El estrecho de Kerch se encuentra en el mar menos profundo del mundo, el mar de Azov. Su importancia viene a estar dada porque constituye el punto de articulación entre Ucrania (al norte), Rusia (al este) y Crimea (al oeste).
El muy angosto Estrecho de Kerch une Crimea con Rusia continental y conecta el mencionado Mar de Azov con el Mar Negro (hacia el sur). A su vez, desde allí, se establecen conexiones primero con el Mar Mediterráneo y por lo tanto luego con el resto del mundo.
Atravesando el estrecho se terminó de construir hace pocos meses un imponente puente de 19 kilómetros que conecta Rusia con Crimea, según un pacto con Kiev firmado en el año 2003.
El conflicto que estalla el domingo 25 de noviembre es el corolario de una escalada de tensiones en torno al uso del área, que se acelera desde la declaración de independencia de la República de Crimea respecto de Ucrania en 2014 y la solicitud por parte de su Parlamento de la Autonomía para incorporarse a la Federación Rusa como una nueva entidad federal. Desde entonces las aguas del estrecho son aguas territoriales rusas.
El domingo 25 Ucrania envió tres pequeñas embarcaciones con personal de inteligencia a bordo para tratar de forzar sin permiso el paso por el Estrecho de Kerch conociendo de antemano que la respuesta rusa sería rápida y contundente. El objetivo de Ucrania era provocar una escalada militar en la región y generar repercusiones negativas sobre Rusia y el G20.
Desde entonces, los medios occidentales se han empeñado en tratar de instalar una supuesta «agresión rusa».
En entrevista con Sputnik, el analista militar Andréi Koshkin de la Universidad Rusa de Economía Plejánov, sostiene que la provocación fue iniciada por las autoridades ucranianas y que seguramente se trate de una orden del presidente ucraniano Petró Poroshenko como maniobra vinculada a la campaña electoral en ese país para ganar popularidad.