Bandera de Gales. Fuente: Chris Downer / Geograph.
Gales es una de las naciones que conforman el cada día más contestado Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte. El independentismo no es una opción actualmente sobre la mesa, pero su fuerza ha crecido desde una porción insignificante hasta una cuarta parte del electorado. ¿Qué podría ocurrir si Gales sigue la estela de Escocia?
EL BREXIT LO CAMBIA TODO
Desde la fecha del Brexit, el independentismo en Gales ha vivido un crecimiento sostenido a pesar de que la región votó a favor de la salida de la Unión Europea con un 52%, siendo la nación que votó en ese sentido junto con Inglaterra y su 53%. Aunque dentro de Inglaterra, Londres supuso una salvedad gracias al negocio financiero y su abrumador 60% de apoyo a la permanencia en la Unión Europea. La población galesa es pequeña en comparación con la inglesa: apenas 3 millones frente a 56 millones de ingleses. De modo que a pesar de tratarse de un feudo laborista donde es difícil ver a otro partido a menos de 10 puntos, el desgaste que los laboristas acusan desde el Brexit y la crisis interna desatada tras la salida de Corbyn siguen haciendo mella entre algunos de sus sectores poblacionales más importantes. Por un lado, la indefinición con respecto al Brexit y por el otro la derechización de Starmer han permitido que el Partido Conservador y los diferentes nacionalismos ocupen algunos nichos laboristas.
La firmeza de los tories durante la salida de la UE, defendida por una mayoría en Gales, les hizo ganar adeptos. Pero las elecciones de mayo de 2021 son un pulso importante, ya que el Laborismo viene de dominar el Parlamento nacional, la Senedd. La primacía de los socialdemócratas es importante puesto que las encuestas muestran un revulsivo acercamiento de las dos siguientes fuerzas: conservadores y Plaid Cyrmu –nacionalistas-. La desaparición del UKIP, el partido nacionalista británico que fortaleció el Brexit apuntala por un lado las posibilidades de los tories y por otro un nuevo movimiento para abolir la autonomía parlamentaria galesa. Y es que según YouGov, los laboristas perderían terreno pero seguirían siendo la primera fuerza. Sin un partido liberal fuerte, la única opción del líder laborista Mark Drakeford sería la negociación con los nacionalistas de Plaid Cymru, ya que también muestran un ideario socialdemócrata. Según esa encuesta, los conservadores podrían desarrollar su mejor desempeño electoral histórico en Gales. Por otro lado, como se ha comentado, entrarían en la Senedd los Abolish the Assembly (AWAP), y es que se está viviendo toda una corriente de partidarios de una centralización en Londres, ante el miedo por el desafío de Escocia.Hasta 2021 los laboristas controlaban el 48% de la Senedd, seguidos de Plaid Cymru (20%), los conservadores (18%), el UKIP (11%) y los liberales (1%). Aunque desde la elección en 2016 se han vivido escisiones de Plaid Cymru o el UKIP que han cambiado la aritmética parlamentaria en favor de grupos minoritarios, independientes y la propia plataforma abolicionista AWAP, que cuenta con representación gracias al transfuguismo, muy presente en la asamblea.
LA AUTONOMÍA DE GALES
La situación de Plaid Cymru es prometedora en el Parlamento pero está lejos de sus mejores resultados, en 1999 y 2007, especialmente con el establecimiento de las instituciones regionales. La puesta en duda de la misma existencia de la institución regional sería un reto constitucional en cualquier país europeo pero no en Reino Unido. Y menos en Gales, que ha tenido menores pretensiones autonomistas que Escocia o Irlanda del Norte: solo aprobaron la creación de la Senedd por un 50’3% a favor y un 49’7% en contra tras el referéndum de 1997.
Una vez asimilada la nueva condición autónoma, los galeses recibirían la capacidad legislativa no consultiva en 2006, con ampliaciones competenciales en 2014 y 2017, tras una consulta para la “devolución” a Gales de las mismas en 2011 –aprobado por un 63% de apoyo en un referéndum-. La “devolución” en áreas clave como sanidad, educación, medio ambiente, agricultura, transporte y partes de la hacienda son consideradas como tal por el espíritu confederal con el que fue fundado el Reino Unido, reconociendo la unión en base a la cesión de base por las distintas “naciones”, a pesar de que en la práctica haya funcionado como un Estado unitario y centralista hasta finales del siglo XX.
Para que la población entendiera estos cambios y se produjeran sin grandes choques conceptuales ha sido muy relevante el hecho de que no haya un sistema político inamovible en una Constitución única sino en una serie de leyes y la concepción de que el Parlamento británico es legítimo para modificarlos. Sobre todo ha sido muy útil para este propósito la concepción de que debía corresponder a la voluntad de las votaciones populares el refrendar estas decisiones. De esta manera los partidos políticos han podido fomentar posturas pero no han puesto en juego la viabilidad del Estado en función de la dinámica electoral ni partidista que haya permitido esos procesos. Es una diferencia conceptual muy importante con el derecho constitucional europeo.
Este proceso de descentralización conocido como “devolución” tuvo su auge en los años 90 y 2000 de manera asimétrica. Gales controla, además de las mencionadas competencias, sus políticas en vivienda, gobierno local, lenguaje propio, servicios de rescate, desarrollo económico, transporte y carreteras. Pero cada región siguió un proceso distinto de “devolución” competencial, quedando Irlanda del Norte, por ejemplo, con justicia, prisiones –deberán ser devueltas al gobierno regional-, control aeroportuario, pensiones, cultura, deporte y comercio. Pero existen vetos competenciales con poderes a los que Irlanda del Norte no puede acceder sin leyes especiales como su defensa, relaciones exteriores, energía, seguridad nacional, ciudadanía y migración o política económica. La seguridad social también es exclusiva del gobierno británico salvo en Irlanda del Norte y, parcialmente, en Escocia. Todas las políticas de Inglaterra se toman directamente desde el parlamento central, ya que no dispone de instituciones propias, lo que facilita ese sentimiento de sumergimiento inglés-británico.
EL INDEPENDENTISMO CRECE EN GALES
Según una encuesta del Sunday Times, el apoyo a la independencia en Gales ya se situaba en 2021 al 23%, con un 11% de indecisos. Pero volviendo a los datos de YouGov para Wales Online, sería de un 25% con un importante 14% de indecisos. Los datos crecen al 33% a favor de la independencia en el voto decidido. Sin embargo, no todo el voto restante sería contrario a la independencia. Y aquí reside la clave de unos datos que siempre han sido mayoritariamente abrumadores en Gales pero ahora están en cuestión. El rechazo a la independencia se situaba en un 70% en 2014 -antes del Brexit-, en un 65% después de la aprobación de la salida de la UE, un 57% en 2019 y en un 50% en la encuesta de 2021 de YouGov.Los sectores mayoritariamente independentistas son los jóvenes (40% de apoyo), que han nacido con la autonomía en Gales y no ven tan impracticable ahondar en ese autogobierno; los urbanos de la bahía de Cardiff (34% de apoyo), frente a los norteños menos propensos a la secesión; y los partidarios de la permanencia en la UE en 2016. Este último dato encaja con la tendencia escocesa de apostar por la independencia tras no haber logrado ganar el referéndum del Brexit ante el impulso inglés. Concretamente en Gales, que votó a favor de la salida de la UE, se traduce solo en 18 puntos más de independentismo entre los que apostaron por la permanencia frente a los partidarios del Brexit, sin ser tan fuerte el efecto como en Escocia, donde sí hay una apuesta por el europeísmo.Además entre las bases de apoyo de los distintos partidos se da una situación curiosa. Los conservadores se muestran en contra de la secesión (8% a favor de la independencia), los votantes de Plaid Cymru se muestran en gran sentido a favor (62%) y entre los laboristas se produce la división: 38% a favor y 39% en contra. La casuística ha hecho que, precisamente, el Ministro Principal de Gales, el laborista Mark Drakeford, reciba un mayor apoyo que Boris Johnson al preguntar por la gestión de la pandemia desde Gales. Los votantes conservadores son más propensos a reconocer el papel positivo de Drakeford de lo que los laboristas se muestran con Boris Johnson. Sin embargo, esa mejor valoración del gobierno laborista galés no se traduce en un mayor apoyo sino en una valoración de las instituciones autónomas frente a la peor gestión de Londres. Y en las encuestas el nacionalismo capitaliza parte de ese apoyo autonomista, pero no los propios laboristas, que son los que gobiernan. También es cierto que Drakeford fue partidario del líder laborista Jeremy Corbyn y no se mueve en las mismas dinámicas electorales que la nueva línea de Starmer, pero al mismo tiempo gobierna en coalición con los liberal-demócratas.En marzo de 2021 llegó la encuesta que más alentó los anhelos independentistas. La cadena británica ITV publicó que, sin contar indecisos, el apoyo a la independencia alcanzaba el 39% -lo cual son 6 puntos más que la anterior de YouGov-, representando el mayor dato histórico. La opinión en todas las encuestas claramente es contraria a la independencia pero hay dos factores a considerar: esta región no ha mostrado tradicionalmente pretensiones secesionistas y aun así ya se habla de un cuarto -o un tercio en voto decidido- del electorado a favor de ello, y la tendencia es prometedora para los independentistas viendo la evolución que siguió el proceso escocés desde años antes del Brexit hasta la actualidad. Esta encuesta de ComRes para ITV reincidía en que Gales estaría más dispuesta a su independencia si Escocia lo lograra primero. El líder del Plaid Cymru aprovechó esta información para defender que “las decisiones sobre Gales deben tomarse desde Gales” y que “la Unión está fallando desde todos los puntos del Reino Unido”. Y con la encuesta, Plaid Cymru tomó la iniciativa y la consulta se puso sobre la mesa: “Solo un gobierno de Plaid Cymru puede lograr un referéndum que cada vez más gente quiere ver”. De hecho, la encuesta muestra también que el regreso a la Unión Europea ganaría en Gales en 2021.Es por ello que si la tendencia continúa y, dado el carácter previo de los procesos escocés y norirlandés, que se encuentran más avanzados, la conclusión del galés residirá en los indecisos y la estela marcada desde el norte. Todo apunta a que la cuestión escocesa podría servir como un nuevo punto de inflexión, a tenor de lo que ocurrió con la constitución de las instituciones galesas en 1999 y el Brexit en 2016.
LA DESINTEGRACIÓN DEL REINO UNIDO DESDE EL BREXIT
El Brexit ha propiciado vaivenes en la relación del Ulster con la Unión Europea, quedando en principio más cerca un acercamiento a la República de Irlanda y, posteriormente, un ligero pero importante retroceso. Irlanda del Norte votó a favor de la permanencia en la Unión Europea con un 55% de los votos para luego ser objeto del principal escollo de negociación. Boris Johnson apostó en principio por una salida dura de la Unión que implicaba en muchos escenarios la frontera dura de Irlanda, para restablecer controles y evitar la permanencia en el mercado único.El acuerdo finalmente evitó tal situación y eliminó la frontera dura mediante la salvaguarda del mercado interno en Irlanda, evitando la reactivación temprana de la violencia y apuntando a un potencial acercamiento con el sur. De hecho, el Sinn Féin está tan fuerte que ya hasta gana las elecciones en la República de Irlanda, provocando que varios partidos se unieran para evitar su llegada al gobierno. Las posibilidades de que la situación en Irlanda del Norte escalase hacia un referéndum de unión con Irlanda y, por tanto, con la Unión Europea estaban en ascenso. El bloqueo que la UE realizó al comercio libre de vacunas por la frontera puso a todos los partidos británicos en contra y amagó con paralizar ese acercamiento. Pero la tensión seguirá creciente por el pulso a causa del mercado interno, tras varias medidas de Boris Johnson que parecían entrar en conflicto con partes esenciales del Protocolo de Irlanda del Norte, como la extensión del periodo para la adaptación al nuevo régimen comercial. La permanencia o salida definitiva de Irlanda del Norte del mercado europeo es un factor ya acordado cuya implementación conlleva considerables discordancias.
Encuesta sobre el apoyo a la salida del Reino Unido en cada región y sobre el apoyo a un referéndum de autodeterminación en el siguiente lustro. Fuente: Sunday Times.
Antes de este suceso, en enero de 2021 el independentismo en Irlanda del Norte ya alcanzaba un 42% a favor, con un 47% en contra y un 11% de indecisos, según la encuesta del Sunday Times. Pero la situación en Gales y en Irlanda del Norte dependerá del resultado del independentismo más potente en Reino Unido: el de Escocia. Si los nacionalistas escoceses de Nicola Sturgeon y el SNP sigue arrasando en cada elección, llegará un punto en el que aparezca de nuevo el referéndum, dado el precedente de 2014 que ganó el unionismo con el 55% de los votos. Desde entonces se traicionó la pretensión nacionalista de permanencia en la Unión Europea –el voto por la permanencia en la UE llegó al 62% en Escocia- y los separatistas solo han crecido. El 50% de los escoceses quería un nuevo referéndum en los próximos 5 años, según la misma encuesta, y el 49% votaría a favor de la secesión. Desde todas las regiones se considera más que probable que esa independencia en Escocia llegue a término en esta década: un 49% de los escoceses, galeses e ingleses y un 60% de los norirlandeses lo piensan. Además, desde Irlanda del Norte se registraba hasta un 44% del electorado satisfecho con una eventual independencia escocesa, así como desde Escocia el porcentaje era del 47% con respecto a una eventual reunificación irlandesa. Los laboristas y los conservadores son defensores del unionismo aunque, al menos entre los conservadores, hay un ala que apuesta por dejar hacer procesos consultivos, como ocurrió durante el gobierno de David Cameron (2010-2016). Entre los nacionalistas no son masivamente partidarios de la unilateralidad pero es una vertiente que se valora.
En la encuesta de ITV, se mostraba un apoyo del 53% -sin contar voto indeciso- a la independencia de Escocia frente al 47% en contra, mientras en Irlanda del Norte el apoyo seguía siendo del 43% a la unión con la República de Irlanda y la secesión del Reino Unido –en consonancia con la Sunday Times-. Además, desde Inglaterra la visión de estos hechos no era muy negativa ya que en torno al 30% de los ingleses no les preocuparía una eventual independencia escocesa, especialmente entre el electorado conservador (40%), los adultos mayores de 55 años (36%) y los partidarios del Brexit (44%). El mayor rechazo a la independencia escocesa se registra desde los partidarios de la permanencia de la UE, los jóvenes y los laboristas. Además, en Inglaterra es donde se alcanzaba el mayor sentimiento identitario británico de todas las naciones. Pero incluso en Inglaterra habría un porcentaje de población favorable a la secesión del Reino Unido del 15% -con un 13% de indecisos- según el Sunday Times.
Por lo tanto, el crecimiento final necesario para que Gales adopte un independentismo real e Irlanda del Norte apueste por el cambio de su estatus definitivamente depende del camino que abra o no Escocia.
Artículo publicado en Descifrando la Guerra.