Europa

¿Hasta qué punto estuvo Occidente detrás de las protestas de Río Tinto en Serbia?

Por Andrew Korybko* –
Es razonable suponer que detrás de los últimos acontecimientos y de su representación había múltiples grupos de interés: fuerzas populares, personalidades destacadas, ONG occidentales, el propio gobierno serbio y quizás fuerzas oligárquicas «verdes» en competencia. La conclusión es que Serbia sigue siendo un laboratorio para experimentar con las tendencias sociopolíticas.

El Presidente de Serbia, Vucic, condenó a las ONG occidentales por lo que, según él, fueron las encargadas de organizar las protestas contra el acuerdo de extracción de litio de Rio Tinto, llegando incluso a «ayudar a derrocar al gobierno». Las autoridades cancelaron el acuerdo la semana pasada tras una enorme presión popular motivada por las previsibles consecuencias medioambientales del proyecto. También se produjo poco después de que la estrella de tenis serbia Novak Djokovic fuera escandalosamente expulsada de Australia. Antes había publicado en las redes sociales su apoyo a las protestas. Cabe mencionar también que Serbia tiene previsto celebrar elecciones nacionales en abril.

Hay algunos antecedentes cruciales que pueden ayudar a los observadores a entender mejor lo que está sucediendo. El presidente serbio habla habitualmente de las dramáticas amenazas que pesan sobre su país, incluidos los numerosos intentos de asesinato que su gobierno afirma haber frustrado. Casi se ha convertido en una especie de broma entre muchos el preguntarse cuándo será la próxima vez que hable de esto. Aun así, Serbia ya ha sido objeto de ataques por parte de servicios de inteligencia extranjeros hostiles, pero parece que su actual líder se está aprovechando de esos precedentes por razones políticas.

También se da el caso de que el pueblo serbio ya ha demostrado estar dispuesto a movilizarse políticamente por diversos temas que le conciernen. Sin embargo, por muy auténticos que sean, a menudo son absorbidos por las ONG que posteriormente organizan el resto de estos movimientos. En el caso de Río Tinto, también es interesante que Boris Malagurski, de RT, de «El peso de las cadenas», hiciera un programa sobre esto a finales de noviembre, en el que llamó la atención sobre las consecuencias económicas y medioambientales del acuerdo con Río Tinto.

Otro punto a considerar es que mientras Belgrado desechó su proyecto con Río Tinto, aún no ha hecho lo mismo cuando se trata de Volt Resources, otra empresa minera australiana que también obtuvo una solicitud de licencia para Jadar Norte entre otros dos lugares de ese país. Ese es el mismo lugar del que su competidor estaba tratando de extraer litio antes de las últimas protestas que resultaron en el hundimiento de ese acuerdo. Sin hacer nada con respecto a las solicitudes de licencia de Volt Resources, es totalmente posible que una empresa australiana acabe explotando esos recursos, a menos que haya más protestas en su contra.

Por último, todo esto está teniendo lugar en el contexto del «Gran Reajuste»/»Cuarta Revolución Industrial» (GR/4IR), que no es una supuesta «teoría de la conspiración» como afirman falsamente los medios de comunicación occidentales dirigidos por Estados Unidos, sino que es una propuesta de política socioeconómica de largo alcance, objetivamente existente y fácilmente verificable, del mundialmente influyente Foro Económico Mundial (FEM). Estos conceptos interconectados dan prioridad a la llamada «energía verde», parte de la cual se refiere a los «vehículos eléctricos» que funcionan con baterías de litio. Los yacimientos de Serbia de este recurso la sitúan en el punto de mira de quienes se adscriben a la GR/4IR.

Todo esto sugiere que no todo es lo que parece. Es probable que el gobierno serbio no esté bajo la amenaza de un inminente derrocamiento impulsado por las ONG occidentales, ya sea por la fuerza o a través de las próximas elecciones, aunque eso no significa que estas últimas no hayan tenido que ver con las últimas protestas. Además, el resultado de las últimas protestas podría ser inútil si este movimiento no presiona para que se revoque el acuerdo de Belgrado con Volt Resources. Es previsible que se produzcan consecuencias similares a las que advirtió Malagurski, lo que condenaría al país al mismo destino.

El destacado papel que su programa de RT sobre este tema desempeñó en la sensibilización mundial sobre este asunto confirma que es inexacto concluir que sólo las ONG occidentales estaban detrás de las protestas. RT no comparte necesariamente las opiniones de sus colaboradores, a los que acoge en aras de promover el pluralismo periodístico. Nadie debe suponer que RT tuvo una mano secreta en la organización de esas protestas, pero también es innegable que el programa de Malagurski en su plataforma sirvió para informar a gran parte del mundo sobre lo que estaba ocurriendo en su país.

También está el ángulo GR/4IR y el papel histórico de Serbia de ser explotada como un laboratorio sociopolítico por fuerzas extranjeras. Esta tendencia comenzó durante la década de 1980 en el período previo al colapso de la antigua Yugoslavia, respaldado por el exterior e inicialmente impulsado por la economía, que el propio Malagurski expuso tan brillantemente en su famoso documental «The Weight Of Chains», que merece ser visto por todos aquellos que estén interesados en este tema. En realidad, podría darse el caso de que los intereses oligárquicos «verdes» de la competencia (¿tal vez Volt Resources?) se aprovecharan del bienintencionado disgusto de los serbios por el proyecto de Rio Tinto.

Lo mejor que pueden esperar los observadores es si se organizan o no protestas posteriores contra Volt Resources y quién podría estar detrás de ellas, si es que se producen. Hasta entonces, es justo suponer que múltiples grupos de interés estaban detrás de los últimos acontecimientos y de su representación: fuerzas de base, personalidades destacadas, ONG occidentales, el propio gobierno serbio y quizás fuerzas oligárquicas «verdes» en competencia. La conclusión es que Serbia sigue siendo un laboratorio para experimentar con las tendencias sociopolíticas.

*Andrew Korybko, analista político estadounidense.

Artículo publicado en One World.

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