Las capacidades de inteligencia y guerra electrónica (EW) de la República Popular China ya no son un complemento del aparato militar, sino una palanca central de su disuasión y defensa regional.
Según la pieza recogida de la plataforma Ordnance Industry Science Technology, un sistema EW montado en un vehículo logró engañar con éxito a un avión de vigilancia extranjero en una operación sobre el Mar de China Meridional, proyectando señales radar falsas que podrían haber desviado al observador hacia blancos que no existían.
Ese escueto hecho —la mención pública de un resultado operativo— dice mucho. China exhibió el mismo tipo de sistema en el gran desfile militar del 3 de septiembre en Pekín, y el relato técnico describe capacidades que, hasta hace poco, se habrían considerado propias de ciencia ficción: miniaturización extrema, bibliotecas digitales de “huellas” electromagnéticas de adversarios y la habilidad de generar una “conciencia situacional” falsa en el campo de batalla.
El balance es claro, Beijing está acumulando herramientas que alteran profundamente la lógica del combate moderno, especialmente en teatros marítimos de alta tensión como el Estrecho de Taiwán y el Mar de China Meridional.
Qué hizo exactamente el sistema y por qué importa
El informe señala que el sistema, instalado en un vehículo compacto —del tamaño aproximado de un jeep— fue capaz de generar una firma radar convincente de un buque “súper grande” desde hasta 300 kilómetros de distancia.
En la práctica, eso significa que un avión de reconocimiento pudo haber sido inducido a creer que seguía a un portaaviones o a un buque anfibio que en realidad no estaba allí. Si misiles o sensores se orientan hacia esos “objetivos fantasma”, su curso se desviará por centenas de metros, con consecuencias tácticas y estratégicas claras: munición desperdiciada, errores de posicionamiento, y en un contexto más amplio, confusión en la toma de decisiones del adversario.
Además de crear falsos blancos, el sistema puede replicar con precisión las características de frecuencia de radares enemigos, efectuar una “supresión de frecuencia disruptiva” y coordinar la interferencia sobre múltiples bandas —radar, comunicaciones y navegación— en segundos. La plataforma integra detección, interceptación y monitoreo del espectro en una sola unidad, lo que reduce drásticamente el tiempo entre detección y contramedida.
Miniaturización y movilidad: la verdadera revolución
Los detalles técnicos llaman la atención por dos razones: eficiencia energética y movilidad. El texto afirma que la densidad de energía de este pequeño dispositivo es 20 veces superior a la de plataformas EW convencionales y que su cobertura equivale a la de 50 inhibidores heredados.
Además, su tiempo de despliegue es una quinta parte del requerido por los sistemas tradicionales. En términos prácticos esto supone que China puede dispersar capacidades EW móviles y eficaces en áreas costeras y en archipiélagos, complicando cualquier esfuerzo enemigo por localizar y neutralizar nodos críticos.
Esa combinación —pequeño tamaño, alta potencia y despliegue rápido— cambia la ecuación defensiva. Ya no es necesario sostener grandes plataformas estáticas para saturar el espectro: se pueden desplegar grupos móviles que patrullen, oculten activos y proyecten “realidades” alternativas para el adversario.
Un elemento clave del sistema es su “biblioteca de huellas dactilares de frecuencia”. Con registros de las firmas electromagnéticas de equipos concretos, el sistema puede identificar y hacer “match” automático para manipular o suplantar señales de plataformas específicas del adversario. Esto eleva la guerra electrónica desde la interferencia genérica hacia operaciones quirúrgicas de inteligencia: identificar, confundir y, cuando se precise, neutralizar sensores enemigos concretos.
Ese enfoque convierte el espectro electromagnético en un dominio donde la información —qué emite, cómo y cuándo— se convierte en el activo más valioso. Dominarlo significa negar la superioridad sensorial del rival, ocultar fuerzas propias y proteger nodos logísticos y de comando con un grado de anonimato operativo hasta ahora difícil de alcanzar.

Un paso hacia la guerra por la información como pilar defensivo
Lo que subyace al relato técnico es un cambio doctrinal. China no se limita a acumular plataformas bélicas; está integrando inteligencia, sensores, guerra electrónica y sistemas de comando en un enfoque de “guerra por la información” donde la valentía se mide por la capacidad de controlar percepciones y decisiones enemigas.
La EW deja de ser un complemento y pasa a ser eje central de defensa, una forma de “asimetría tecnológica” que neutraliza, en parte, la ventaja numérica o de alcance de potencias externas.
Ese enfoque tiene además una vertiente preventiva: al multiplicar las incertidumbres del adversario sobre la realidad operacional, Beijing reduce la probabilidad de que rivales opten por acciones militares precipitadas, porque el riesgo de error y escalada crece.
Mensaje estratégico y señales políticas
Que la prensa técnica china haga pública una operación de EW exitosa es, en sí misma, un mensaje. Señala confianza en la tecnología, deseo de advertir a actores externos —en particular fuerzas de inteligencia y vigilancia occidentales— y la intención de consolidar la percepción de China como potencia defensiva competente. La demostración pública durante el desfile refuerza ese doble objetivo: disuasión militar y proyección de capacidad tecnológica ante audiencias internas y externas.
Para los países de la región y sus aliados, el aprendizaje es obvio: no bastan barcos y aviones; hace falta integrar defensas electrónicas, proteger cadenas de mando y revisar protocolos de identificación y verificación para no caer en trampas de percepción
El incidente relatado por la revista militar no es sólo una nota técnica sobre un sistema EW eficaz. Marca una etapa en la maduración de la defensa china: la conjugación de inteligencia electrónica, miniaturización, movilidad y doctrina operativa orientada a la información.
En el Mar de China Meridional y el Estrecho de Taiwán, ese paquete pone en manos de la República Popular herramientas para proteger sus intereses, aumentar el coste de la intervención extranjera y forzar una reconsideración de las estrategias convencionales de proyección de poder.
En la arena donde sensores y decisiones son tan decisivos como la potencia de fuego, dominar el espectro es dominar la percepción del campo de batalla. Y China, por lo que muestra su propia literatura técnica, ha avanzado de forma notable en esa dirección.
*Foto de la portada: Xinhua