Nuestra América Nuevas derechas

Globalistas y neoconservadores, dos caras de la oligarquía uruguaya

Por Nicolás Centurión*- Uruguay se subió al tren de las disputas de las grandes líneas mundiales, y se conjuga con las líneas ideológicas, familiares y corporativas de más de un siglo atrás.

La disputa global entre neoconservadores y globalistas se expresa también a la interna del gobierno de la coalición derechista uruguaya, liderada por Luis Lacalle Pou, compuesta por cinco partidos: Colorado, Nacional, Independiente, de la Gente y Cabildo Abierto.

Los primeros cuatro los podemos clasificar dentro de los globalistas, muchas veces por sus acciones y políticas, pero por cómo se autodefine Cabildo Abierto, en más de una ocasión se ha posicionado del lado de los neoconservadores.

Estas dos posturas conviven y friccionan en el seno del gobierno. Aunque hoy toma forma esta disputa entre dos corrientes a nivel mundial donde por un lado podemos encontrar a Emmanuel Macron, Justin Pierre James Trudeau, Bill Clinton y Joe Biden; y por el otro a Donald Trump, Matteo Salvini, Viktor Orban, Marinne Le Penn y Jair Bolsonaro. Son dos líneas históricas del Uruguay que han tenido sus pleitos ideológicos desde los albores del siglo XX y que hoy se expresan en dichos bandos.

El punto neural de esta disputa es quiénes detentan el poder, quiénes llevan adelante las riendas de la oligarquía local y cómo se posicionan ante las potencias mundiales. El segundo punto es el rol del Estado, su tamaño y para qué propósitos es utilizado.

El Partido Nacional expresa el ala más liberal de la derecha en términos económicos y de mercado, mientras que Cabildo Abierto representa un sector más estatista, populista. Es un sector que brota desde las Fuerzas Armadas, donde ellas mismas se conciben como “la reserva moral de la Nación” y por ende del Estado.

Aunque el Partido Nacional y el propio presidente Lacalle han manifestado ser “liberal en lo económico y conservador en lo social”, Cabildo Abierto y sus líderes lo corren por derecha. Estos son acérrimos católicos, hispanistas, provida, antimatrimonio igualitario, legalización de la marihuana y todo lo que se denomine “nueva agenda de derechos”.

El lugar de la mujer lo dejan en un segundo o tercer plano, relegada a la reproducción y a ocupar su lugar el hogar. Reclaman por un Uruguay del pasado, con valores de antaño, es decir volver 50 años atrás la sociedad.

El primer objetivo de esta coalición era derrotar al Frente Amplio; y por eso se alineó este Frankenstein de conservadores, liberales, fascistas y oligarcas. Luego tuvo que desmontar mitos sobre su propia historia, olvidar la crisis del 2002, el saqueo de los 90 y el exterminio de la dictadura cívico-militar de los 1970 y principios de los 80.

 Para ellos, el centroizquierdista Frente Amplio es el causante de todos los males del país y en esas ideas se montan. A pesar de que toda la coalición derechista reniegue de Argentina, su arena política y la tan mentada grieta; el modelo neoliberal de Mauricio Macri es algo que no dejan de fomentar todos los días desde sus voceros oficiales y no oficiales.

Para ellos, los sindicatos son los que ponen palos en la rueda a los pobres empresarios que solo quieren emprender y exportar para poder derramar empleo, sus ganancias exponenciales y su riqueza. Las exportaciones solamente crecieron un 17,2% en octubre y la venta de carne volvió a marcar un récord.

Las solicitudes de exportación -incluyendo zonas francas- totalizaron 897 millones de dólares en octubre, según informó Uruguay XXI. Habría que hacer una colecta para que lleguen a fin de mes. Son los “malla oro” (los exitosos empresarios) que nos van a llevar a la salida de esta crisis, como expresó el presidente Lacalle Pou.

Para ellos, los estudiantes y gremios de la educación se quejan de lleno y empobrecen el conocimiento del país haciendo que entren de a miles a la educación secundaria y a la Universidad de la República, en vez de tener filtros, pruebas de admisión y una educación paga que fitre a los pobres…perdón a los más calificados.

De acuerdo a su libreto, el Frente Amplio gobernó quince años y saquearon un país, mientras que los partidos tradicionales apenas estuvieron en el poder 180 años. No tuvieron tiempo de poder transformar el país en una potencia regional. O quizá estaban ocupados en otra cosa.

El gobierno ha librado batalla a cielo abierto y a texto expreso contra los sindicatos no afines a su línea de pensamiento, pero la realidad le está dando pequeñas bofetadas luego de la cachetada grande que recibiera en la épica juntada de 800.000 firmas (en un país de tres millones y poco de habitantes) para habilitar un referendo contra su proyecto insignia, la Ley de Urgente Consideración (LUC).

El gobierno, a través de sus legisladores y principales dirigentes se ha inmiscuido en las elecciones universitarias, en las del Sindicato Médico del Uruguay y en la de los gremios de la educación… y en todas ha perdido rotundamente. De igual manera no descansa e insiste con la personería de la central única de trabajadores PIT-CNT y continúa minando su imagen en medios de comunicación un día sí y otro también.

Es que este gobierno de coalición funciona como una agencia de publicidad, como expresara el expresidente José Mujica. Manejan bien los tiempos políticos, el humor de la sociedad, los rivales con quién elige confrontar y las noticias banales y superfluas con las que maquillar la realidad.

Los hombres que blindan al presidente son Nicolás Martínez, asesor presidencial, ex coordinador de campaña y exsecretario de Luis Lacalle Herrera, padre del actual presidente. Roberto Lafluf es asesor de gobierno y jefe de campaña contra la derogación de LUC. Álvaro Delgado es prosecretario de Presidencia, Rodrigo Ferrés, «padre» de la LUC, íntimo amigo del Presidente y asesor;  y Juan Seré, empresario y asesor de Lacalle Pou que pertenece al think tank IEEM.

Mujica aseguró que el asesor presidencial Roberto Lafluf, exdirector de la agencia de publicidad Avisa/IMC y asesor de comunicación de Lacalle Pou “es el mejor ministro del gobierno sin cartera; es un zar de la bulla.” Y agregó, “es por lejos, por lejos, el mejor ministro del gobierno sin cartera…que maneja naturalmente con mucho oficio este asunto del relato; [es] lo más brillante que maneja este gobierno, que parece monitorear una agencia de publicidad”.

Opinó además que los medios de comunicación “domesticados, por su honda solidaridad de clase en muchos casos, contribuyen a dar una sensación de panorama rosa, aunque la economía haya caído 5 o 6 puntos, aunque hayan rebajado los salarios, aunque haya una desocupación bárbara. Tout va très bien”, ironizó.

Uruguay se subió al tren de las disputas de las grandes líneas mundiales, y se conjuga con las líneas ideológicas, familiares y corporativas de más de un siglo atrás, donde la derecha tanto social, política como empresarial tiene bien claro quiénes son, qué quieren y quiénes son los enemigos.

El campo popular por su parte, donde muchas veces le cuesta reconocerse a sí mismo y se enfoca más en las diferencias que en las coincidencias, tiene un nuevo desafío hasta 2024 desde un punto de vista de ciclos de gobierno. Pero sabemos que dura toda la vida.

El PIT-CNT tiene su Congreso y define su nueva dirigencia, lo mismo que hará el Frente Amplio el próximo mes. A corto plazo está el referendo que diga SI a derogar la LUC, pero a mediano y largo plazo está la reforma de la seguridad social, el (hasta ahora solo anunciado) Tratado de Libre Comercio (TLC) con China y cualquier otra iniciativa que tome el gobierno.

Porque como es claro, la agenda de esto que parece un fracaso económico, no es más que un saqueo exitoso, y la sigue manejando la oligarquía nacional, sea globalista o neoconservadora.

*Nicolás Centurión es Licenciado en Psicología, Universidad de la República, Uruguay. Miembro de la Red Internacional de Cátedras, Instituciones y Personalidades sobre el estudio de la Deuda Pública (RICDP). Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).

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