Europa

Fisuras en la OTAN

Por Jorge Elbaum* –
Europa y Estados Unidos en un laberinto. El paso del tiempo favorece la estrategia planteada por Putin.

La guerra en Ucrania se ha convertido en un catalizador de realineamientos geopolíticos y se consolida como el epílogo de la hegemonía unipolar estadounidense, que empezó a resquebrajarse con la crisis financiera de 2008 que terminó debilitando el programa neoliberal iniciado en la década del ‘70 del siglo pasado.

Las dos décadas iniciales del siglo XXI exhibieron el fracaso militar de Estados Unidos en Irak y Afganistán, la irrupción como potencia económica y comercial de China, la reconstrucción de la soberanía rusa y el deterioro institucional de Washington, evidenciado en el legado trumpista y el asalto al Capitolio en enero de 2021. Europa occidental, por su parte, también ha visto deteriorarse su proyecto de integración con las crisis de las deudas al iniciarse la segunda década del siglo –que tuvo a Grecia como una de sus víctimas prioritarias– y la posterior salida del Reino Unido en el proceso conocido como Brexit.

En este contexto de reconfiguración se llevó a cabo la reunión de ministros de relaciones exteriores del G7, el conglomerado de países que conforman la OTAN, más Japón. El cónclave se realizó los días 3 y 4 de noviembre en el ayuntamiento de Münster, el mismo lugar donde en 1648 se firmó la Paz de Westfalia, tratado con el que se instituyó el principio de soberanía estatal que el neoliberalismo se encargó de vulnerar, de forma sistemática, durante el último medio siglo. Los temas centrales del encuentro se vincularon al conflicto en Ucrania, las divergencias al interior de los integrantes de la Unión Europea y las inocultables contrariedades entre Washington y Bruselas.

El evento concluyó sin grandes acuerdos, cinco días antes de que se desarrollaran las elecciones en Estados Unidos, en las que no se produjo la anunciada marea republicana, pero sí se evidenció un debilitamiento de los demócratas, en ambas Cámaras.

Según diferentes analistas, el resultado de las elecciones –sobre todo por la pérdida de la mayoría en la Cámara de Representantes por parte de los demócratas– no limitará el envió de armas a Ucrania, pero Estados Unidos se verá obligado a reducir los aportes financieros, por exigencia de los republicanos. Esa posibilidad fue informada por Antony Blinken en el encuentro de Münster, acompañada de una solicitud para que Bruselas se comprometa aún más con el destino de Volodymyr Zelensky.

Las respuestas obtenidas por el titular del Departamento de Estado no fueron las esperadas: el ministro de Finanzas ucraniano, Serguéi Márchenko, informó a Blinken que la Unión Europea no podrá cumplir con los compromisos asumidos de girar en noviembre 2.500 millones de euros. Los compromisos de Bruselas hacia Kiev incluían un préstamo de 18.000 millones de euros, con la condición de ser devueltos a 35 años. Sin embargo, uno de los integrantes de la UE, el Presidente húngaro Viktor Orbán, se ha opuesto de forma terminante: “Decimos sí al apoyo a Ucrania, pero nos oponemos a un crédito conjunto”, ha recalcado este martes Gergely Gulyás, ministro de Gobernación magyar.

Las contradicciones de la Unión Europea han sido conceptualizadas de forma tajante por los diplomáticos rusos: “Observamos que entre las diversas fuerzas políticas de la Unión Europea está surgiendo gradualmente más y más sentido común con respecto a cuánto le cuesta a Europa la rusofobia frenética y el apoyo ciego al régimen de Kiev”, declaró el Representante Permanente de la Federación ante la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), Maxim Buyakevich, en una reunión de su Consejo Permanente.

Mientras se realizaba la reunión de ministros de Relaciones Exteriores en Münster, el canciller alemán Olaf Scholz iniciaba su viaje a la República Popular China. Acompañó al dirigente de la socialdemocracia germana una delegación de empresarios conformada por 12 de los más importantes CEOs de sus empresas industriales de ese país: Volkswagen, Deutsche Bank, Siemens, BASF, BMW, Bayer y Biontech. La visita de los europeos estuvo condicionada por la ampliación de la brecha comercial entre ambos países. En 2021, las exportaciones de Beijing triplicaron el monto facturado por Berlín.

Mientras Scholz recibía cuestionamientos de sus socios otantistas de Washington, que caracterizaron el intercambio con Xi Jinping como una forma de legitimación de su adversario estratégico, China le exigía a Berlín el mantenimiento de relaciones con Europa, con independencia de las condiciones reclamadas por Estados Unidos: “China siempre considera a Europa como un socio estratégico integral. Apoya la autonomía estratégica de la Unión Europea y desea a Europa estabilidad y prosperidad.

China sostiene que sus relaciones con Europa no deben estar sujetas a las condicionalidades exigidas por terceros países”. Los empresarios que participaron de la delegación germana dejaron entrever a los periodistas europeos acreditados que un total de 5.000 empresas alemanas tienen presencia en el país asiático, y que dichas corporaciones han invertido –en las últimas décadas– unos 90.000 millones de euros en China. Un monto que –afirmaron– no están dispuestos de desperdiciar.

El titular del ejecutivo francés, Emmanuel Macron, fue otro de los cuestionados por el Departamento de Estado al negociar en forma directa con Vladimir Putin el envío de una bobina de campo magnético poloidal de 160 toneladas de peso, producida con tecnología rusa. Dicha pieza, según los científicos franceses, es imprescindible para viabilizar el funcionamiento del Reactor Termonuclear Experimental Internacional (ITER, por sus siglas en inglés), útil para su proyecto de fusión nuclear. La bobina mide nueve metros de diámetro y es el primer imán superconductor que se produce en Rusia. La construcción fue confeccionada por el Astillero Sredne-Nevskiy en el marco de un programa colaborativo liderado por el Instituto de Investigación de Aparatos Electrofísicos.

El proyecto se inició en 2008 y su desarrollo fue llevado adelante por la Corporación Estatal Rusa de Energía Atómica, Rosatom, que lidera la implementación de prototipos de reactores de fusión, destinados a ampliar las capacidades energéticas. El desarrollo inicial del proyecto –que augura energía limpia e ilimitada– se inició hace 35 años y se espera que para 2025 se ponga en marcha el reactor termonuclear, luego de que los científicos obtengan el primer conjunto de plasma necesario para su lanzamiento.

El Presidente francés ya había recibido un mensaje crítico por parte de Washington un día antes del embarque de la bobina, por mantener una conversación con el Presidente Nicolás Maduro en el marco de la Cumbre del Clima COP 27, que se llevó a cabo en Sharm el Sheij, Egipto. En esa oportunidad, el mandatario francés se dirigió al líder chavista como Presidente y se comprometió en público a trabajar en forma bilateral: “El continente se está recomponiendo y hay un camino que construir”, dijo Macron sobre los nuevos gobiernos electos en América Latina.

Más allá de las críticas difundidas por los voceros oficiosos de Washington, aparece como evidente el deshielo de la OTAN respecto al eje Moscú-Beijing, incluso en el medio de una guerra que no parece tener un final a corto plazo. La última semana, el embajador ruso en los Estados Unidos, Anatoly Anton, celebró la decisión de la administración de Joe Biden de levantar las restricciones financieras respecto de las misiones diplomáticas rusas.

De forma coincidente, el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price anunció el lunes 7 que en un futuro próximo se reiniciarán las conversaciones con la Federación Rusa para discutir la prolongación del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (también conocido como START III o Nuevo START). Y en esa misma conferencia, Price sugirió que la crisis que se vive en Ucrania “tiene que terminar mediante el diálogo y la diplomacia”.

Aparece como innegable que el paso del tiempo sigue beneficiando la estrategia planteada por Vladimir Putin. Los intentos de regenerar lazos diplomáticos por parte de la OTAN son el resultado del fracaso de las sanciones a Rusia, de la crisis energética que vive la Unión Europea y de la imposibilidad de aislar a Moscú de sus socios asiáticos. Según la Agencia Internacional de Energía, la crisis producida por el faltante de gas en Europa Occidental podría agravarse en 2023 y su costo podría quintuplicarse para los ciudadanos europeos durante el próximo invierno.

El director general de British Petroleum, Bernard Looney, aseguró en la Abu Dhabi International Petroleum Exhibition and Conference (ADIPEC), realizada la última semana en Emiratos Árabes Unidos, que los valores de la energía no podrán ser asumidos por la población en los próximos meses. “Tenemos un invierno difícil por delante y, posteriormente, tenemos un invierno más difícil el año que viene, porque la producción que está disponible para Europa en la primera mitad de 2023 es considerablemente menor que la producción que teníamos a nuestra disposición en la primera mitad de 2022”, describió Russell Hardy, el CEO de la compañía energética suiza Vitol.

Por su parte, Claudio Descalzi, director general de la petrolera italiana ENI, consideró que este invierno será difícil “pero el problema no es este invierno, sino el próximo, porque no vamos a contar con gas ruso en absoluto”. Los periodistas acreditados en ADIPEC no dudaron en adjudicarle la responsabilidad de la crisis venidera a la estrategia de estiramiento de la guerra planteada de forma explícita por los altos mandos militares rusos.

El resquebrajamiento de los lazos intereuropeos motoriza además viejos resquemores. En Polonia se vuelven a verbalizar mensajes contra Berlín, a quien se acusa de no hacer lo suficiente contra Moscú. En ese marco, importantes funcionarios del gobierno de Varsovia insisten en exigir indemnizaciones a Berlín por la destrucción generada durante la Segunda Guerra Mundial. En esa misma línea de autonomía respecto a la Unión Europea, el titular del ejecutivo polaco, Andrzej Duda, anunció en la última semana que su país “dejará de hacer concesiones a la Comisión Europea” luego de que esta cuestionara las políticas xenófobas promovidas por el partido oficialista Ley y Justicia.

Las complicaciones económicas de la UE y los pases de factura en Bruselas –como producto de una guerra empantanada– pueden producir agitaciones o crisis sociales. El Reino Unido anunció la contracción de su economía en un 0,2% y los funcionarios más optimistas asumen una contracción económica segura y una posible recesión sistémica. Una cuarta parte de los europeos aseguraron –ante una consulta realiza por IPSOS en octubre en Alemania, Italia, Francia, Grecia, Polonia y el Reino Unido– que se encuentran en una situación precaria. Más de la mitad, además, percibe que ha disminuido su poder adquisitivo.

Los ciudadanos que se perciben como más afectados pertenecen a Grecia, en un 68%, y a Francia, en una cuota similar del 63%. La mayoría de los encuestados consideran que están en riesgo de encontrarse en una situación de inestabilidad financiera en los próximos meses, y el 34% aseguró que tuvo que prescindir de tratamiento médico cuando su salud lo requería.

Frente a la crisis energética, los gobiernos europeos están buscando soluciones. El Ballet Estatal de Berlín –con apoyo de las autoridades gubernamentales– lanzó el 5 de noviembre un programa basado en bailar para evitar la acumulación de frío corporal ante la crisis de la calefacción: el proyecto incluye diferentes estilos de baile como salsa, swing y tango argentino. La actividad ayudará –aseguran– a “contrarrestar la melancolía invernal, y en cierta medida, también la melancolía causada por el precio de la energía”. La iniciativa causó furor en Rusia: el hashtag #BaileDelFrio superó récords de replicadores. “Al fin y al cabo –sugirió uno de los más difundidos– van a bailar más gracias a Putin”.

*Jorge Elbaum, sociólogo y econosmita argentino.

Artículo publicado en Observatorio de la crisis.

Foto de portada: Global Times.

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