El Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) adoptó en mayo de 2017 un nuevo programa en el que se declara como un movimiento palestino nacional, islámico, de liberación y de resistencia que tiene como objetivo estratégico liberar Palestina y enfrentarse al proyecto colonial sionista del llamado «Estado judío».
Según la definición programática del movimiento, Palestina es la tierra y el hogar del pueblo palestino, una tierra árabe islámica sagrada y bendita, que ocupa un lugar especial en el corazón de lo que se entiende por la Ummah (Nación) islámica, formada por el territorio que se extiende desde el río Jordán en el este hasta el Mediterráneo en el oeste, y desde Ras Al-Naqurah en el norte hasta Umm Al-Rashrash en el sur.
El movimiento declara que la ocupación colonial de la Palestina Histórica, así como la expulsión y el destierro del pueblo palestino, a partir de la Nakba (tragedia) de 1948, no anula el derecho del pueblo palestino sobre la totalidad de la tierra, al tiempo que no reconoce ningún derecho del Estado judío sobre ella.
¿Serían estas formulaciones programáticas contrarias al derecho de «Israel» a existir?
Para Hamás, independientemente de las catástrofes que ha sufrido el pueblo palestino desde 1948 como consecuencia de la partición, la ocupación y la política sionista de desplazamiento y limpieza étnica, la identidad palestina no se borrará ni se negará. Un palestino nunca perderá su identidad nacional y sus derechos, incluso después de adquirir una segunda nacionalidad.
El programa del movimiento deja claro que el conflicto en la Palestina ocupada se basa en la lucha contra el proyecto colonial sionista, no contra los judíos. La resistencia entiende que si no se eliminan las causas subyacentes de la injusticia y la tiranía, no se logrará la paz y la seguridad, porque «Israel» es una entidad colonialista que impone una ocupación ilegal de Palestina y somete al pueblo palestino a la opresión, el asedio, la humillación diaria y las violaciones sistemáticas de los derechos humanos. Y contra esto, Hamás promete luchar con fuerza.
En la nueva formulación programática, Hamás sostiene que Israel no es un Estado normal, sino una ocupación de colonos judíos asquenazíes, kazaríes y sefardíes traídos de Europa, creada durante el proceso de expulsión y expropiación masiva del pueblo palestino. Desde 1948, millones de palestinos siguen siendo víctimas de la ocupación, el exilio y la dispersión. En este caso, Hamás defiende que reconocer a «Israel» significaría legitimar todas las reivindicaciones y mitos sionistas en los que se basa la creación del «Estado de Israel».
La relación entre el pueblo palestino e Israel no es una relación entre Estados soberanos, es una relación impulsada por el colonialismo, la expropiación militar y la ocupación israelíes y la lucha de los palestinos por la libertad y la autodeterminación. Esa es la realidad, y no hay manera de evitarla. Pedir a los palestinos que reconozcan la ocupación israelí equivaldría a pedir a los sudafricanos negros que reconozcan la legitimidad del régimen de apartheid blanco de Sudáfrica; o esperar que los argelinos reconozcan la ocupación francesa durante su guerra de liberación nacional.
Para los palestinos, aceptar la realidad de su ocupante y opresor es abandonar el sueño de la libertad y la liberación y traicionar a quienes han luchado largo y tendido por su libertad, autodeterminación y dignidad y el propio principio de la lucha universal por la justicia y la libertad, premisas consagradas en los tratados divinos, el derecho internacional y la Carta de las Naciones Unidas.
Los líderes del movimiento dicen que es posible reconocer a tus amigos, pero que es bastante absurdo aceptar la legitimidad de tus enemigos. Consideran absurdo utilizar el reconocimiento de «Israel» como condición previa para que se produzcan «acuerdos de paz» o «normalizaciones», cuando se sabe que «Israel» continúa con sus acciones sistemáticas de injusticia y opresión contra los palestinos, al tiempo que sigue ampliando la ocupación.
La Organización para la Liberación de Palestina (OLP) reconoció el «Estado de Israel» en 1988 y reiteró este reconocimiento en el proceso de las negociaciones de Oslo en 1993, además de promover diversas iniciativas de paz con «Israel» desde la conferencia de Madrid de 1991. Uno se pregunta: ¿qué han aportado estas negociaciones y este reconocimiento a los palestinos?
Los gobiernos israelíes nunca han respetado las condiciones de los acuerdos. «Israel» nunca ha reconocido los legítimos derechos históricos y políticos del pueblo palestino a la tierra y al retorno, ni su responsabilidad moral, política y jurídica por la expropiación de tierras y la expulsión de palestinos.
Por el contrario, Israel sigue atacando militarmente a los palestinos, con agresiones masivas y confiscación de tierras; construyendo nuevas colonias judías ilegales y ampliándolas; asediando Gaza; y violando sistemáticamente los derechos humanos de los palestinos, acumulando la asombrosa cifra de más de 4.600 presos políticos, entre los que se encuentran unos 160 niños, 34 mujeres, 547 palestinos condenados a cadena perpetua y 9 miembros del Consejo Legislativo Palestino, legítimamente elegido en 2006. Se calcula que desde la Nakba, más de un millón de palestinos de todas las edades han pasado por las cárceles sionistas.
Basándonos en la experiencia de estos «acuerdos de paz» y otras negociaciones con el ocupante sionista, está más que demostrado que estas iniciativas no han conseguido devolver los derechos a los palestinos, ni han garantizado la eficacia de las distintas resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que podrían restablecer estos derechos. El principal problema no son las negociaciones, sino el hecho de que «Israel» no reconoce ninguno de los derechos de los palestinos. Israel simplemente no cumple los acuerdos, sigue transgrediendo lo acordado y sigue avanzando en su política colonialista agresiva en los territorios palestinos.
Desde la perspectiva de la resistencia palestina, sería impensable, inmoral e injusto esperar que los palestinos, que están continuamente oprimidos y subyugados por la ocupación militar israelí, capitulen ante las humillantes condiciones de Israel. No hay ningún precedente en la historia moderna en el que un pueblo haya consentido el robo de su patria sin resistirse, y el pueblo de Palestina ha demostrado definitivamente durante estos 73 años que no será una excepción.
*Sayid Marcos Tenório es historiador y especialista en Relaciones Internacionales. Es colaborador de PIA Global, vicepresidente del Instituto Brasil-Palestina (Ibraspal) y autor del libro Palestina: del mito de la tierra prometida a la tierra de la resistencia (Anita Garibaldi/Ibraspal, 2019. 412 p). Correo electrónico: sayid.tenorio@gmail.com Twitter: @HajjSayid