Europa

La centralidad del capital financiero en la solución europea a la crisis

Por Mats Lucia Bayer* –
La ofensiva del capital en el contexto de la crisis actual no solo no responde a estas crisis, sino que es previsible que las ahonde. 

Desde su anuncio en abril de 2020 y tras largas negociaciones y ajustes de los planes de acción nacionales entre los países miembros y la Comisión Europea, el pasado 15 de junio se aprobó el envío de las partidas correspondientes al plan Next Generation EU, y en particular al Fondo de Recuperación y Resiliencia al Estado español y Portugal 1/. El presupuesto total del plan asciende, a fecha de publicación de este artículo, a 806.000 millones de euros (siendo el presupuesto inicial de 750.000 millones). De este total, la UE prevé transferir, en el año 2021, 355.665 millones de euros a los países miembros, que seguramente correspondan a la parte que representan las subvenciones 2/

El fondo Next Generation EU, junto al Marco Financiero Plurianual (el presupuesto de la UE para el período 2021-2027), comprenden un total de 1,8 billones de euros. Se trata del mayor paquete de inversiones jamás impulsado por parte de la UE, siendo un hito para esta institución. En concreto, la superación de la barrera en lo que respecta a la mutualización de la deuda (uno de los grandes tabúes durante la pasada crisis) ha sido presentada como un salto hacia adelante en la integración europea. Más allá de las cuantías, el hecho en sí de haber llegado a un acuerdo entre los 27 Estados se defiende como un gran éxito político. Sin embargo, la supuesta política redistributiva en el seno de la UE se ve parcialmente anulada por el hecho que los países con gobiernos reticentes a la aplicación de estas políticas como Austria, Países Bajos o Finlandia deberán contribuir menos a la UE en los próximos años. Una vez más, el discurso vuelve a chocar con respecto a los procesos reales.

Desde la UE, como desde gobiernos como el español, se insiste en el cambio de rumbo en las recetas para hacer frente a la crisis. Desde la izquierda en el gobierno, tomando como referencia la suspensión del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (principal camisa de fuerza para las finanzas de los Estados) se ha relacionado este cambio de rumbo con el fin del neoliberalismo, e incluso como victoria frente a la doctrina de la austeridad 3/. Más allá de los matices, el plan Next Generation EU se caracteriza por haber conseguido generar un amplísimo consenso a través del espectro político. No solo en el Estado español, sino también en Italia (país más beneficiado por los fondos), donde incluso la Lega de Matteo Salvini ha apostado por integrarse en el gobierno con el fin de poder gestionar los fondos que le corresponden a este país 4/

La comunicación en torno al plan europeo de recuperación tiende a cultivar la ilusión óptica de que es posible llevar a cabo una política que no se base en el ajuste sin poner en duda de forma definitiva los tratados europeos y las reglas básicas mediante las que ha funcionado la economía europea en las últimas tres décadas. Gracias al trabajo de organizaciones militantes como Observatori del Deute en la Globalització, OMAL, Ecologistas en Acción, CADTM, se han desgranado algunos de los detalles de un entramado jurídico complejo, pudiendo dar a conocer informaciones que se iban publicando con el fin de poder analizarlas, entenderlas y alertar sobre sus entresijos y riesgos 5/. Este trabajo es crucial para poder trascender los discursos oficiales del Gobierno y de la UE, y entender que, tomando como ejemplo el caso español, los Fondos de Recuperación actúan ante todo como una vía para apuntalar los intereses de grandes empresas. 

La política de las instituciones se enmarca en un contexto de crisis del capitalismo, cuya dimensión multidimensional ya explicamos en textos anteriores 6/. El objetivo de este artículo no es tanto exponer las contradicciones del propio plan Next Generation EU (trabajo que ya ha sido realizado por otras organizaciones) como poner en perspectiva este plan con respecto al conjunto de estrategias puestas en marcha para “paliar los efectos de la pandemia” y cómo podemos entenderlo desde el punto de vista de la crisis de la deuda. Al situar este plan entre el conjunto de estrategias puestas en marcha a nivel europeo, también podremos tener una perspectiva histórica dentro de la crisis crónica del capitalismo. 

La deuda que esconden los fondos europeos

Una de las grandes novedades del plan Next Generation EU son las llamadas “subvenciones a fondo perdido”, pero que en realidad están sometidas a importantes condiciones de reformas estructurales como puede ser en materia de pensiones. Es preciso recordar el tamaño limitado de esta partida en el conjunto de las políticas previstas por parte de la UE: las subvenciones representan la partida menor (el 45%) del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia; el resto está compuesto por préstamos. Sin embargo, los planes de recuperación presentados por los países miembros a la Comisión Europea recogen proyectos relacionados casi únicamente con las subvenciones. Las razones son múltiples: por una parte, la política monetaria del BCE hace que para algunos países (especialmente los países de Europa central) resulte más atractivo endeudarse directamente en los mercados financieros que pasar por el mecanismo de deuda mutualizada; por otro lado, el fantasma de la crisis de la deuda sigue presente en Europa, por lo que los Estados miembros prefieren que se focalice la atención en las subvenciones

Como hemos comentado, la política monetaria está jugando un papel importante en la financiación actual de los Estados. De hecho, el Banco Central Europeo ha superado con creces a la Comisión Europea en materia de estímulos, de modo que hasta la fecha el grueso de las políticas adoptadas por la UE para paliar los efectos de la pandemia se ha ido centrando en garantizar la estabilidad de los mercados financieros. Estos mercados empezaron a tambalearse a principios de marzo de 2020, cuando la pandemia se comenzó a extender por Europa y EE UU, sufriendo en una semana caídas en torno al 12% de su curso bursátil 7/. El BCE, con Christine Lagarde al mando, estuvo alerta y actuó ante las primeras señales de una posible crisis financiera. Basándose en los programas de compra de activos que había lanzado durante la década pasada, en marzo de 2020 el BCE puso en marcha los programas de compra de activos PEPP y CSPP 8/, fijándose en un principio la meta de comprar activos por un valor de 750.000 millones de euros (montante equivalente al del plan Next Generation EU) 9/. Las posibles comparaciones no acaban ahí: mientras que la Comisión Europea defiende haber puesto en marcha 2,018 billones de euros para el período 2021-2027 (fruto de la suma del presupuesto de la UE y del plan Next Generation EU), el BCE se ha fijado un tope de 1,85 billones de los que ha gastado, en 14 meses, 1,185 billones de euros en activos bajo los dos programas citados 10/

Los programas de compra de activos PEPP y CSPP suceden a los programas lanzados en 2015 (llamados PSPP y CSPP en aquel entonces) bajo el mandato de Mario Draghi, cuando apostó por políticas basadas en la flexibilidad cuantitativa (o quantitative easing –QE– en inglés). Estos programas permitían aumentar las reservas de los bancos en los bancos centrales, liberando así liquidez que las entidades bancarias pueden invertir en otros sectores. En paralelo, el BCE ha mantenido los tipos de interés al mínimo, permitiendo a los bancos tomar prestado dinero a costes mínimos 11/. La política del QE se basa en el principio de que las grandes cantidades de capital liberadas mediante la compra de activos de deuda pueden ser reinvertidas en la sociedad para que la economía crezca y las empresas puedan crear empleo 12/. En el contexto de la pandemia, la compra de activos estaba orientada a evitar que los mercados financieros colapsaran y que los Estados pudiesen socorrer al gran capital. Aunada a la suspensión del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, la política de QE ha permitido a los Estados socorrer a las empresas, pudiendo financiar el pago de sueldos (subvencionando los ERTE), avalar aplazamientos de alquileres en algunos casos (comerciales y en algunos casos residenciales), lanzar paquetes de ayudas para algunos sectores, etc. Además, muchas grandes empresas, algunas de ellas zombis (insolventes), accedieron a créditos baratos, de manera que pudieron financiarse para hacer frente a la pérdida de actividad económica. 

El resultado de estas políticas redunda en que el BCE es, a día de hoy, el mayor acreedor de los países miembros de la UE, con más de 1,1 billones de euros de activos soberanos en sus cuentas. Dicho de otro modo, a finales de 2020, mediante los programas de compra de bonos del BCE, los bancos centrales poseían el 20,38% de la deuda soberana de los países de la zona euro 13/. Hay que subrayar que la distribución de estas compras es desigual, como se puede apreciar en la Tabla 1:  

Tabla 1: Porcentaje de deudas soberanas en manos del BCE

País% de deuda en manos del BCE
Alemania15,6
Austria17,9
Bélgica18,3
Estado español28,0
Francia20,6
Italia33,6
Portugal25,0
Fuente: ECB Statistical Data Warehouse14/.

En definitiva, la deuda juega, una vez más, un papel clave para que los grandes capitales privados (de los cuales muchos de ellos se encuentran en empresas zombis) puedan amortiguar esta crisis. Pero, como hemos constatado en los últimos seis años, esta política se basa en una contradicción enorme: permite aplazar la crisis, pero no la consigue resolver. Mediante el comodín del QE, el BCE ha permitido que los países se endeuden (la deuda pública ha alcanzado casi el 100% del PIB de la zona euro en 2020 15/) evitando además que el sistema financiero europeo implosione durante el primer año de la pandemia. Sin embargo, la compra masiva de bonos de deuda por parte del BCE ha expuesto a este banco central a una paradoja con respecto a sus propias reglas, ya que tiene estatutariamente prohibido prestar directamente a los Estados miembros. Teniendo en cuenta el contexto de crisis económica y social que se extiende por toda Europa, parecería lógico que el BCE pudiese anular las deudas que posee de los Estados miembros 16/. Sin embargo, desde el BCE se ha negado directa e inmediatamente esta posibilidad, lo que le permitirá ejercer una fuerte presión sobre los Estados como principal acreedor. Así, mientras que la deuda mutualizada por parte de la UE se pretende financiar con préstamos a largo plazo, la mayoría de las deudas contraídas por los Estados están destinadas a hacer frente a gastos urgentes (como los mencionados con anterioridad) y son en consecuencia deudas a corto plazo 17/. Los países miembros son a día de hoy extremadamente dependientes del BCE. Esta situación tan delicada provoca desacuerdos entre los países que desean alargar lo máximo posible este paréntesis, sin que haya una fecha de vuelta a la normalidad neoliberal, y las voces que piden una vuelta a las políticas de ajuste lo más rápidamente posible, como lo demuestran los dos recursos que el Tribunal Constitucional alemán ha tramitado con respecto de las políticas de compra de activos del BCE en 2020 y en contra del plan Next Generation EU en 2021 18/.  

Es inevitable que en los próximos meses, o años, se aviven los discursos sobre una nueva crisis de la deuda, y que algunos Estados miembros decidan o se vean obligados a pedir un rescate. Bajo esa perspectiva, es posible que se intente cuadrar este tipo de rescates dentro de los planes de recuperación ya existentes y que la partida de préstamos del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia juegue el papel de fondo de rescate para países como Italia o el Estado español. En todo caso, más allá de esta hipótesis, los cambios en los mecanismos de regulación financiera que la UE lleva operando en los últimos años buscan darle un papel central e imprescindible a los mercados financieros como espacios de gestión y minimización de los riesgos ante una posible crisis de la deuda. Dicho de otro modo, la perspectiva de una nueva crisis de la deuda pública y privada está siendo anticipada como una oportunidad de negocio. 

Las políticas de la UE y el papel de fondos especulativos: la centralidad de los mercados financieros en la Unión Europea 

La crisis financiera de 2007-2008 supuso un choque de realidad para un capitalismo que había intentado disimular su crisis crónica mediante la multiplicación del capital ficticio. Las economías se asomaron al abismo, y la sostenibilidad de los sistemas bancarios se volvió una de las prioridades para los Estados. Estos rescataron a la banca adquiriendo los activos tóxicos para gestionarlos hasta su vencimiento (como fue el caso del FROB y de la SAREB en el caso español), o mediante la recapitalización de entidades bancarias (como Bankia en el Estado español y Dexia –hoy Belfius– en Bélgica). En este contexto, marcado por la presión política y la necesidad de salvar a la banca, en 2009 se puso en marcha el Tercer Acuerdo Regulador de Basilea, también llamado Basilea III. Este acuerdo (que incluía a los sectores bancarios de 28 países) buscaba limitar la exposición de la banca a los llamados productos derivados (foco de riesgo por ser uno de los títulos con los que más se especulaba), obligando a los bancos a aumentar sus reservas, en especial en términos de liquidez. Huelga decir que todas estas restricciones no buscaban resolver las contradicciones del sector financiero sino apuntalarlo, transmitiendo una imagen de mayor control que gran parte de la ciudadanía pedía tras la crisis. Desde el punto de vista de los actores financieros, la limitación en términos de la exposición de la banca al riesgo reduce su capacidad de ampliar sus negocios. Se instaló así una tensión cada vez más latente entre la voluntad de seguir ampliando los márgenes de beneficio y la voluntad de mantener unas mínimas condiciones de estabilidad del sector bancario. Durante la primera mitad de la pasada década, los actores financieros pudieron compensar estas restricciones en el ámbito del crédito privado con la especulación sobre las deudas soberanas…, que, recordemos, se habían disparado tras los rescates a la banca. 

La regulación de Basilea III es la que ha marcado la evolución del sector bancario durante la pasada década. Como mostramos en un artículo previo 19/, tras la llamada crisis de la deuda soberana entre 2010 y 2015, el endeudamiento privado tomó la delantera durante la segunda mitad de la pasada década. Anticipando una nueva crisis financiera, la Unión Europea planteó unas pautas para reducir la exposición de bancos europeos a los llamados préstamos no rentables o NPL 20/ (Non-Performing Loans en inglés). El objetivo era el de armonizar el nivel de exposición con los niveles de EE UU y Japón, evitando que superaran el 5% del total de los activos (aunque la media actual en la UE sea de 2,58%, en Chipre y Grecia se supera con creces, con 11,35 y 26,45% respectivamente 21/). 

Las propias lógicas del capital financiero han dado alas a que otros actores financieros, menos regulados, se expandiesen, mediante el shadow banking [banca en la sombra], la compra masiva de viviendas por parte de Socimis, etc. Con ánimo de ampliar el espacio de negocio para estos capitales, y en previsión de que se irían progresivamente abandonando las políticas de Quantitative Easing, se empezó a poner en marcha otro proyecto de amplio alcance: el de la creación de una Unión de Mercados de Capitales 22/. El objetivo inicial de este proyecto es el de ir desarrollando una estructura normativa que permita a las instituciones financieras operar en cualquier país europeo, reduciendo además la necesidad de provisión de capital para la concesión de préstamos. En resumen, como señala Engelen (Engelen y Glasmacher, 2018: 14), la estrategia para paliar una reducción de la inyección de liquidez fue la de ampliar los mercados en los que los capitales financieros podrían invertir. 

Volviendo al contexto de la pandemia, se prevé que las tasas de préstamos no productivos se disparen tan pronto como los Estados dejen de apoyar activamente al sector privado. Anticipando esta ola de endeudamiento debida a la pandemia, la Comisión Europea está acelerando las reformas para estandarizar los mercados financieros y flexibilizar los mecanismos para el comercio tanto con los bonos soberanos como en especial con las deudas privadas 23/. La política de compra de activos del BCE no ha tenido un impacto significativo en la compra de bonos privados (ABS o Asset Backed Securities) 24/ si se compara con el programa de compra de bonos corporativos CSPP. Por ello, la meta es crear un mercado con títulos estandarizados en Europa, lo cual “facilitará una mayor transparencia” y reforzará el atractivo del mercado de los bonos privados. Ávidos de este nuevo espacio de negocio, desde los lobbies del propio sector se pide que se reduzcan aún más las regulaciones, y especialmente que se reduzca el nivel del colateral necesario para generar securities 25/. En resumen, las políticas monetarias expansivas otorgan la posibilidad a los actores financieros de comerciar con una amplia masa de deudas privadas cuyo lucro será tan alto como dudoso su cobro. Así, mientras que la UE prohibió la creación de productos derivados como los CDS con respecto a la deuda pública, se han buscado vías alternativas equivalentes de comercio con la deuda bajo la excusa de que se trata de la mejor manera de hacer frente a una nueva crisis de la deuda. 

El nodo de todas estas medidas se encuentra en el comercio con los títulos de deuda en los llamados mercados secundarios. Según defiende la teoría neoliberal, la existencia de los mercados secundarios permite difuminar el riesgo de algunos de los préstamos mediante la compra y la venta de bonos, de modo que el conjunto de bonos de peor calidad no se encuentre en una única entidad bancaria o fondo de inversión. Al mismo tiempo, permiten liberar liquidez que puede ser usada para abrir nuevos circuitos de negocio. El argumento presentado a favor de este tipo de estructuras es el mismo que se ha utilizado para defender las políticas monetarias de flexibilización cuantitativa: cuanto más se comercie con bonos de deuda en estos mercados, mayor liquidez se liberará para que sea invertida para el crecimiento de la economía, poniendo el foco, en particular, en las pymes. Este razonamiento es tan ilógico como clave para la economía neoliberal: al poder comprar y vender las deudas bajo la forma de bonos, los bancos y otras instituciones de crédito tienden a prestar más de lo que el mercado puede asumir y, sobre todo, tienden a prestar a mayor riesgo (ya que cuanto mayor sea el riesgo mayor será el rendimiento). Como señala Tombazos (2019: 77), el análisis fragmentario de la realidad por parte de los discursos dominantes tiende a pensar que el desplazamiento del riesgo equivale a su desaparición. En lugar de distribuir y difuminar el riesgo, se tiende a especular con las probabilidades de impago de estos bonos, incurriendo de nuevo en unos mayores riesgos. 

Así, a sabiendas de las consecuencias que puede tener alimentar mercados que especulen sobre la deuda, las instituciones europeas buscan cuadrar el círculo entre beneficios máximos y limitación del riesgo, pretendiendo dar las máximas garantías a un mercado especulativo. Se establecen las bases para que actores financieros como los bancos y fondos de inversión puedan especular tanto con la montaña de deudas privadas como con la deuda pública. Tan pronto como se vuelva a aplicar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento y los planes de recuperación nacionales tengan que cuadrar con las exigencias del semestre europeo, las agencias de notación podrán establecer las bases del negocio sobre la deuda soberana. El recurso a la mercantilización de estas deudas en este mercado no solo revela una continuidad entre el antes y el después de la crisis de 2008. La gestión de una crisis mediante la conversión de deudas en mercancías comercializables las convierte en objeto del mismo fetichismo que cualquier otra mercancía. Otorgar a los mercados secundarios el papel de espacios de saneamiento de los bancos supone un salto cualitativo en la centralidad de los mercados financieros en la economía. 

Conclusiones

La pandemia ha sido la chispa que ha precipitado una crisis que se llevaba fraguando en el capitalismo los años previos y de cuya inminencia ya habíamos estado teniendo señales 26/. La respuesta puesta en marcha en la Unión Europea tiene una doble vertiente: acompañar a algunos de los sectores económicos a través de la crisis y abrir los espacios para los mercados financieros. El plan Next Generation EU es el mayor plan de inversión organizado por la UE desde la firma del Tratado de Maastricht. Por su tamaño, ha sido comparado con el Plan Marshall, aunque esta comparación sea de las más equívocas. Los planes de recuperación que los Estados miembros han presentado a la UE muestran que, lejos de implicar una intervención activa del Estado que refuerce el papel del sector público en la economía, es el sector privado el que determina el sentido de los proyectos y el que se encarga de su ejecución. La transferencia de recursos que supone el plan Next Generation EU hacia el sector privado, al que no se exigen garantías estrictas en términos sociales, de empleo, ecológicos 27/ o igualdad 28/, nos permite anticipar que la deuda derivada de este programa, que será pagada por las y los de abajo, es ilegítima. A nivel productivo, su impacto dependerá de cada Estado miembro: mientras que el Estado español e Italia concentran entre ambos países aproximadamente la mitad de los recursos del Fondo de Recuperación y Resiliencia, Alemania solo tiene previsto pedir 25.000 millones de euros en materia de subvenciones. En todo caso, este fondo servirá como herramienta para ahondar la especialización productiva de cada país en el seno de la UE, que ha solidificado relaciones jerárquicas entre los capitalismos centrales y periféricos. 

El marco analítico propuesto por David Harvey nos ha demostrado ser útil para entender las dinámicas del capitalismo tardío en crisis, especialmente tras la crisis de 2008. Retomando sus conceptos podemos considerar la estrategia europea para la resolución de su crisis del capitalismo desde la perspectiva de la búsqueda de nuevos arreglos espaciales. Estos arreglos los encontramos en las inversiones masivas financiadas o avaladas por el Estado en materia energética y de transportes que inciden directamente en la ordenación del espacio físico, así como de los flujos de mercancías y el desplazamiento de las personas en base a las necesidades de desarrollo del capital. Extendiendo el argumento de Harvey, podemos considerar a partir de las políticas monetarias y la explosión del endeudamiento que el arreglo espacial está irremediablemente acompañado por un arreglo temporal (que representaría el desplazamiento de las contradicciones del capitalismo en el tiempo). Entonces, en líneas generales, estaríamos ante el mismo tipo de soluciones que las que el capitalismo ha presentado durante las últimas cuatro décadas para sortear temporalmente lo que Ernest Mandel (1986) identificó como una onda larga recesiva. Sin embargo, cabe preguntarse más concretamente: ¿hacia dónde podemos suponer que se va a dirigir el capitalismo en Europa si nos atenemos a las políticas impulsadas desde la UE?

En este artículo hemos intentado mostrar la relación entre el plan Next Generation EU y las políticas monetarias y financieras que se están llevando a cabo desde la UE, haciendo hincapié en que existe una racionalidad impuesta desde los mercados financieros que permitirá a los mecanismos de la deuda actuar de manera que los capitales vayan ganando nuevas cuotas de mercado. Así, los mecanismos de la deuda no solo permiten evitar que el capital tenga que hacer frente al conjunto de sus contradicciones, sino que también permiten acelerar el proceso de concentración de la riqueza, desposeyendo a aquellas personas y a aquellos capitales más expuestos y con menor autonomía financiera. El conjunto de las medidas puestas en marcha por la UE gira en torno a tres principios: abrir nuevos espacios de acumulación (especialmente en el plano energético) mediante un ingente apoyo por parte del sector público que permita a los grandes capitales europeos mantenerse competitivos con respecto a sus concurrentes internacionales; abrir nuevos espacios al sector privado mediante las políticas de ajuste ligadas a la deuda; permitir que el propio endeudamiento sea un medio de negocio al ampliar las prerrogativas de los mercados financieros. Estos tres principios corresponden con la más pura esencia de los modelos neoliberales de gestión de las crisis del capitalismo. Por ello, es sorprendente que por parte de algunas voces de la izquierda se haya entendido e incluso defendido como una reversión de las políticas que se llevaron a cabo durante la crisis pasada. Más allá de los intereses tácticos de algunas de estas voces, esta interpretación se basa y reproduce un imaginario del neoliberalismo donde el Estado desaparece para dejar todo el espacio al sector privado. El neoliberalismo realmente existente nos muestra precisamente que el Estado juega un papel fundamental en este tipo de capitalismo (Brenner y Theodore, 2002). Quizás, la manera más sucinta y clara de definir la mutación en las relaciones entre Estado y mercados a la que hemos asistido en los últimos 14 meses sea la de neoliberalismo de Estado, defendida por Daniel Albarracín 29/.

Como explica Shaina Potts a partir de la experiencia de la crisis de la deuda en América Latina en los años 80, la creación de los mercados secundarios constituía un “arreglo socio-espacial para una economía estimulada por el endeudamiento” (Potts, 2017: 3). Además, el creciente papel que jugaron a partir de entonces los mercados secundarios inscribía la racionalidad neoliberal y financiera en el funcionamiento de la política pública, sometiendo el conjunto de las políticas al reembolso y a la renegociación de la deuda con los actores financieros. Tanto a nivel de la deuda pública como privada, los mercados financieros (y en especial los mercados secundarios) son potentes palancas para la “acumulación por desposesión” (Harvey, 2004). Esta dinámica de concentración del capital se corresponde con el propio desarrollo del plan Next Generation EU en Estados como el español, que protege a ciertas grandes empresas mediante subvenciones y avales para préstamos. Es posible que este modelo permita mantener momentáneamente las tasas de beneficios, algo que se puede lograr por el aumento de la tasa de explotación y la reducción de la competencia, mediante la concentración de capital, etc. No obstante, no nos encontramos por el momento ante un cambio que permita vislumbrar una nueva onda larga creciente. Por ello, se trata de un modelo que no resolverá el eterno problema de la crisis crónica de acumulación y que no evitará nuevas crisis. 

La otra cara de la moneda la sufrirán de nuevo y en primer lugar las clases trabajadoras, llamadas a asumir la mayor parte de los costes de unas políticas dirigidas a los grandes capitales. La solución financiero-productiva que nos proponen las políticas europeas nos aboca hacia una estrategia de gestión del cambio climático cuyas coordenadas son las de la acumulación del capital. Esto nos permite prever una profundización de las desigualdades a la hora de hacer frente a las consecuencias del calentamiento global. En segundo lugar, y en relación con las dinámicas de concentración de capital descritas más arriba, es más que probable que asistamos a un proceso de proletarización masiva debido a la desaparición de un sinfín de pequeñas empresas, que no sobrevivirán a la crisis y para las cuales no existe un plan de recuperación específico a largo plazo. La pandemia ha sacado a relucir el conjunto de las crisis que atraviesan nuestras sociedades tras dos siglos de capitalismo industrial y cinco décadas de políticas neoliberales: crisis ecológica, social, de cuidados, etc. La ofensiva del capital en el contexto de la crisis actual no solo no responde a estas crisis, sino que es previsible que las ahonde. 

Notas

1/ https://www.eldiario.es/economia/bruselas-aprueba-plan-espanol-69-500-millones-fondos-europeos-respuesta-equilibrada-situacion-economica-social_1_8044845.html

2/ https://op.europa.eu/en/publication-detail/-/publication/d3e77637-a963-11eb-9585-01aa75ed71a1/language-es

3/ https://www.eldiario.es/opinion/tribuna-abierta/vientos-cambio-europa_129_7915336.html; https://twitter.com/pabloechenique/status/1405216211957395456

4/ https://socialeurope.eu/can-italys-centre-right-coalition-recover-from-far-right-influence

5/ https://odg.cat/blog/actuar-next-generation-eu/; http://www.cadtm.org/La-UE-da-alas-a-los-buitres-a-la-espera-de-que-los-prestamos-dudosos-se; http://www.cadtm.org/El-Fondo-de-Recuperacion-Europeo-un-globo-desinflado; http://www.cadtm.org/El-virus-de-la-obediencia-a-la-arquitectura-economica-europea

6/ http://www.cadtm.org/La-urgencia-de-poner-a-la-deuda-en-el-centro-del-debate

7/ http://www.cadtm.org/Non-le-coronavirus-n-est-pas-le-responsable-de-la-chute-des-cours-boursiers

8/ Acrónimos de “Pandemic emergency purchase programme” (Programa de compra de emergencia debido a la pandemia) y “Corporate sector purchase programme” (Programa de compra al sector corporativo).

9/ https://www.lavanguardia.com/economia/20200319/474255905399/bce-coronavirus-medidas-millones-euros-plan-emergencia.html

10/ Fecha del 2 de Julio de 2021 https://www.ecb.europa.eu/mopo/implement/pepp/html/index.en.html

11/ https://www.euribor-rates.eu/es/tipo-de-interes-del-bce/

12/ https://www.ecb.europa.eu/explainers/show-me/html/app_infographic.en.html

13/ y 14/ https://sdw.ecb.europa.eu/quickview.do?SERIES_KEY=325.GFS.A.N.I8.W2.S13.S121.C.L.LE.GD.T._Z.XDC_R_B1GQ._T.F.V.N._T

15/ https://sdw.ecb.europa.eu/quickview.do?SERIES_KEY=325.GFS.A.N.I8.W0.S13.S1.C.L.LE.GD.T._Z.XDC_R_B1GQ._T.F.V.N._T

16/ https://annulation-dette-publique-bce.com/

17/ https://www.oecd.org/finance/Sovereign-Borrowing-Outlook-in-OECD-Countries-2020.pdf

18/ https://www.elsaltodiario.com/union-europea/bce-constitucional-qe-giro-soberanista-alemania y https://elpais.com/economia/2021-03-26/el-constitucional-aleman-paraliza-la-ratificacion-del-plan-de-recuperacion-europeo.html

19/ http://www.cadtm.org/La-urgencia-de-poner-a-la-deuda-en-el-centro-del-debate

20/ Los NPL son aquellos préstamos cuyo impago excede el período de 90 días y con alto riesgo de impago.

21/ https://sdw.ecb.europa.eu/quickview.do?SERIES_KEY=359.CBD2.Q.B0.W0.11._Z._Z.A.F.I3632._Z._Z._Z._Z._Z._Z.PC

22/ https://www.consilium.europa.eu/es/policies/capital-markets-union/

23/ https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/HTML/?uri=CELEX:32017R2402&from=ES y https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/HTML/?uri=CELEX:32021R0557&from=ES

24/ https://www.ecb.europa.eu/mopo/implement/app/html/index.en.html#cspp y https://www.ecb.europa.eu/mopo/implement/app/html/index.en.html#abspp 

25/ https://www.afme.eu/Portals/0/AFME%20Q3%202020%20Securitisation%20Report.pdf?ver=2020-12-09-173927-407

26/ https://www.cadtm.org/La-crisis-economica-y-los-bancos-centrales; https://www.cadtm.org/Panique-a-la-Reserve-Federale-et-retour-du-Credit-Crunch-sur-un-ocean-de-dettes y http://www.cadtm.org/11-preguntas-11-respuestas-sobre-la-nueva-crisis-mundial-de-la-deuda-y-las

27/ https://www.ecologistasenaccion.org/161399/exigen-que-los-fondos-europeos-se-destinen-realmente-a-proyectos-dirigidos-a-una-transicion-ecosocial/

28/ https://www.pikaramagazine.com/2021/07/los-fondos-de-europa-ignoran-la-agenda-feminista/

29/ http://www.cadtm.org/La-crisis-desencadenada-por-la-pandemia-y-la-economia-politica-de-la-Union

Referencias

Brenner, Neil y Theodore, Nik (2002) “Cities and Geographies of Actually Existing Neoliberalism”, Antipode, 34, 349-379. 

Engelen, Ewald y Glasmacher, Anna (2018) “The waiting game: How securitization became the solution for the growth problem of the Eurozone”, Competition & Change, 22. 

Harvey, David (2004) El nuevo imperialismo. Disponible en: http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20130702120830/harvey.pdf

Mandel, Ernest (1986 [1973]) Las ondas largas del desarrollo capitalista. Madrid: Siglo XXI. 

Potts, Shaina (2017) “Deep finance: sovereign debt crises and the secondary market ‘fix’”, Economy and Society, 46, 3-4, 452-475. DOI: 10.1080/03085147.2017.1408215 

Tombazos, Stavros (2019) Global Crisis and Reproduction of Capital. Springer International Publishing.

*Mats Lucia Bayer, miembro del CADTM (Comité por la Abolición de la Deuda del Tercer Mundo)

Artículo publicado en Viento Sur.

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