Dos años después del ataque del 7 de octubre de 2023, el asedio contra Gaza parece entrar en una nueva fase. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que Israel y Hamás firmaron la primera etapa de su plan de paz de 20 puntos, que incluye un alto el fuego, la retirada parcial de tropas israelíes y un intercambio de prisioneros. La noticia llega mientras los aviones de combate continúan sobrevolando el enclave y el número de víctimas palestinas supera las 67.000, en su mayoría mujeres y niños.
El acuerdo —respaldado por mediadores de Egipto, Qatar y Turquía— fue celebrado por líderes occidentales y organismos internacionales como un “avance histórico”. Sin embargo, en Gaza el sonido de las explosiones aún acompaña los intentos de las ambulancias de la Media Luna Roja por ingresar a las zonas más castigadas. Las ruinas siguen humeando y las familias desplazadas permanecen a la espera de una retirada israelí que, según el propio ejército, aún no comenzó.
Desde la ciudad egipcia de Sharm el-Sheikh, donde se desarrollan las negociaciones indirectas, el asesor del Buró Político de Hamás, Taher al-Nono, confirmó el intercambio de listas de prisioneros y destacó el “espíritu de optimismo” que reina entre los mediadores.
Desde Ramallah, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas, recibió a una delegación de la Coalición de Paz Palestino-Israelí, donde expresó su apoyo al acuerdo y agradeció los esfuerzos de Trump y los mediadores regionales. Abbas insistió en que la verdadera paz no puede alcanzarse sin el fin total de la ocupación ni sin el reconocimiento del Estado palestino.
“El objetivo de nuestro pueblo es la libertad, la dignidad, la justicia y el derecho a una vida segura. Reconocer al Estado de Palestina no es un gesto contra Israel, sino un paso hacia una paz justa y duradera”, afirmó.
La mediación de Trump —quien encabeza la iniciativa junto a su secretario de Estado, Marco Rubio— reconfigura el tablero regional al situar a Estados Unidos como garante de una “paz” que se ve frágil, condicionada y funcional a los intereses de Tel Aviv. El plan incluye la creación de una “Junta de Paz” presidida por el propio Trump y con la participación de figuras como Tony Blair, destinada a administrar Gaza en el período posguerra.
El discurso oficial estadounidense habla de “reconstrucción y reconciliación”, pero el terreno palestino sigue marcado por el asedio. Israel mantiene su control sobre los accesos terrestres, marítimos y aéreos, y los ataques selectivos continúan bajo el argumento de “resguardar la seguridad”. Según el Ministerio de Salud palestino, al menos diez personas murieron y 49 resultaron heridas en las últimas 24 horas.
Hamás, por su parte, calificó el acuerdo como un “paso hacia el fin de la guerra” e insistió en que el alto el fuego debe implicar la retirada total de las fuerzas de ocupación, la entrada irrestricta de ayuda humanitaria y la reconstrucción del territorio. En su comunicado, el movimiento agradeció a los mediadores regionales y advirtió que “ninguna paz será posible mientras se mantenga la ocupación”.
Por su parte, el primer ministro Benjamin Netanyahu habló de una “tregua condicionada” y advirtió que la ofensiva “continuará si Hamás incumple”. Fuentes militares israelíes confirmaron que las operaciones “de precisión” seguirán activas durante la “transición”, lo que, en los hechos, prolonga el control militar sobre Gaza y contradice los términos del acuerdo.
Para la población civil, la tregua representa apenas un respiro. En los hospitales improvisados, los equipos de la ONU y de organizaciones humanitarias como Save the Children preparan el ingreso de alimentos y medicinas, mientras advierten que miles de niños padecen desnutrición aguda. Philippe Lazzarini, jefe de la UNRWA, afirmó que la agencia cuenta con provisiones para tres meses, pero pidió apoyo urgente a los Estados miembros para sostener la distribución.
El plan de paz no reconoce las raíces del conflicto: la ocupación, el colonialismo y el apartheid. Ninguna negociación mediada por el poder que financia y arma al ocupante puede producir justicia. Como señaló un analista de Al Jazeera, “la paz impuesta desde arriba solo sirve al vencedor; la que nace desde los pueblos es la única que perdura”.
La historia reciente demuestra que la paz impuesta desde los escritorios del imperio rara vez trae justicia. En Gaza, el fin de la guerra no será tal mientras no cese la ocupación, se levante el bloqueo y el pueblo palestino pueda decidir su destino sin mediadores.
Foto de portada: Agencia WAFA News