En un artículo de opinión publicado el 7 de febrero en The Astana Times, Kassym-Jomart Tokayev, presidente de la República de Kazajstán, anunció que su país acogerá el Foro Internacional de Astana los días 8 y 9 de junio. El artículo pone el foco sobre su pensamiento acerca del estado de los asuntos mundiales y reta a los jefes de Estado y a los diplomáticos a «reunirse para encontrar una nueva forma de avanzar… en un mundo cada vez más polarizado».
«Todos sabemos», escribe Tokayev, «que la paz y la estabilidad mundiales están actualmente amenazadas por las tensiones entre las principales potencias mundiales». Hace un llamamiento a la solidaridad entre las «potencias medias globales» (sus palabras) para hacer entrar en razón colectivamente a las «potencias mundiales» antes de que se desate el infierno en todo el planeta.
Tokayev afirma que su llamamiento a una «nueva conferencia internacional» en Astana, la capital de Kazajstán, «ayudaría a ponernos en la dirección correcta para proteger el futuro colectivo [de la comunidad internacional]». Su declaración implica que vamos en la dirección equivocada.
También hay un sentido de urgencia en su mensaje cuando advierte de que la comunidad internacional se enfrenta a un «riesgo cada vez mayor» de perseguir «soluciones insostenibles a corto plazo», que luego se convierten en «problemas a largo plazo». Las «potencias medias mundiales» lo entienden.
Tokayev quiere que su propuesta de Foro Internacional de Astana sirva como herramienta para «reconstruir una cultura de multilateralismo a nivel mundial», una plataforma para que «las potencias medias mundiales debatan sus puntos de vista y posiciones», y una vía para que los países «propongan sus propias soluciones a los problemas» que les afectan.
Como jefe de Estado y diplomático, Tokayev entiende que un mundo unipolar socava la estabilidad global al obstaculizar y frustrar el diálogo constructivo entre Estados. Es más, sostiene que «los sistemas y alianzas internacionales» se encuentran en un terreno «inestable», cuestionando así su eficacia a la hora de mediar en conflictos complejos o promover la unidad en la escena internacional.
En el explosivo entorno geopolítico actual, Tokayev no se quedará de brazos cruzados ante la falta de voluntad o la incapacidad de las potencias mundiales para mantener la estabilidad estratégica internacional. Por ello, Kazajstán y las «potencias mundiales intermedias» -no identifica quiénes son- necesitan una plataforma neutral que esté libre de acoso externo, intimidación, presiones, promesas vacías y moralinas vanas.
Está claro que Tokayev, presintiendo el peligro, ve la necesidad de que las «potencias medias globales» den un paso al frente, se unan de forma no excluyente (todos están invitados) y se opongan al comportamiento irresponsable de las «potencias mundiales» en estos momentos de crisis.
De este modo, afirma, los países tienen más posibilidades de defenderse del comportamiento temerario de unas élites mundiales inveteradas que a menudo consideran que el bien común se sirve mejor mediante el militarismo y el oportunismo en un despiadado mundo hobbesiano de perro-come-perro (siempre que no les afecte personalmente).
¿Por qué Kazajstán?
Según Tokayev, Kazajstán cree en «un verdadero espíritu de respeto mutuo» hacia los demás, lo que explica «por qué el valor de la cooperación global nos resulta natural. Con este espíritu hemos elaborado nuestra política exterior multivectorial, que nos ha servido bien durante muchos años». Además, «Kazajstán está comprometido con la cooperación global defendiendo el diálogo, el comercio, el multilateralismo y el intercambio de ideas».
En esencia, Tokayev quiere compartir su experiencia en política exterior para ayudar a reducir las tensiones y lograr resultados geoeconómicos beneficiosos para todos y la integración no sólo en Eurasia, sino en el resto del mundo.
El tipo de política exterior de Kazajstán se denomina diplomacia, o arte de gobernar, que puede que ya no esté de moda en muchas capitales del mundo, pero que sigue teniendo adeptos y practicantes entre las «potencias medias globales» dentro y fuera de Eurasia.
Ante el aumento de las tensiones, Tokayev teme que la «aguda recesión económica mundial, en la que muchas naciones, empresas y particulares luchan por mantenerse a flote» se ponga realmente fea.
Por ello, el Foro Internacional de Astana intentará que la comunidad internacional se centre en la «economía y las finanzas mundiales, destacando la necesidad de una respuesta global coordinada a los retos económicos, medioambientales y de seguridad», que debería tener en cuenta el bien de las naciones, empezando por las comunidades locales y las familias.
Tokayev señala además que «la creciente desigualdad de ingresos» en todo el planeta «causa inestabilidad», sugiriendo que el modelo económico imperante en la mayoría de los gobiernos e instituciones financieras (que, aunque no se menciona por su nombre en el artículo, podría denominarse neoliberalismo) ha fracasado en su mayor parte en el mundo en desarrollo y en la clase media en su conjunto.
Optimismo sin ingenuidad
Tokayev parece ser optimista. «Aunque los retos [internacionales] puedan parecer desalentadores», afirma, «también pueden verse como oportunidades para la cooperación y el progreso mundial. Trabajando juntos, la comunidad internacional puede abordar estas cuestiones en el Foro Internacional de Astana y contribuir a un mundo más estable, equitativo y próspero para todos.»
Kazajstán es idóneo para servir de puente entre Oriente y Occidente, Norte y Sur, debido, en palabras de Tokayev, a la «historia y geografía únicas» del país. Quizá las «potencias medias mundiales» acepten la oferta de Tokayev, se levanten, en sentido figurado, y suscriban su programa de compromiso diplomático en un mundo excesivamente militarizado y polarizado.
*Javier M Piedra es consultor financiero, especialista en desarrollo internacional.
Artículo publicado originalmente en Asia Times.
Foto de portada: Logo del Foro Astana. Retirada de Euronews.