El organismo confirmó, la semana pasada, tras unos días de suspenso que habrá una segunda vuelta entre Sandra Torres (Unidad Nacional de la Esperanza -UNE) y Arévalo.
El juez Fredy Orellana había dictado una orden que suspendía la personería jurídica del Movimiento Semilla, por posibles ilegalidades en el proceso de constitución, cuestión que ponía en jaque su participación en el balotaje. Tras la concesión del amparo, todo seguirá su curso, aunque el Ministerio Público continuará con las investigaciones.
Así, en un escenario marcado por los golpes y contragolpes de los partidos y agrupaciones, con los aparatos jurídico y mediático como herramienta a su disposición y con la participación activa de actores extranjeros, ambos candidatos arrancaron este fin de semana sus giras por el país, rumbo a la segunda vuelta presidencial.
El balotaje nuestro, de cada campaña
El punto de partida no es alentador para el binomio que se imponga en la segunda vuelta, tan resistida por el establishment político del país. El Movimiento Semilla, fundado por Arévalo, en el marco del acuerdo programático “10 Semillas para el Desarrollo”, impulsa políticas para el arraigo, clave para que “se vuelva un país para vivir, no para huir”, como reza el lema electoral. Guatemala sostiene su economía en las remesas que envían sus millones de emigrados a Estados Unidos, es decir que el mayor ingreso de divisas no está creado por la inversión extranjera o por la producción. Tan es así, que Semilla propone en su campaña la creación del “distrito 24”, que sería un nuevo municipio, íntegramente conformado por las y los guatemaltecos en el exterior.
En otro orden de propuestas, más bien reparadora del malestar social, se encuentra el Plan Generación de Empleo, destinado a un millón de jóvenes para contrarrestar el alto desempleo. Guatemala es un país agroexportador donde la gran producción de azúcar y palma es la actividad principal, en detrimento del agregado de valor en origen.
Semilla se propone fomentar el trabajo y la producción enmarcada en una economía “modernizada” que incluya al empresariado nacional, las y los jóvenes y las emprendedoras, mujeres en su mayoría, dentro del 80% que participa de las actividades económicas informales.
Por su parte, Sandra Torres, ex primera dama del Álvaro Colom (2008-2012) que podría llegar a ser la primera mujer en convertirse en presidenta, jugó sus primeras cartas impulsando el reconteo, pero negándose absolutamente a desconocer el resultado y llamar nuevamente a elecciones, una posibilidad que también alimentó el escenario de tensiones.
La candidata de UNE ha centrado su campaña en la política social que llevó adelante su esposo. En un país donde más de la mitad de la población infantil sufre desnutrición severa, el acceso a los bienes de primera necesidad es prácticamente, un privilegio. El último Monitoreo de la Respuesta Humanitaria de la ONU (enero – abril 2023) indica que la Inseguridad Alimentaria y Nutricional (INSAN), el fenómeno de la Movilidad Humana en todas sus manifestaciones y algunos remanentes desde el impacto de las tormentas tropicales Eta/ Iota y Julia, siguen siendo prioridad en la acción humanitaria que ejecutan diversos organismos internacionales y la red de ONGs desplegadas por el país.
Torres promete mayor injerencia del Estado Guatemalteco en estos asuntos, además de poner el acento en la lucha contra la corrupción de las y los funcionarios públicos y sostener la necesidad de generar empleo fomentado por la inversión extranjera directa.
¿Antisistema?
De los 9,3 millones habilitados el último domingo de junio para ejercer su voto, 4 millones no asistieron, y de los aproximadamente 5 millones que votaron, el 17% emitió un voto nulo. Además, casi 2,8 millones de jóvenes en edad constitucional de participar, quedaron fuera del proceso “democrático” a falta de inclusión en el padrón. Cabe, al menos, preguntarse por la responsabilidad del TSE, el mismo que impidió competir a 4 fórmulas para el ejecutivo, algunas según cuestionables argumentos. Algunos analistas relacionan la falta de participación y el alto porcentaje de votos nulos con una estrategia electoral de los partidos que no fueron habilitados a participar.
Hasta pocas horas antes de los comicios, las cada vez menos “confiables” encuestas (a medida de las operaciones de “diversión” si lo pusiéramos en términos de la guerra electoral), daban la delantera en intención de voto al ex Jefe de Gabinete de la Secretaría General de las Naciones Unidas, Edmond Mulet; la hija del dictador Efraín Ríos Montt, Zury Ríos y a Sandra Torres.
El resultado del 25 de junio, lejos de los pronósticos, otorgó una diferencia de tres puntos a Torres, sobre el diputado Arévalo, que se consolidó en la calle, durante las manifestaciones anticorrupción que registró la nación centroamericana en 2015, con el apoyo de una buena parte de la sociedad
Torres, que llega por tercera vez a un balotaje, luego de perder contra Jimmy Morales en 2015 y Alejandro Giammattei en el 19, está acompañada por el ex pastor evangélico Romeo Guerra, como candidato a vicepresidente. El electorado la recuerda por haber impulsado el Programa Presidencial “Bolsa Solidaria”, un paquete de alimentos para la población pobre, que destinó una gran parte del presupuesto del Estado cuando Colom presidió, lo que explicaría parte del voto en el área rural y en las áreas “marginales” urbanas.
Arévalo, hijo del ex presidente (1945-1951), el socialista nacional Juan Jose Arévalos, obtuvo cuatro veces más de los votos que vaticinaban las encuestadoras, tomando por sorpresa a unos cuantos desprevenidos, pero no a las y los militantes territoriales, que otorgaron a él y a Karin Herrera, una victoria contundente. Semilla pasó de tener un pequeño bloque de cinco diputados (arrancó con siete en 2019, pero dos de ellos viraron de partido) a constituir la tercera fuerza parlamentaria. Contará con 23 escaños, solo por detrás de VAMOS (39), UNE (28) y antes de Cabal (18) y Viva (11), en la lista de las primeras cinco alianzas partidarias de las que dependerá la gobernabilidad del próximo presidente.
Luego de que el mundo entero fuera testigo de la suspensión del anuncio de los resultados electorales, por izquierda y por derecha, diversos actores reclamaron el reconocimiento de los resultados del 25 pasado, basados en la participación de los observadores internacionales la misión de la Unión Europea y la de la Organización de los Estados Americanos (OEA) que aseguraron el desarrollo de una “jornada electoral satisfactoria” y la “integridad del proceso electoral”. Además, señalaron la responsabilidad de la Corte Constitucional en el deterioro del proceso.
Human Rights Watch y la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), el Consejo de Autoridades Indígenas Ancestrales de los 48 Cantones de Totonicapán, el gobierno de Brasil y de Noruega, el Departamento de Estado de EE. UU, varias embajadas europeas en Guatemala y el Grupo de Puebla son algunos de los que se posicionaron estos últimos días.
¿Algo podría cambiar en Guatemala? Las candidaturas que no llegaron al proceso electoral y las altas cifras del voto nulo, hablan de una situación en la que no dejan de reproducirse escenas de una guerra multidimensional, donde todas las armas son válidas para atacar los procesos políticos que incomodan a los conservadores del orden que los favorece.
Lo que la prensa instala sobre la supuesta tendencia antisistema del pueblo guatemalteco, podría más bien leerse como la exigencia de ese pueblo, de calidad democrática. Lo que incluye, desde el acceso a bienes básicos como la salud, el agua potable o la educación, hasta la posibilidad de participar libremente en las elecciones. Nada de ello está garantizado hoy en la nación centroamericana.
De cualquier forma, el pueblo trabajador, indígena y campesino guatemalteco ya manifestó su voluntad, a pesar de la desconfianza generalizada. El próximo 20 de agosto una fuerza tendrá la victoria electoral, que en el mejor de los casos será producto de una victoria política sobre la cual pararse para gobernar en un escenario complejo. Escuchar lo que las calles murmuran cada vez con más fuerza en Guatemala, sería una buena estrategia.
Giménez* Licenciada en Psicología y Magister en Seguridad y Defensa de la Nación y en Seguridad Internacional y Estudios Estratégicos.
Caciabue** Licenciado en Ciencia Política y Secretario General de la Universidad de la Defensa Nacional UNDEF en Argentina. Ambos son investigadores del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).
Este artículo fue publicado originalmente por el portal .nodal.am
Foto de portada:nuevarioja.com.ar/