De hecho, el ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, ha rechazado las afirmaciones de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, según las cuales existirían planes concretos para la intervención de las fuerzas europeas en Ucrania. Pistorius ha subrayado que la UE no tiene ninguna autoridad sobre la decisión de enviar tropas, que es una cuestión que compete a la soberanía de cada Estado miembro.
En lo que respecta a Italia, Meloni reiteró su negativa a enviar soldados al territorio ucraniano, lo que también excluye la posibilidad de enviar personal militar para ocuparse del desminado. La primera ministra confirmó, en cambio, su intención de apoyar un futuro alto el fuego con lo que el Palacio Chigi denomina «iniciativas de supervisión y formación fuera de las fronteras ucranianas». En resumen, se da luz verde al uso de las bases militares italianas y al apoyo con aviones radar y satélites para controlar el cielo y la tierra.
Para Von der Leyen, hay tres tareas principales: «Convertir a Ucrania en un erizo de acero, construir una Fuerza Multinacional para Ucrania respaldada por Estados Unidos y reforzar la postura defensiva de Europa. Ahora sigamos adelante», afirmó la presidenta de la Comisión Europea en una publicación en X.
Al presidente francés, al igual que a Von der Leyen, parece seguir escapándosele el hecho de que no hay acuerdo de paz ni lo habrá si hay tropas extranjeras en Ucrania. Rusia ha vuelto a manifestar en estas horas que considera un objetivo legítimo a las tropas extranjeras que se encuentren en territorio ucraniano.
«Armar a Ucrania» ha sido el estribillo del líder británico Starmer al reiterar que la coalición «tiene un compromiso inquebrantable con Ucrania, con el apoyo del presidente Trump». El primer ministro británico ha acogido con satisfacción los anuncios de otros miembros de la coalición de que suministrarían misiles de largo alcance a Ucrania, «para reforzar aún más los suministros al país».
El más visionario y entusiasta es, una vez más, el secretario de la OTAN, Mark Rutte, según el cual «Hemos visto recientes anuncios y comentarios de altos mandos militares y también de líderes de inteligencia en Europa, que afirman que Rusia podría estar lista en 2027, en 2029 y algunos sostienen que en 2030 o 2031, para intentar realmente, si así lo desean, atacar el territorio de la OTAN» y ha añadido que «debemos asegurarnos de que nuestra disuasión sea tal que nunca lo intenten, sabiendo que nuestra reacción será devastadora».
Por esta razón, según el secretario de la OTAN, los Estados europeos deben producir más armas para su defensa y para «reducir la brecha con Rusia». «Estamos reconstituyendo gradualmente nuestras reservas y reduciendo la brecha productiva con Rusia», afirma el secretario de la OTAN, explicando que en Ucrania la OTAN está trabajando para «poner fin a esta agresión lo antes posible». Rutte insistió entonces en que «necesitamos capacidad, potencia de fuego real, metales pesados y nuevas tecnologías, y eso es lo que nuestra industria de defensa en toda la Alianza necesita para suministrar más rápidamente que nunca en Europa y también en Estados Unidos. Simplemente, en toda la Alianza, no estamos produciendo lo suficiente».
Al margen de la cumbre de los «voluntariosos», se produjo la declaración de la alta representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Kaja Kallas, que calificó la cumbre de la OCS en China como «una alianza autocrática», lo que le valió una reprimenda inmediata por parte de Pekín a través del portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Guo Jiakun, quien tachó sus comentarios de «absurdos e irresponsables». Guo Jakun calificó estas declaraciones de «impregnadas de prejuicios ideológicos» y «carentes de un sentido histórico básico». «Es una falta de respeto a la historia de la Segunda Guerra Mundial y perjudica los intereses de la UE», añadió el portavoz, invitando a los representantes de Bruselas a «promover relaciones sólidas con Pekín, en lugar de hacer lo contrario».
Y no han faltado las críticas a los Volenterosi por parte de Rusia. El vicepresidente del Consejo de Seguridad, Dmitry Medvedev, ha advertido de que Moscú podría confiscar bienes británicos en respuesta al apoyo prestado por Londres a Ucrania. La advertencia se produce tras el anuncio del ministro de Defensa británico, John Healey, de una contribución de más de 1000 millones de libras esterlinas a Kiev, financiada con los beneficios derivados de los activos rusos congelados. En un mensaje publicado en Telegram, Medvédev calificó al ministro de Asuntos Exteriores británico, David Lammy, de «idiota inglés» y declaró que Moscú responderá «a cualquier confiscación ilegal de fondos rusos» confiscando «los bienes de la corona británica», incluidos inmuebles y propiedades en territorio ruso.
El presidente ruso Putin ha calificado la voluntad europea de vender los activos rusos congelados para financiar a Ucrania como una operación ilegal que pone en peligro la economía mundial. «Quienes se ocupan de las finanzas y la economía se dan cuenta de que esto destruirá de raíz todos los principios de la actividad económica y financiera internacional y causará sin duda daños inmensos a toda la economía mundial», declaró Putin en una rueda de prensa al término de su visita a Pekín.
Desde el inicio de la invasión de Ucrania, la UE y el G7 han bloqueado activos rusos por valor de 300 000 millones de euros, de los cuales más de dos tercios se encuentran en la UE, principalmente en las cuentas de Euroclear, uno de los mayores sistemas de compensación y liquidación de valores financieros de Europa, con sede en Bélgica.
*Federico Rucco, escribe en Contropiano.
Artículo publicado originalmente en Contropiano.
Foto de portada: © ZelenskyyUa

