No se trata solo de una compra de armamento: es una señal estratégica de acercamiento a Pekín en un momento en que Estados Unidos pierde influencia en la región y China consolida su papel como potencia integral —económica, tecnológica y militar— para las naciones del Sur Global.
El ministro de Defensa indonesio, Sjafrie Sjamsoeddin, anunció que Yakarta “pronto volará sobre su capital” con los nuevos cazas chinos, confirmando que el Ministerio de Finanzas aprobó una inversión de casi 9.000 millones de dólares para adquirir al menos 42 unidades del J-10C, uno de los modelos más avanzados de la industria de defensa china.
Con esta decisión, Indonesia se convertirá en el segundo país en el mundo, después de Pakistán, en operar estos aviones de combate de 4.5 generaciones equipados con radares AESA y misiles aire-aire PL-15 de largo alcance.
El acuerdo no es menor: Indonesia se había mantenido históricamente en una posición ambigua, comprando armamento estadounidense (como los F-16) y ruso (como los Su-30), pero evitando comprometerse abiertamente con una sola potencia. Sin embargo, el avance de la cooperación militar con China refleja el nuevo clima político y económico regional, donde los países de la ASEAN buscan diversificar su defensa nacional fuera del dominio estadounidense y apostar por socios estratégicos que ofrezcan transferencia tecnológica y soberanía en materia de armamento.
El J-10C y la diplomacia militar china
Desarrollado por Chengdu Aircraft Corporation, el J-10C representa el salto cualitativo de la industria aeronáutica china, que en pocas décadas pasó de copiar modelos occidentales y soviéticos a competir directamente con ellos. El modelo exportado a Indonesia está equipado con radares de barrido electrónico activo y un sistema de misiles guiados de última generación, con una autonomía y capacidad de combate que supera ampliamente al F-16 y rivaliza con cazas de cuarta generación avanzada como el Rafale francés o el Eurofighter Typhoon.
Pakistán, primer operador internacional del J-10C, ha demostrado la eficacia del modelo en combate, incluyendo la intercepción de aviones Rafale indios en enfrentamientos fronterizos recientes. Esto ha reforzado el atractivo del avión en el mercado internacional, donde países como Egipto también han mostrado interés.
Para China, el acuerdo con Indonesia va mucho más allá de una venta militar. Es una victoria diplomática que consolida su influencia en el sudeste asiático, una región que ha sido campo de competencia directa con Washington.
Pekín ofrece a sus socios no solo armamento, sino también cooperación tecnológica, autonomía operativa y financiación flexible, en contraste con las condiciones restrictivas y politizadas que suelen acompañar los contratos de defensa estadounidenses.

Indonesia y la multipolaridad militar
La estrategia de defensa de Yakarta está claramente orientada hacia la modernización y la independencia estratégica. En los últimos años, el país ha firmado acuerdos de defensa con Turquía (para la compra de 48 cazas de quinta generación KAAN) y con Francia (por 42 Rafale), además de participar en el desarrollo conjunto del KF-21 con Corea del Sur. Sin embargo, el factor decisivo ahora es la creciente cooperación con China, que ofrece un equilibrio de poder frente a las presiones de Occidente y una inserción en el nuevo eje tecnológico-militar del mundo multipolar.
El sudeste asiático se ha convertido en uno de los tableros más dinámicos de la geopolítica global. La guerra comercial y tecnológica entre Estados Unidos y China ha empujado a los países de la ASEAN a diversificar sus alianzas, y el campo de la defensa es quizás el más simbólico de este viraje.
Indonesia, con su peso demográfico y su posición estratégica en el estrecho de Malaca —una de las rutas marítimas más importantes del planeta—, juega un papel crucial en la seguridad regional.
Con la compra de los J-10C, Yakarta envía un mensaje claro: la nueva seguridad asiática no será dictada por Washington, sino construida por las propias naciones del continente, en cooperación con las potencias emergentes del Sur Global.
En tiempos en que Occidente intenta reimponer su dominio bajo discursos de “seguridad democrática” y “contención de China”, Indonesia demuestra que el verdadero equilibrio se alcanza no con subordinación, sino con soberanía tecnológica, militar y diplomática.
*Foto de la portada: CGTN

