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Estonia podría convertirse en el próximo foco de problemas para Europa

Por Andrew Korybko* –
Los últimos acontecimientos sociopolíticos y de seguridad sugieren que disfruta siendo un Estado de primera línea.

Estonia volvió a ser noticia internacional tras apresar recientemente un supuesto buque de la llamada «flota en la sombra» rusa, ante lo cual Rusia tuvo una reacción comedida por las razones pragmáticas que se explican aquí, pero también ha estado suscitando problemas con Rusia de otras maneras. La mencionada provocación coincide con la aprobación de una ley que permite a Estonia hundir buques extranjeros que considere una amenaza para la seguridad nacional. Es posible que ésta sea la próxima escalada regional planeada.

En el frente de la seguridad, Estonia también quiere desplegar algunas de sus tropas en Ucrania como parte de una misión de mantenimiento de la paz dirigida conjuntamente por Francia y el Reino Unido. Además, siempre existe la posibilidad de que el Reino Unido decida transformar su presencia militar rotativa de unas 1.000 tropas en Estonia en una presencia permanente. Se convertiría así en el tercer miembro de la OTAN en hacerlo en la región, después de Estados Unidos (en Polonia y Rumanía) y Alemania (en Lituania). Esto podría venderse como una protección contra la retirada de algunas tropas estadounidenses.

La situación interna de Estonia también se está volviendo cada vez más tensa como resultado de tres acontecimientos interconectados. El primero se refiere a la última ley que deniega el derecho de voto local a los extranjeros, entre los que se incluye parte de ese 22,5% de rusos que viven en el país y que no cumplen los criterios de ciudadanía posteriores a la independencia, por lo que se les clasifica legalmente como «apátridas». Estonia los considera descendientes de los «ocupantes soviéticos», que es la base sobre la que ha restringido sus derechos.

Ampliando el último punto sobre la percepción histórica, Estonia también está intensificando su larga campaña de desmantelamiento de monumentos soviéticos de la Segunda Guerra Mundial, que el Estado considera símbolos de la ocupación soviética. Rusia, sin embargo, cree que esta medida equivale a un revisionismo histórico. En relación con esto, los lectores deben saber que Rusia ha acusado sistemáticamente a Estonia de glorificar a los colaboradores nazis, siendo el ejemplo más flagrante de ello las marchas anuales en honor de las SS.

Por si estas medidas no fueran suficientemente provocadoras, Estonia acaba de aprobar una ley que obliga a la Iglesia Ortodoxa Cristiana de Estonia a romper sus vínculos canónicos con la Iglesia Ortodoxa Rusa. La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Maria Zakharov, reaccionó denunciando que «la destrucción sistemática de los derechos humanos y las libertades fundamentales continúa bajo la apariencia de eslóganes supuestamente democráticos». Una vez más, se ha asestado un golpe a uno de los ámbitos más sensibles: los derechos y libertades religiosos».

Estonia puede amenazar impunemente los intereses directos e indirectos de Rusia, relacionados con su seguridad nacional y los derechos de sus coetáneos en ese país, debido a su pertenencia a la OTAN. Los únicos escenarios realistas en los que Rusia podría consentir el uso de la fuerza militar son si Estonia participa en el bloqueo del Golfo de Finlandia, utiliza la fuerza contra buques rusos (ya sean buques de guerra o barcos civiles de bandera rusa), o ataca a través de la «Línea de Defensa del Báltico» que está construyendo a lo largo de su frontera.

Mientras Estonia mantenga sus provocaciones por debajo de estos umbrales, el riesgo de que estalle una guerra importante debería seguir siendo bajo, pero las tensiones bilaterales empeorarán, al igual que las existentes entre Rusia y los miembros europeos de la OTAN. Esto podría convertir a Estonia en el próximo punto conflictivo de Europa, acelerando así la militarización del Mar Báltico y de la región ártica cercana, incluyendo probablemente la frontera ruso-finlandesa. Las tensiones entre Rusia y la UE persistirían entonces indefinidamente aunque las relaciones entre Rusia y Estados Unidos mejoraran en el futuro.

*Andrew Korybko, analista geopolítico internacional.

Artículo publicado originalmente en Substack del autor.

Foto de portada: Adobe stock

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