Colombia

EL FASCISMO COLOMBIANO Y LAS ELECCIONES DE 2022

Por Alberto Pinzón Sánchez*. – Las noticias sobre la situación política en Colombia (para no hablar de las generadas por el conflicto armado: escalamiento de la confrontación por el control de toda la frontera con Venezuela, compra de aviones de guerra aérea, bombazo en Corinto, reciclamiento del conflicto armado, etc), además de la deformación que sufren en la falsimedia adicta al régimen, pasan veloces y no dan casi tiempo a una reflexión pausada y asimilable.

 

Pero si se analizan con los conceptos y categorías de la ciencia política inaugurada por A Gramsci, por ejemplo, las que definió para el análisis del fascismo en su país desde la segunda década del siglo XX, pueden darnos algunos puntales sólidos y de más largo plazo para entender la realidad colombiana actual. Veamos el movimiento: 

Una vez derrotado “in nuce” el proyecto reaccionario de prolongar por dos años más el mandato presidencial a la nulidad del subpresidente Duque, presentado en el Parlamento colombiano el 18.03.2021 (el que varios analistas serios interpretaron como un intento de golpe de Estado), el Bloque de Poder Contrainsurgente BPCi dominante, ha decidido definitivamente que para superar la prolongada crisis de Hegemonía por la que atraviesa la sociedad colombiana, será el escenario electoral del 2022 donde se cumplirá el doble objetivo:

Por un lado de unir y centralizar en uno solo toda las clases dominantes y superar definitivamente la fractura entre fracciones de larga data entre “uribistas y santistas”, y determinar quién se queda definitivamente con la Hegemonía en el Estado que cemente el bloque unificado, si el candidato que diga Uribe o el que diga JM Santos; profundice el proyecto reaccionario violento de continuar con el proyecto extractivista de acumulación de capital por despojo impuesto por el Imperialismo y, lleve adelante el reciclamiento del conflicto armado interno (que no es otro nuevo como escriben algunos columnistas del Espectador) con sus dos obligaciones o compulsiones internacionales: la “War on Drugs”, y la guerra de quinta generación narcoparamilitar contra Venezuela que estamos presenciando. 

Y por el otro lado, continuar manteniendo bajo control y sometida a la gran masa de la variopinta pequeña burguesía arribista y antiobrera, que como clase subalterna que es, y aliada incondicional cuando no cooptada por los dominantes, ha empezado a dar alarmantes muestras de independencia y de tener un proyecto propio de masas para disputar electoralmente la presidencia de la república, aliándose con algunos sectores reformistas que se dicen representar a la clase obrera, clase social esta, esencial para el capitalismo dependiente colombiano, actualmente demolida y dispersada   violentamente por el fascismo narcoparamilitar de facto sometiéndola a la más abyecta impotencia política y reivindicativa, como nunca antes se había visto en la historia de Colombia.

La pequeña burguesía “bravucona”, rasgo de clase muy característico de su enfurecimiento ante la frustración de no poder subir o ascender en calidad y cantidad dentro de la estructura colombiana actual de clases sociales, sino por el contrario ir a causa de la crisis, “cuesta abajo en su empobrecimiento, ruina y miseria”, se apresta envanecida y soberbia a salir a la “celada electoral” que le han propuesto, inflada con seudo encuestas en redes sociales y análisis alegres que le hacen algunos violentológos post modernos, promoviendo entre sus seguidores la idea demagógica de que en un gobierno suyo se resolverá mediante reformas el conflicto interno colombiano (como se dijo) reciclado, muy probablemente se supere el fascismo narcoparamilitar, la impunidad Estatal que lo ha cobijado tradicionalmente y lo seguirá protegiendo y, creyendo ingenuamente que la “comunidad internacional” está de su lado.

Que geopolíticamente las cosas siguen como cuando militaban en la ANAPO de los años 70 del siglo pasado, o como cuando firmaban en la Constitución neoliberal y contrainsurgente de 1991 su sometimiento al bloque bipartidista ampliado que se recompuso con su cooptación en ese año, y que todo sigue sin moverse.   

Que la economía-mundo, hegemonizada desde 1945 por la potencia económico-militar-financiera de los EEUU sigue igual, que el Hegemón occidental hoy no afronta un serio proceso de lenta decadencia económico-social manifestada en las sucesivas crisis económicas cíclicas de larga maduración, la última, la crisis financiera del 2008, a la cual se le debe agregar el actual colapso ecológico-climático-demográfico del planeta agravado por la pandemia del coronavirus y el surgimiento paulatino de dos o tres nuevas potencias capitalistas rivales, que han abierto la fase histórica de descomposición-recomposición mundial que se ha dado en denominar con la idea rosada de “transición del Unilateralismo al Multilateralismo”.

Lo que en buen romance no es más que el proceso real de “agotamiento civilizatorio” de un modo de producción globalizado que ha llegado al límite de su posibilidades históricas y necesariamente llevará a su superación dialéctica, y frente a lo cual el reformismo de larga duración por muy bien intencionado que esté o muy bien presentado retóricamente solo será un placebo momentáneo; frente a lo cual hay que tener una clara posición anticapitalista y superadora que se le debe decir claramente a los posibles electores.

Pero no es todo: el BPCi que si está espoleado por la necesidad de la ganancia y sobre todo de garantizarla en el largo plazo, si ha detectado el reto a su Hegemonía y el peligro a su “seguridad”  que representa no controlar la frontera con Venezuela y, se ha dispuesto a enfrentarlo: Ha anunciado la conformación de un bloque de multimillonarios poderes facticos regionales, de experimentados plutócratas y capos de eficaces clanes clientelistas y económicos como los ex alcaldes Alejandro Char (Barranquilla) Federico Gutiérrez (Medellín) y Enrique Peñalosa (Bogotá), tripleta mágica para ganar elecciones a la que ya han anunciado su adhesión los ex mandatarios seccionales, electoralmente aún mejores como Dilian Francisca Toro, del Valle, Luis Pérez, de Antioquia, y Jorge Emilio Rey, de Cundinamarca, y  el ex liberal costeño Verano de la Rosa, orientados por el “capo di tutti capi” desde su hacienda “el Uriberimo”.

Se equivoca el posible rival del santismo, De la Calle al decir que es el uribismo sin Uribe. Es todo lo contario: los dos poderes del Estado a su servicio, el poder legal y el poder ilegal factico unidos por Uribe para después de Uribe.

¿Y la expresión política de la clase obrera? Triste decirlo: un cero a la izquierda, esperando ir a rastras del programa político de la pequeña burguesía, mientras espera aterrorizada cuando llega el de la moto.

¿Será que así se derrotará el fascismo colombiano?  Es en todos los casos, es y será una respuesta difícil de aventurar, y esto es lo que he intentado escribir aquí.

Notas:

*Médico, antropólogo y ensayista colombiano