La tradición de resistencia del pueblo Maya se reinició hace varias semanas en el histórico municipio indígena de Totonicapan, bloqueando el punto nodal de carreteras que comunican al país con México; bloqueos que luego se generalizaron. Frente a esta fuerte presión social interna -hoy concentrada en masivas manifestaciones semanales con un plantón permanente frente al Ministerio Público golpista-, y al rechazo internacional que incluye tibios reclamos del presidente Biden, el Tribunal Supremo Electoral dio por culminados el proceso electoral el 31 de octubre declarando que todos los cargos electos quedan oficializados y adjudicados, siendo inalterables los resultados con lo que se garantiza la alternancia del gobierno. Sin embargo, el mismo Tribunal anuncia 2 días después la suspensión del Partido Semillas (de Arévalo) a solicitud de la Fiscal, por orden de un juez y amparado por la Corte de Constitucionalidad, lo que muestra las presiones del poder económico, de los corruptos y de las fuerzas armadas formadas en el abuso del poder, y la continuidad de su intento de golpe nada blando.
Bernardo Arévalo, quien se declara socialdemócrata, significa para el pueblo guatemalteco una posibilidad de continuidad de la histórica revolución de 1944 que, encabezada por militares nacionalistas progresistas, derrotó a una dictadura de 14 años. Acontecimiento que abrió el camino a la presidencia de su padre, Juan José Arévalo, primer presidente elegido popularmente (1945-1951,) quien tuvo que enfrentar innumerables intentos de golpes. Fue continuado en la presidencia por su ministro de defensa, el militar y político Jacobo Arbenz (1951-1954), quien avanzó en un gobierno progresista que, entre otras reformas, confrontó los intereses bananeros de la United Fruit. Como respuesta, la CIA organizó un golpe de estado e instaló a un militar fascistoide en el gobierno, que abrió camino a nuevos levantamientos de jóvenes militares que crearon las primeras guerrillas en el país. Seguramente mucho influyeron estos hechos sobre un joven observador, el Che Guevara, que en ese momento transitaba camino hacia México donde conocería a Fidel Castro. ¿Quién dijo que nuestras historias no se entrelazan y retoman sus mejores cursos?
En esta anunciada primavera democrática en la que “florecerá Guatemala”, este 20 de octubre el presidente electo asistió por primera vez a una multitudinaria movilización popular, con marchas procedentes de las regiones que confluyeron en la ciudad de Guatemala. Fue un momento muy emotivo y trascendente, no solo por la presencia de los dos hijos de los presidentes mencionados, sino por su encuentro con esas bases indígenas y populares esperanzadas y resistentes, que deberá darle la confianza para que el 14 de enero de 2024, cuando tome posesión, se decida por el camino de recuperar las banderas de la “revolución del 44”.
Como cierre de este resumen histórico, vale recordar que fue el pueblo maya quien más resistió a la colonización española y al intento posterior de sumarlo al modelo de Estado semifeudal que instaló Cortez en México. Hoy sus continuadores defienden sus derechos étnicos, culturales y territoriales en el marco de construir un Estado democrático, participativo y social de derecho.
Es de esperar que, a la creciente indignación frente al genocidio contra el pueblo palestino y la demanda por acabar con el conflicto en Ucrania, se sume el inmediato apoyo de los pueblos y gobiernos del continente y del mundo exigiendo el respeto a la voluntad popular en Guatemala.
Marcelo Caruso Azcárate* Investigador social colombo-argentino
Este artículo ha sido publicado en el portal de El Espectador de Colombia
Foto de portada: Daniele Volpe/The New York Times