El sistema moderno de cooperación internacional, basado en los principios y normas universales, comienza a tambalearse. Una de las principales razones es una profunda crisis de confianza a nivel mundial, que, a su vez, provoca un enfrentamiento geopolítico y el riesgo de reavivar los estereotipos del pensamiento de bloque. Este proceso de alienación mutua complica el retorno de la economía mundial a su anterior curso de desarrollo y el restablecimiento de las cadenas de suministro globales.
Los conflictos armados en curso en distintas partes del mundo desestabilizan los flujos comerciales y de inversión, y agravan los problemas para garantizar la seguridad alimentaria y energética.
Junto a esto, los choques climáticos globales, la creciente escasez de recursos naturales e hídricos, el declive de la biodiversidad y la propagación de peligrosas enfermedades infecciosas han puesto de manifiesto la vulnerabilidad de nuestras sociedades como nunca antes. Llevan a la destrucción de bienes comunes existenciales, amenazando la base de la vida de las personas y reduciendo las fuentes de ingresos.
En estas circunstancias, es obvio que ningún país puede esperar por sí solo evitar o hacer frente a estos riesgos y desafíos globales.
Sólo hay una manera de salir de la peligrosa espiral de problemas en un mundo interconectado en el que todos vivimos hoy: mediante un diálogo constructivo y una cooperación multilateral basada en la consideración y el respeto a los intereses de todos. Es precisamente en el momento de la crisis, cuando todos los países -sean grandes, medianos o pequeños por su tamaño- deben dejar de lado sus estrechos intereses y centrarse en esa interacción mutua, unir y multiplicar los esfuerzos y las posibilidades comunes para contrarrestar las amenazas y los desafíos a la paz, la seguridad y el desarrollo sostenible que nos atañen a cada uno.
La cooperación internacional efectiva hace que el mundo sea más estable, predecible y próspero. Es la forma más viable, accesible y cercana de resolver los problemas comunes de nuestro tiempo, así como una póliza de seguro universal contra los retos y choques futuros.
Un modelo de cooperación regional exitoso
La cooperación internacional que redunda en el interés de todos es imposible sin las instituciones multilaterales. A pesar de ciertas deficiencias, siguen siendo los agentes más importantes de la interacción entre los países, tanto a nivel regional como mundial. Las organizaciones internacionales y regionales ayudan a los países a superar las diferencias y a reforzar el entendimiento mutuo, a desarrollar la cooperación política y económica, a ampliar el comercio y a estimular los intercambios culturales y humanitarios.
Estas son las metas y objetivos que persigue una de las instituciones multilaterales más jóvenes: la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS). De hecho, se trata de una estructura interestatal única que ha conseguido unir a países con códigos culturales y de civilización diferentes, con directrices de política exterior propias y con modelos de desarrollo nacional. En un periodo histórico relativamente corto, la OCS ha recorrido un largo camino, convirtiéndose en un elemento integral del moderno orden político y económico mundial.
Hoy en día, la familia de la OCS es la mayor organización regional del mundo, que ha unido un enorme espacio geográfico y aproximadamente la mitad de la población de nuestro planeta.
La base del atractivo internacional de la OCS es su estatus de no bloque, su apertura, su ausencia de objetivos contra terceros países o las organizaciones internacionales, la igualdad y el respeto a la soberanía de todos los participantes, la negativa a interferir en los asuntos internos, así como la prevención de la confrontación política y la rivalidad malsana.
El concepto de éxito de la OCS es la promoción de la cooperación multifacética mediante la garantía de la seguridad regional.
De hecho, la Organización de Cooperación de Shanghai está llamada a convertirse en un polo de atracción sin líneas divisorias, en nombre de la paz, la cooperación y el progreso.
Por lo tanto, el número de Estados que están dispuestos a cooperar con la OCS crece cada año, y esto es especialmente notable en el contexto de la transformación del sistema moderno de relaciones internacionales y regionales.
El valor económico de la OCS se ve reforzado por la autosuficiencia de su espacio, en el que hay economías del mundo en desarrollo dinámico con un enorme potencial humano, intelectual y tecnológico, y por la existencia de grandes volúmenes de recursos naturales no utilizados.
En la actualidad, el PBI total de los Estados miembros de la OCS ha alcanzado aproximadamente una cuarta parte de la cifra mundial. Esta es ya una contribución muy sólida al desarrollo sostenible global de una organización regional que acaba de cruzar su umbral de 20 años.
En un mundo con los nuevos retos y oportunidades, la OCS tiene excelentes perspectivas de transformación y crecimiento, no sólo a través de la reposición cuantitativa, sino también a través de la apertura de nuevos vectores estratégicos. Estos son el transporte y la conectividad, la energía, la seguridad alimentaria y medioambiental, las innovaciones, la transformación digital y la economía verde.

La Presidencia de Uzbekistán: hacia el éxito común a través del desarrollo conjunto
Al aceptar la misión responsable de la Presidencia en la OCS, la República de Uzbekistán se ha apoyado en la estrategia de avanzar en el desarrollo de la Organización abriendo nuevos horizontes de cooperación y lanzando el uso de las reservas sin explotar que tiene cada uno de sus miembros.
Nuestro lema es “La OCS es fuerte si cada uno de nosotros es fuerte”. Poniendo esto en práctica, hemos realizado serios esfuerzos para que la Organización sea aún más fuerte desde dentro y más atractiva desde fuera para nuestros socios internacionales.
En las plataformas de más de ochenta eventos importantes celebrados a lo largo del año, se elaboró una agenda completa para la OCS, empezando por las cuestiones relativas a la ampliación de la cooperación en materia de seguridad, el fortalecimiento del transporte y la conectividad económica y el posicionamiento de la Organización en la escena internacional, hasta la búsqueda de nuevas vías y puntos de desarrollo.
Todas estas prometedoras direcciones de cooperación para la OCS en la nueva etapa de su desarrollo histórico se reflejan en más de treinta programas conceptuales, acuerdos y decisiones preparados durante el período de nuestra presidencia.
Yo diría aún más. La presidencia de Uzbekistán en la OCS es la continuación lógica de una política exterior activa y abierta que ha seguido nuestro país en los últimos seis años. Esta política se materializa, sobre todo, en Asia Central, el núcleo geográfico de la OCS, donde ahora se están produciendo procesos positivos e irreversibles de fortalecimiento de la buena vecindad y la cooperación.
Todos los Estados miembros de la OCS son nuestros vecinos más cercanos, amigos y socios estratégicos.
La Presidencia nos ha dado una buena oportunidad para seguir reforzando la colaboración multilateral y ampliar la cooperación bilateral con cada uno de ellos, así como para establecer nuevos objetivos para una asociación aún más profunda.
Estoy convencido de que es importante y necesario que la OCS comparta su historia de éxito con Afganistán. Este país es una parte integral del espacio más amplio de la OCS. El pueblo afgano necesita ahora más que nunca buenos vecinos y su apoyo. Es nuestra obligación moral tenderles la mano, ofrecerles medios eficaces para superar la crisis de años promoviendo el crecimiento socioeconómico del país, su integración en los procesos de desarrollo regionales y globales.
Afganistán, que ha desempeñado durante siglos el papel de amortiguador en los enfrentamientos históricos de las potencias mundiales y regionales, debería intentar una nueva misión pacífica de conexión entre Asia Central y del Sur.
La construcción del corredor transafgano podría convertirse en un símbolo de esa cooperación interregional mutuamente beneficiosa. También es importante comprender que al realizar proyectos conjuntos de infraestructuras como el ferrocarril Termez – Mazar-i-Sharif – Kabul – Peshawar no sólo estamos resolviendo problemas socioeconómicos, de transporte y de comunicación, sino que también estamos contribuyendo de forma significativa a garantizar la seguridad regional.
Acercando nuestras posiciones, juntos podemos desarrollar una nueva agenda de la OCS para un Afganistán más pacífico, estable y próspero. Sólo así podremos crear un espacio de la OCS verdaderamente estable y sostenible, con una seguridad indivisible.

El “espíritu de Samarcanda”: la encarnación de la cooperación, la comprensión mutua y la amistad
Tras una pausa pandémica de tres años que ha provocado graves trastornos en los vínculos comerciales, económicos e industriales, los países y pueblos de la OCS necesitan comunicarse directamente.
La antigua ciudad de Samarcanda, la joya de la Gran Ruta de la Seda, está dispuesta a recibir a los líderes de catorce países con nuevas propuestas e iniciativas de avance destinadas a servir para el bien y la prosperidad de la OCS y de cada uno de sus miembros.
No cabe duda de que esta legendaria ciudad abrirá otro capítulo de la historia de éxito de la OCS. El glorioso patrimonio histórico de Samarcanda contribuirá a ello.
Durante muchos siglos, esta ciudad ha enhebrado países desde Europa hasta China, fusionando el Norte y el Sur, el Este y el Oeste en un único nodo.
Históricamente, Samarcanda ha sido un crisol de ideas y conocimientos, que “cocinaba” un objetivo común de vivir mejor, tener más éxito y ser más feliz. Y todo el mundo ha sabido que los vecinos amistosos son la mitad de su riqueza, tú mismo eres una bendición para ellos, porque sabes que la cooperación, el comercio, la obra, la ciencia, el arte y las mejores ideas hacen el bien, enriquecen y unen a las naciones.
Estas cualidades únicas de Samarcanda, que hoy cuenta con una infraestructura moderna y de desarrollo dinámico, la convierten en la plataforma más adecuada y demandada para los debates conjuntos, buscando las respuestas necesarias a los retos regionales y globales.
La integridad y la interconectividad de la humanidad son tales que la mayoría de los desafíos requieren un trabajo conjunto no sólo a nivel regional, sino también en el ámbito mundial.
Basándonos en la experiencia de nuestros muchos años de trabajo conjunto, confiamos en que la cumbre de la OCS de Samarcanda sea un ejemplo de cómo podemos iniciar un nuevo diálogo inclusivo basado en los principios de respeto mutuo, confianza y cooperación constructiva en aras de la seguridad y la prosperidad comunes.
Samarcanda puede convertirse en la plataforma capaz de unir y reconciliar a Estados con diferentes prioridades en materia de política exterior.
Históricamente, el mundo mirado desde Samarcanda se ha visto como único e indivisible, en lugar de fragmentado. Esta es la esencia del fenómeno único del “espíritu de Samarcanda”, que puede servir de base para un formato fundamentalmente nuevo de interacción internacional, incluso dentro de la Organización de Cooperación de Shanghai.
El “espíritu de Samarcanda” está diseñado para complementar de forma natural el propio “espíritu de Shanghái”, gracias al cual hace más de 20 años nuestros países decidieron crear una nueva y ansiada organización.
Por lo tanto, confiamos en que en Samarkanda asistiremos al nacimiento de una nueva etapa en la vida de la OCS: aumentará el número de sus miembros y se formará su agenda futura, lo cual es altamente simbólico.
Estamos llenos de optimismo y convencidos de que las decisiones de la próxima cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái contribuirán de forma factible a reforzar el diálogo, el entendimiento mutuo y la cooperación tanto a nivel regional como a escala mundial.
*Artículo publicado originalmente en China Daily.
Shavkat Mirziyoyev es el presidente de la República de Uzbekistán.
Foto de portada: China Daily