El asunto es que estamos en una situación inédita de la historia del sistema internacional, ya que muchos analistas que consideran lo que sucede en Gaza un genocidio o un holocausto, se encuentran observando con sus propios ojos y por primera vez en la historia humana, la ejecución del crimen conocido como el “genocidio”, en base a su definición legal establecida por el derecho internacional y los antiguos tribunales de Núremberg. Está sucediendo en frente de todos nosotros, en vivo, y con todos los detalles. La “Solución Final” de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial fue oculta, escondida de los ojos internacionales, pero este genocidio se está gestando en vivo y en frente de todo el mundo, lo cual hace bastante fácil demostrar que existe una “intención por parte de los perpetradores de destruir físicamente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso”, como lo indica claramente la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948. En realidad, el equipo de Sudáfrica cuenta con la valiosa ayuda del gobierno sionista, con tantas declaraciones en público de “borrar a los subhumanos de la faz de la tierra”.
El pueblo autóctono de Sudáfrica – quienes no son afrikáans o bóeres – fue víctima durante siglos de un genocidio en cámara lenta, muy semejante al que impuso el sionismo y sus patrocinantes británicos y luego estadounidenses al pueblo palestino, desde los 1920, y hasta los momentos. El régimen de apartheid en Sudáfrica fue brutal, inhumano, y organizaciones como el Congreso Nacional Africano (equivalente a Hamas) y su brazo armado La Lanza de la Nación (equivalente a las Brigadas de Eez el Din Al Qassam) fueron señaladas como “terroristas”, justo por la misma gente que en el momento ayuda a perpetrar el Holocausto en Gaza: los gobiernos de Estados Unidos (Ronald Reagan) y de Gran Bretaña (Margaret Thatcher). Como siempre, la historia se repite: una vez como una tragedia, y la segunda, como una farsa.
Adicionalmente, tenemos el tema con la Corte Penal Internacional. Esta hipócrita corte tiene “Investigando” crímenes de lesa humanidad en Palestina desde aproximadamente el 2009. El actual fiscal heredó un expediente de su antecesora (Fatou Bensouda), quien había indicado en el 2019 que “había una base razonable para creer que se han cometido o se están cometiendo crímenes de guerra en Cisjordania, incluido el Este Jerusalén y la Franja de Gaza”, y después en el 2021 había indicado que “hay una base razonable para proceder y existen potenciales casos admisibles”, en relación a una solicitud. No obstante, este nuevo fiscal inglés – su hermano es miembro del partido conservador británico – sigue “investigando”, años después, y a pesar de las conclusiones de la anterior fiscal.
Eso sí, una investigación contra Rusia por supuestos “crímenes de guerra” en Ucrania – el Presidente ruso reubicó a menores de edad de zonas de conflicto (en Ucrania), hacia zonas sin bombardeos (en Rusia), con la finalidad de evitar masacrarlos, muy al contrario de los sionistas en Gaza – produjo resultados extraordinarios, y en apenas 6 meses, pues ya existe una orden de “captura” contra el Presidente Putin. Esta orden de captura se emitió – y qué alegre coincidencia para los Occidentales – poco antes de que el Presidente ruso se dirigiera a Sudáfrica, para atender la Cumbre de los BRICS, el evento internacional más importante del 2023, y también el más importante para el gobierno de Sudáfrica.
Este tribunal hipócrita, es el mismo que pretende condenar el gobierno venezolano por crímenes que nunca se dieron, y que no son de su jurisdicción, de acuerdo con sus estatutos (Venezuela I), al mismo tiempo que pretende que las medidas coercitivas unilaterales que han causado tantas muertes y sufrimiento en el país surafricano, no constituyen crímenes de lesa humanidad (Venezuela II). Lo que realmente sucedió fue que la Corte Penal Internacional fue empleada para atacar al gobierno de Sudáfrica, amenazando adicionalmente que si no “arrestan” al Presidente Putin al llegar a Johannesburgo, el país africano tendrá que enfrentar las “consecuencias”. En realdad, esto todo fue un ataque frontal contra el gobierno de Sudáfrica por no asumir la postura occidental – al igual que tantos gobiernos del Sur Global no lo hicieron – en contra de Rusia y a favor de la OTAN. Es un simple y vulgar “ajuste de cuentas” a través de la instrumentalización y la politización de los organismos internacionales, una práctica que se ha hecho cotidiana por parte de los países occidentales, quienes están desgastando el ámbito multilateral internacional, a favor de sus mezquinos proyectos de dominación y de instaurar una imposible unipolaridad.
Ahora bien, como todos sabemos que la triste aberración y ficha de los gobiernos occidentales que se hace pasar por “fiscal” de la corte penal – el vergonzoso Karim A. Khan – tiene el proceso contra los sionistas en su tribunal paralizado, Sudáfrica procedió a atacar el sionismo en la Corte Internacional de Justicia. La Corte Internacional no se puede dar el lujo de paralizar el proceso por décadas, como efectivamente lo hace la Corte Penal. Adicionalmente, aunque la Corte Internacional no puede “emitir ordenes de captura”, sus decisiones pudieran tener graves consecuencias para el sionismo, como también para Estados Unidos, el autor intelectual del Holocausto en Gaza. Una condena será un golpe severo para Estados Unidos, y no debemos olvidarnos de que este fue el mismo país que colocó a Sudáfrica en su mira por rehusar ser un instrumento de su política exterior, años después de que los norteamericanos fueron los principales defensores del sangriento régimen de apartheid.
Igualmente ayuda que el actor internacional – el Estado, ya que, en la Corte Internacional de Justicia, solamente un Estado puede acusar a otro – que está arrastrando a la entidad criminal del sionismo a que asuma la responsabilidad de su propio genocidio, no es un Estado árabe, persa, turco o del sureste asiático (zonas con mayorías musulmanas). Sudáfrica no es un país en el Medio Oriente, no posee una mayoría musulmana, no es árabe o posee influencia cultural árabe (como otros países del Norte de la África Subsahariana), por lo cual las patéticas excusas del sionismo y de sus aliados occidentales de “antisemitismo” y “sesgos políticos, ideológicos o culturales”, no son creíbles y sustantivas, al aplicarse a la iniciativa sudafricana. Pretoria tiene a su favor un legado histórico espectacularmente heroico, encabezado por una leyenda del anticolonialismo, como lo fue Nelson Mandela. Cuando los representantes de la nación Zulú asuman el podio en la Corte Internacional de Justicia, por lo menos por esos momentos estarán hablando con la voz colectiva de miles de millones de personas, quizás la agrupación más grande del mundo entero: el Sur Global. ¿Qué tiene el sionismo a su favor? Moralmente, nada, pero sí tiene los portaviones, los organismos financieros y los medios de comunicaciones de los estadounidenses. Eso sí, nada propio, de ellos mismos, ni moral, ni histórico, ni mucho menos material.
Si el sionismo es condenado ante el mundo entero por la Corte Internacional de Justicia, el sionismo ignorará la decisión, naturalmente, pero eventualmente las consecuencias caerán sobre ellos y sus patrocinadores, e incluso pudiera tener consecuencias complicadas ante varios organismos internacionales.
No obstante, si la corte emplea todo su arsenal de argumentos leguleyos y logra evitar una condena, pospone su decisión u otra estrategia que logre salvar el sionismo – ojo, lo salvaría solamente de la condena oficial, porque de la condena internacional de los países y pueblos del Sur, es imposible salvarse – entonces las consecuencias serán igualmente problemáticas para Estados Unidos y sus aliados. Para salvar al sionismo, tendrán que “quemar” en el proceso a una de sus organizaciones internacionales más importantes e instrumentales para atacar a sus adversarios geopolíticos principales (como Rusia, Irán y China). No solamente se desgasta la Corte Internacional de Justicia en el proceso de “salvar” al sionismo genocida (perderá credibilidad a nivel internacional, reduciéndose a ser otra mera “OEA”, pero para el ámbito multilateral internacional), sino que igualmente se desgasta la capacidad estadounidense de generar “narrativas” que tengan aceptación en el Sur Global, lo cual es algo que cada día es más importante, en el contexto del enfrentamiento geopolítico global entre Estados Unidos y la OTAN, por un lado, y la Alianza Moscú/Beijing y otras potencias globales como Türkiye e Irán, por el otro.
No obstante, y a pesar de la importancia que tiene estos procesos legales y geopolíticos, quien suscribe no se preocupa por los resultados. Ya podemos ver – y sin la necesidad de pronunciamientos y decisiones por parte de estos mal llamados “tribunales” internacionales – al sionismo desbaratándose y debilitándose, pues solo tenemos que fijarnos en cómo se retira de Gaza a pesar de que no logró sino asesinar mucho de los “rehenes” que ellos buscaban salvar, también vemos el terror que le tienen a Hezb Allah, y finalmente cómo empiezan sus propias elites a pelearse entre ellos mismos, incluso hasta en público. En realidad, nadie le ha causado más daño al maligno proyecto de Theodor Herzl y David Ben Gurion, que los actuales líderes del sionismo.
Omar José Hassaan Fariñas*Internacionalista y Profesor de relaciones internacionales en la Universidad Bolivariana de Venezuela. Colaborador de PIA Global
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