenso y complejo proceso de hurto de tierras, y los dueños originales de estas, aún siguen viviendo sobre la “escena del crimen” (arrimados, pero siguen ahí), crimen que fue perpetrado durante varias etapas del Siglo XX.
Simplemente, fueron grupos de arrastrados, pobres y marginalizados europeos (los que serían después los colonos que se organizaron en grupos como la Haganá, el Irgún y el Leji, organizaciones terroristas que construyeron la Entidad Sionista), quienes fueron llevados por los británicos en masa a la Palestina, para consolidar un proyecto de hurto de tierras, el cual igualmente aspiraba ser la consolidación de un futuro enclave geopolítico para la potencia colonial de ese momento: Gran Bretaña. Estas tierras eran y siguen siendo de gran importancia estratégica para los diseñadores originales del enclave geopolítico, ya que permiten desde ese punto, controlar o amenazar adecuadamente a las otras tierras adyacentes a esta, y que tienen casi toda la energía del mundo, un lago de petróleo y gas natural depositada debajo de una población y una religión que suelen ser altamente hostiles a los diseños de dominación de los occidentales, a lo largo de los últimos 10 siglos, o más.
El proyecto de creación del enclave geopolítico fue originalmente británico. Luego, Francia apoyó el sionismo durante la década del 50, a raíz del odio que le tenían a Nasser por su rol en la guerra de independencia de Argelia. Es por eso que los franceses ayudaron a iniciar el programa de armas nucleares de los sionistas, proceso que culminó con la transferencia de estas armas de los arsenales gringos, a los sionistas. Luego de la derrota francesa en Argelia y la presidencia de Charles de Gaulle, los franceses se alejaron de los sionistas (y de la OTAN anglosajona), pero para entonces ya había finalizado la Guerra del Canal de Suez de 1956, los británicos y los franceses fueron derrotados por Eisenhower y John Foster Dulles, y el proyecto de enclave geopolítico fue heredado intactamente por Estados Unidos. Hasta el día de hoy, esta potencia anglosajona sigue protegiendo lo que desde entonces es su enclave, no solamente por razones electorales (la fuerza de AIPAC dentro de la sociedad y la política gringa), sino también por ser el enclave que permite controlar (o descontrolar) a la región, particularmente si uno de los regímenes “aliados” de la región sufre una transformación “desastrosa” y radical, como la que sufrió Irán en 1979, y pasa a ser un peligroso “Rouge State” (Estado Canalla).
El proyecto de creación de este enclave geopolítico a través del hurto sistemático de las tierras palestinas, empezó con una serie de masacres durante la década de 1920, seguida por una guerra de dos años entre 1936 y 1938 (La Gran Revolución Árabe en la Palestina), llegando a la fecha histórica de 1948, cuando se consolida la primera parte del plan de hurto de tierras. Luego, llegarían otras etapas que expandirían los hurtos originales, todos a través de las masacres y las guerras. Es correcto decir que la ONU no creó la Entidad Sionista, pues esta fue creada a fuerza de masacres y limpiezas étnicas perpetradas por la Haganá, el Irgún y el Leji contra la población originaria palestina. Naturalmente, también es ridículo y risible decir que fue creado por la “resistencia sionista al colonialismo británico”, cuando una gran parte del proyecto genocida fue de ese país imperial, en primer lugar.
Por eso es que insistimos en que eso de genocidios y limpiezas étnicas de la “actualidad”, es totalmente falso: ya tenemos un siglo de genocidio y limpieza étnica, no es nada nuevo. El proceso después de 1967 fue el de consolidar los nuevos hurtos de tierra, pero siempre fue un hurto bastante complicado, a raíz de que los dueños originales de las tierras no solamente siguen vivos, sino que siguen haciendo sus vidas sobre parte de estas. Estos propietarios originales, atracados, saqueados, masacrados y perseguidos, en vez de debilitarse con el paso de las décadas y las múltiples tragedias impuestas, se han fortalecido en su resistencia, su capacidad de aguantar y su perseverancia.
Para quienes no creen lo que acabamos de afirmar arriba, solo deben ver las realidades de nuestro momento: después de seis meses de genocidio acelerado y sistemático, Hamas sigue saliendo de sus túneles, matando soldados sionistas, y se vuelven a esconder, a la espera de la próxima oportunidad, para seguir con lo mismo. Solo el 5 de abril de 2024, las Brigadas de Eez el Din Al Qasam lograron destruir 3 tanques Merkava y exterminar a 6 soldados sionistas, con más de estos heridos, en sus operaciones en Khan Yunis. Nada demuestra el fracaso contundente de la “guerra” de Netanyahu, mejor que cada video que se publica en las redes sociales, y que demuestra el último ataque de Hamas o del Yihad Islamico, y todo eso, tomando en consideración que ni un solo sionista de los capturados por los palestinos, ha sido “rescatado” con vida, por parte de las fuerzas genocidas del sionismo.
El plan original del hurto de tierras funcionó de manera excelente. Luego, los acuerdos de Oslo les quitaron las garras y los colmillos a los palestinos (la antigua OLP de Yasser Arafat). Los gringos de entonces (Bill Clinton, ¿quién más?) realizaron unas cuantas promesas falsas para que el pobre Yasser Arafat firme la desgracia de acuerdos, y con esto le quitaron los “colmillos” a lo que era la “Hamas” de esos momentos, la OLP. Como se sabía, al consolidar el proceso de castración de esa resistencia palestina, los sionistas colocaron a los acuerdos de Oslo en la basura, y continuaron haciendo lo que mejor saben hacer, lo que los trajeron de Europa para hacer, desde inicios del Siglo XX: robar más tierras. Todo con la bendición y el beneplácito de los dueños verdaderos del enclave, naturalmente: Estados Unidos.
El pequeño problema del esquema, lamentablemente para los ladrones de tierras y sus amos geopolíticos, es que la población palestina no está cayéndo muerta por enfermedades contagiosas. Durante el proceso de hurto de tierras practicado por los anglosajones, el hurto de las tierras amerindias (cheroqui, navajo, etc.) – las que ahora forman el territorio estadounidense – fue mucho menos complicado, porque tenían a su favor ciertas “armas biológicas”, aunque no sabían exactamente cómo funcionaban: Sarampión, viruela, sífilis, etc. Como los sionistas no tuvieron ese privilegio que disfrutaron los ladrones de tierras anglosajones, pues lo único que les quedó hacer es el exterminio en cámara lenta, y esta última condición se hizo necesaria para no generar las controversias y las complicaciones que hoy en día son manifiestas, y que le han quitado mucha ventaja diplomática y mediática al sionismo, desde octubre de 2023.
Poco a poco, y con un sistema aún más feroz que el propio apartheid surafricano, se logró llevar a las poblaciones palestinas que rechazaron abandonar sus tierras a la pobreza extrema, aplicando la estrategia de desangrar lentamente a la población con asesinatos selectivos y no muy selectivos – todos estos regados a lo largo de varias décadas, para no generar grandes iras internacionales. Así, a través de un genocidio de cámara lenta y un claro proceso de limpieza étnica – todo lento, pero seguro – se fue generando una existencia precaria – la condición de una limpieza étnica – para los palestinos que aún siguen aferrados a lo que quedó de tierra, precariedad que se esperaba los llevara a que se terminen de morir, o irse, lo que sea, pero que desaparezcan para poder agarrar lo que queda de sus tierras.
Pero es el tradicional juego con la historia de las fuerzas imperiales y occidentales que nos lleva a la descalabrada y ficticia noción que insiste patéticamente en el inicio de un genocidio y una limpieza étnica desde el 7 de octubre de 2024. Nada puede estar más lejano de la verdad: estos procesos iniciaron en la década de 1920, ya hace un siglo, cobrando fuerza durante periodos “pico”, como en 1936-38, 1948 y 1967, y luego retomando las funciones usurpadoras de nuevo después de los acuerdos de Oslo, con los asentamientos ilegales.
Eso sí: el día 07 de octubre de 2023 cambió todo. Quedó en evidencia que solo parte de la estrategia sionista estaba funcionando. Los palestinos, lejos de ser cuerpos moribundos a ser arrojados al mar cuando ya no pueden aguantar más, demostraron tener una fuerza interna y una capacidad para luchar que los usurpadores de tierras ya no poseen, al acostumbrarse a una vida tranquila y cómoda. Desde el inicio del milenio actual, los sionistas han sostenido una serie de incursiones y masacres en la Franja de Gaza. Una de estas operaciones fue la llamada “Plomo Fundido” del 2008. Masacraron a más de mil civiles, se salieron de la Franja, y declararon victoria, como siempre.
El ministro de interior del sionismo de entonces – Eli Yishai – señaló muy típicamente: “el objetivo de la operación es que Gaza vuelva a la Edad Media. Sólo entonces Israel mantendrá la calma durante 40 años”. En el 2012, solo 4 años (cuatro, no cuarenta) más tarde, tuvieron que regresar a Gaza en otra operación y otras masacres, esta última llamada “Pilar de Defensa”. Once años después de “Pilar”, la Franja de Gaza ha regresado, pero no a la edad media, sino a la edad de Hiroshima, Nagasaki y Dresde (1945), y, a pesar de todos estos bombardeos y masacres que tienen ya más de un siglo, el sionismo aún no puede dormir tranquilo y cómodamente sobre las tierras que se robó, en abril de 2024.
Las acciones del 07 de octubre de 2023 cambiaron fuertemente la ecuación, y dejó en evidencia el gigantesco odio visceral que poseen los colonos sionistas contra toda la población palestina, nada de que “solo odian a Hamas” y otras pistoladas semejantes. El odio se entiende perfectamente, en realidad, porque Hamas y el Yihad el Islamico destruyeron una imagen (un espejismo, en realidad, pero bastante convincente) muy meticulosamente cultivada, de ser ellos el único oasis de “civilización” en el medio del desierto de árabes, ser la “víctima” del barbarismo de esta gente, la única representación de los valores “occidentales” en el Medio Oriente, y ser la única entidad “democrática” de la región. Con los golpes de la resistencia palestina y la inevitable represalia sionista, ellos ahora se han transformado en la paria desagradable del sistema internacional.
Ahora bien, la base que apoya a Netanyahu ya está preparando planes para reconstruir a Gaza después del exterminio de los palestinos, para continuar con su sagrada misión: el hurto de tierras. Pero otra parte de la población sionista quiere darse el lujo de seguir hurtando tierras – naturalmente – pero a la vez regresar a la vida “cómoda” de antes del 07 de octubre de 2023, algo que en realidad es imposible. Ese “regreso” implicaría retomar su posición privilegiada en la comunidad internacional – violando el derecho internacional sin consecuencia alguna, a raíz del patrocinio ilimitado de los dueños del enclave geopolítico, los gringos. Para estos efectos, para lograr “regresar” al momento antes del 07 de octubre de 2023, es absolutamente necesario ofrecer como sacrificio a la comunidad internacional, un “chivo expiatorio” – quien obviamente será el Señor Netanyahu – para así poder regresar a la familia de naciones “respetadas” y occidentales, con las manos limpias de tanta sangre de bebés y niños palestinos.
El momento que Netanyahu deje de ser Primer Ministro, será sacrificado por su propia gente, para imponerle al mundo la idea de que fue él y solamente él quien perpetró «irregularidades» (nunca lo van a llamar por lo que es: genocidio), liberando así de toda responsabilidad al grupo colectivo de ladrones de tierra que son todos los sionistas. Tendrán su quemadura de “Judas”, se deshacen de este, y con él serán enterrado todos los crímenes de lesa humanidad perpetrados durante este aceleramiento del genocidio ya activo desde los 1920. Esta es más o menos la visión que prevalece entre ciertos sectores de la sociedad de ladrones de tierra que ocupan la antigua tierra árabe de Palestina.
Naturalmente, Netanyahu, veterano de este tipo de actos deshonestos, y oportunistas, sabe que lo van a sacrificar, por lo cual actúa desesperadamente para salvar su pellejo. Si las masacres y los genocidios acelerados – lo que ellos identifican colectivamente como una “guerra” – continúan, se hace muy difícil sustituirlo. Si se extiende la guerra, y se hace más amplia y duradera, el líder sionista actual se hace aún más indispensable, y quizás pueda sobrevivir esta gran calamidad personal.
Para lograr este desesperado objetivo, Netanyahu requiere urgentemente del apoyo incondicional e ilimitado de Estados Unidos. Este apoyo siempre estará, más que todo porque sigue siendo el enclave geopolítico que Estados Unidos no puede perder en el Medio Oriente. Pero ahora se evidencia una dinámica bastante complicada que relaciona el apoyo incondicional estadounidense al genocidio acelerado de Netanyahu y de su sociedad al proceso electoral estadounidense, y justo con el viejo aliado y amigo de Netanyahu, el Señor Donald Trump.
Netanyahu necesita mantenerse como Primer Ministro y sobrevivir hasta que se den las elecciones en Estados Unidos. Si logra hundir al “traidor” Biden, llegará quien lo salve, o por lo menos lo proteja de su propia gente: el famoso Magnate Trump. El líder sionista solo tiene que aguantar hasta esa fecha (noviembre 2024). No obstante, el Señor Biden está colocando presiones indebidas para que no continúen tantas masacres – nunca por el “amor” a los palestinos (sugerir eso sería absurdo), sino porque existen muchos “ridículos” estadounidenses que no quieren ser identificados con este holocausto, lo que le hace perder al Señor Biden muchos votos, y pudiera entregarle la Casa Blanca de nuevo al Señor Trump.
Entonces el Señor Biden realiza ciertos gestos netamente simbólicos e inútiles en el sentido de ofrecer un alivio humanitario, como por ejemplo dar ciertas declaraciones públicas y no vetar un simple e irrelevante voto en el Consejo de Seguridad – voto que luego cínicamente dicen que no es “vinculante”. Estas pequeñas acciones imponen solo un poco de presión a Netanyahu, pero también se aplican con la esperanza que la base de votantes jóvenes estadounidense deje de odiarlo tanto. Más importante, es un mensaje sutil a Netanyahu, y que dice lo siguiente: “sé que estás trabajando a favor del regreso de mi rival a la Casa Blanca, pero quien está ahorita en esa soy yo, y no él”.
Ahora bien, ¿Qué tiene que ver todo esto con Irán? Simplemente, es parte de la estrategia maquiavélica de Netanyahu para salvar su pellejo, a cualquier precio, y lograr ampliar el genocidio con una guerra (verdadera o ficticia, lo importante es que aparente ser peligrosa para las audiencias occidentales) que lo mantenga en su asiento hasta que llegue su “Salvador”, el propio Señor Trump.
El pequeño defecto que posee este plan, hasta el momento, ha sido el grado de control y disciplina que han demostrado poseer los persas. Ya ellos fueron tentados por los sionistas durante varias ocasiones para que entren en la “guerra”, quizás solamente con unos cuantos misiles que disparen hacia la Palestina, pero nada que estos cooperan con los planes sionistas. Se aguantan su rabia, como el nombre del Imam El Kazem, y no toman el “anzuelo” y atacan directamente. Si los persas atacan a territorios ocupado por los sionistas, aunque sea un pequeño misil que caiga en el desierto y no mate a nadie (acto simbólico), eso sería más que suficiente para activar la estrategia mediática de Netanyahu: “Estamos en guerra santa contra el enemigo más feroz del mundo occidental, el más maligno de todos, la gran bestia persa, y justo en este momento histórico de la lucha entre el bien judeocristiano y el mal islámico, el cobarde Biden piensa en sus votos en vez de salvar el pobre pueblo judío de las hordas inhumanas de los musulmanes persas y los otros terroristas hutis, iraquíes, libaneses, etc.”
Ya se trató esta estrategia varias veces, a lo largo de la aceleración del genocidio en Gaza (desde octubre de 2023), empezando con la masacre inhumana durante la conmemoración del martirio del General Qasem Soleimani, y hasta el momento. Con cada provocación, el ataque va incrementando en agresividad, en su carácter escandaloso, y sobre todo en su violación flagrante y descarada del derecho internacional. Todo esto con la finalidad de obtener unos cuantos misiles hacia Tel Aviv, y poder dar la impresión de que se amplió la guerra por acciones de los persas (y no de Netanyahu), por lo cual nadie en el Mundo Occidental puede abandonar a los “judíos” en esta lucha “existencial”.
Irónicamente, el ataque sionista contra Irán en Siria es simplemente un esfuerzo desesperado de Netanyahu para salvar su propio pellejo, y está dirigido no específicamente a Teherán, sino a Washington. Ahora, solo se tiene que esperar por la reacción persa, cualquiera que sea la magnitud de esta, pues luego de que se dé, veremos una masiva campaña mediática sionista dirigida al mundo occidental (en el resto del mundo no tendrá efecto alguno). Si no da frutos, por lo menos les demuestra a sus seguidores que más allá de masacrar bebés y mujeres palestinas y no lograr absolutamente nada contundente contra las diferentes facciones de resistencia palestina, se está haciendo algo “útil”.
En realidad, el sionismo está perdiendo esta guerra. Esto no significa que va a desaparecer la Entidad, ni que es el fin de este enclave geopolítico occidental en el Medio Oriente. Nada de eso, aunque sí implica que se debilitará tanto el sionismo como los gringos mismos, relativamente a sus adversarios más peligrosos, quienes ahora cobran fuerza geopolítica a raíz de las pérdidas estadounidenses en este conflicto. Los persas, igualmente, como sufren muchos sacrificios y dolores por la causa y la lucha, podrán declarar ciertos niveles de victoria. Teherán puso los muertos de su lado, por lo cual Teherán tiene el derecho a declarar victoria, si se da esta en los próximos meses, o años, Dios mediante.
Pero la posición del sionismo es un poco precaria y problemática, particularmente a mediano y largo plazo. Al menos que logren exterminar y étnicamente “limpiar” a Gaza, ¿qué efectivamente lograron? En la secuela de estos eventos, quizás en poco tiempo se reconstruirá a Gaza de nuevo, pero con palestinos en vez de sionistas como sueñan los seguidores de Netanyahu. Igualmente sea muy factible que se reconstituya Hamas o lo mismo, pero bajo otro nombre, y regresan al mismo punto, pero ahora los sionistas marcados internacionalmente por su genocidio, y solo tendrán verdaderamente el patrocinio incondicional de los gringos, quienes cada año se van debilitando más y más.
Omar José Hassaan Fariñas*Internacionalista y Profesor de relaciones internacionales en la Universidad Bolivariana de Venezuela. Colaborador de PIA Global
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