Hoy las cajeras de supermercados siguen siendo explotadas y las listas de espera en la sanidad pública no han descendido. Aumenta el beneficio de las aseguradoras sanitarias privadas y, caso de sufrir una nueva pandemia, desgraciadamente, la gravedad de la situación y las consecuencias no serán muy distintas a las de hace cinco años. La prioridad no es la protección de las vidas humanas.
Hace unos días, ante del anuncio de Donald Trump de que su objetivo es poner fin lo antes posible a la guerra en Ucrania, para centrarse en otro campo de batalla para él más importante, los principales líderes de la Unión Europea se reunieron en Londres alrededor de Volodímir Zelenski; y de forma sorprendente asumieron el liderazgo del primer ministro de Gran Bretaña, que no es parte de la UE, para mantener en alto la bandera de la guerra.
No tardó más de 48 horas la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en anunciar el plan Rearmar Europa, según ella para defender a los estados de la UE frente a la supuesta amenaza rusa; garantizando que ese plan contará inicialmente con una dotación de hasta 800.000 millones de euros.
La OTAN, instrumento político-militar que en sus 75 años de existencia ha actuado siempre en función del dictado de los EUA; Gran Bretaña, estado que desde el fin de la segunda guerra mundial ha asumido el papel de cabeza de puente de los intereses norteamericanos en Europa; y una Unión Europea que nunca ha pretendido construir un modelo alternativo a lo que representan los EUA; las tres quieren convencernos de la necesidad de rearmarnos para enfrentarnos a la Rusia de Putin, y defender una paz y una democracia que según dicen nos jugamos en Ucrania. Y añaden que Trump ahora es un contrincante, llegando a calificarlo algunos cómo ferviente putinista.
Vivimos una etapa turbulenta, y hay movimientos de importantes actores en la escena internacional que pueden confundirnos; pero también hay quienes aparentan moverse cuando realmente siguen en el mismo sitio.
Trump hace sus análisis en función de su enemigo principal, que sigue siendo China, y considera la guerra en Ucrania un problema en este momento, que le obliga a mantener un gasto y una atención que necesita trasladar lo antes posible a la región indo-pacífica. Y piensa que un acuerdo de paz, garantizando a Rusia algunos de sus objetivos, puede debilitar la alianza estratégica que mantienen Rusia y China.
Una Unión Europea con política propia, lo lógico sería que respondiera positivamente a la posibilidad del fin de la guerra, e intentara reconstruir los puentes volados con Rusia. Desde un punto de vista político, y sobre todo económico, la reconstrucción de relaciones le sería beneficiosa.

Unión Europea
Pero la Unión Europea, no sabemos si por la actuación discreta pero efectiva de Gran Bretaña al pulsar los botones precisos, o porque de verdad lo cree, no se mueve de la paranoia anti-rusa, más propia de la guerra fría que del momento actual.
Quienes mantienen en alto la bandera de la guerra, poniendo sobre la mesa la eliminación de la disciplina fiscal cuando se trate de gasto militar y no lo permiten con el gasto social, tienen por único objetivo contentar a Donald Trump, aunque en sus discursos digan justo el contrario.
El plan «Rearmar Europa» no es más que otro negocio para el complejo militar-industrial norteamericano, dado que es imposible levantar una estructura militar autónoma cuando dependes totalmente de la OTAN, y has incrementado de manera exponencial en los últimos años las compras de material militar estadounidense, superando en la actualidad el 65% de las importaciones por parte de los estados de la UE.
En este tiempo, cuando priman la pantalla y las sensaciones sobre el fondo y el raciocinio, no olvidemos que Trump defiende los intereses imperialistas, igual que Biden y Obama, pero con unas formas distintas, más bruscas, pero con el mismo objetivo. Como magnate, tanto en el anterior mandato como en los pocos meses que lleva de este, emplea en política la técnica agresiva de la que se ha servido en el mundo de los negocios; lanza fuertes ataques iniciales que desconciertan tanto al contrincante como a los que considera súbditos, y rebaja la intensidad cuando entiende que ha avanzado en los objetivos.
Duarte Correa*. Profesor de historia y analista internacional
Este artículo ha sido publicado originalmente en gallego en el portal nosdiario.gal
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