Desde 1990 Yemen es una república que unió a dos estados: Yemen del Norte y Yemen del Sur. Sin embargo, la división entre ambas zonas sigue siendo evidente debido a la presencia de distintas tribus, milicias e influencias extranjeras.
Luego de su unificación, el país peninsular atravesó intensas guerras civiles que desembocaron en la toma de la capital por parte de uno de los movimientos de la resistencia, Ansarallah, en 2015.
Saná, la capital, comenzó a ser gobernada por los hutíes (Ansarallah), y el sur por el gobierno reconocido internacionalmente, el Consejo de Liderazgo Presidencial, bajo el liderazgo actual de Rashad Al Alimi.
Desde finales de noviembre, la región sureña del país se vio desestabilizada por una serie de conflictos que impulsaron la guerrilla y los enfrentamientos entre las facciones de la zona. La principal causa: el petróleo.
Hadhramaut como epicentro
El comienzo de la escalada se dio luego de que Salem Al Khanbashi fuera elegido gobernador de la provincia, en sustitución de Mabkhout bin Madi, quien era un fuerte aliado de los Emiratos Árabes Unidos.
El nombramiento se produjo días después de que las fuerzas del Consejo de Transición del Sur (STC) intensificaran sus despliegues en Seiyun, y después de que el comandante del STC, Abu Ali Al Hadrami, exigiera el control de la meseta.
El Consejo de Transición del Sur (STC), es un grupo separatista financiado por el reino de los Emiratos Árabes Unidos. El 2 de diciembre, lanzó una operación militar, denominada “Futuro Prometedor”, contra la Gobernación de Hadramaut.
En esta operación, el STC tomó la ciudad más grande de Hadramaut, Seiyun, luego de enfrentamientos con tropas del Consejo de Liderazgo Presidencial (PLC) respaldado por Arabia Saudita.
Hadramaut es la gobernación más extensa del país: abarca un tercio del territorio y concentra alrededor del 80% de las reservas petroleras de Yemen. Esto la convierte en un campo de batalla para los agentes externos que buscan conservar su poderío en el país: Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos.
Tras un breve alto el fuego acordado el 3 de diciembre por ambos reinos del Golfo, las fuerzas del STC tomaron la instalación petrolera de Al Aqlah, en Shabwa, además de otras áreas estratégicas de la provincia.
Las regiones de Jathma y Wadi Al Ain recibieron bombardeos aéreos provenientes del STC, cuyos objetivos principales fueron las fuerzas de defensa del gobierno y las facciones tribales sureñas.
Para el viernes 8 de diciembre, el Consejo de Transición del Sur había tomado las instalaciones de PetroMasila —el mayor productor de petróleo de Yemen— y las posiciones circundantes de la Alianza Tribal de Hadramaut
El analista de Yemen International Crisis Group, Ahmed Nagi, sugiere que “Las últimas acciones del STC están motivadas por su esfuerzo por completar su proyecto de extender el control sobre todo el territorio del sur. Consolidar la autoridad sobre Wadi Hadramaut y Al Mahra ha sido durante mucho tiempo la pieza faltante en la visión territorial que promueve”.

Choque de benefactores
Arabia Saudita y Emiratos se habían unido a favor de lucha contra el movimiento hutí en 2015, sin embargo las fuerzas del Consejo de Transición del Sur, se alejaron del gobierno de -en ese entonces- Hadi, llegando a un intento de Golpe de Estado en 2019 en Adén, apoyado con misiles aéreos provenientes de Abu Dhabi.
Ambos reinos se ven en constante disputa por el control de las tierras ricas en petróleo. Previo a los últimos sucesos, ya se hablaba de sus intenciones de dividir Yemen a favor de la explotación de sus recursos naturales y la conquista de zonas estratégicas por parte de ambos países.
A pesar de la rivalidad entre las regiones sur y norte de Yemen, Ansarallah ha intentado realizar acuerdos de paz con Arabia Saudita desde el 2023. En las últimas semanas, representaciones de ambos gobiernos se encontraban realizando esfuerzos por buscar una unificación territorial, reconociendo la urgencia de establecer un sistema que pueda contener a toda la nación.
Para Emiratos Árabes, esto resulta contraproducente, ya que perdería su influencia en el sur y el estatus de sus tropas del STC, fuertes enemigas de los hutíes. Esto se suma al descontento emiratí respecto a declaraciones saudíes que instan un retroceso de Abu Dhabi en su intervención en el conflicto de Sudán, en donde el emirato árabe apoya a las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR).
Además, en septiembre, una delegación saudí encabezada por el mayor general Mohammad al-Qahtani, mantuvo conversaciones con autoridades de Hadhramaut, en donde pidió “la retirada de todas las fuerzas afiliadas al STC” y “restaurar la situación a su estado anterior”.
¿Un retorno a la partición?
Algunos analistas sugieren que el objetivo final de las STC es lograr nuevamente la separación del territorio en Yemen del Norte y Yemen del Sur. Algunos medios comenzaron a circular imágenes de movilizaciones populares con la bandera de Yemen del Sur.
Esto insinúa, que la intención emiratí es tomar el control del sugerido nuevo estado para afianzar su poder en las reservas energéticas y conquistar nuevos puntos claves para bases militares.
La estrategia de Abu Dhabi es conocida en otros países como Sudán y Libia, donde respaldan a poderosos actores locales para obtener influencia, lo que ha resultado en particiones de facto.
Maysaa Shujaa al-Deen, analista sénior del Centro de Estudios Estratégicos de Saná, expresó: “Este es probablemente el mayor punto de inflexión para Yemen desde la caída de la capital, Saná, ante los hutíes en 2015. Tiene el potencial de trastocar las alianzas regionales y locales, incluyendo un conflicto entre los Emiratos y Arabia Saudita. Si el Consejo de Transición Estratégica negocia, estará en una posición sólida para exigir algún tipo de autogobierno para el sur.”

Posiblemente el propósito de Abu Dhabi sea la creación de un nuevo estado en Yemen, pero por el momento lo más cercano que puede lograr es una nueva fragmentación no consensuada, ya que las partes no sugieren querer alcanzar algún acuerdo político en la fracción sur.
De igual forma, Emiratos busca reforzar una red estratégica en el Mar Rojo y en el Océano Índico, así como el control de importantes puertos yemeníes, como el puerto de Adén.
*Gianna Rosciolesi Profesora en Comunicación Social, Técnica en Relaciones Públicas y Ceremonial, Miembro de la Cátedra de Relaciones Internacionales de la Facultad de Periodismo UNLP, Integrante del equipo de Investigaciones de PIA Global.
Foto de portada: Mohammed Huwais / AFP

