Como resultado de las recientes reuniones del G7 y la OTAN, el progreso mundial “sonámbulo” hacia un holocausto nuclear recibió un gran impulso. La razón principal es el presidente Biden.
Abrumado por su larga lista de problemas internos y decrecientes calificaciones, busca cambiar de tema exagerando la guerra en Ucrania y demonizando al presidente ruso, Vladimir Putin.
Por un lado, parece que lo está consiguiendo. Todos los participantes en estas reuniones acordaron inyectar más dinero y armas en Ucrania. El nombre de Putin con epítetos negativos se repitió con más frecuencia que las nobles promesas de libertad y democracia.
Sin embargo, a juzgar por lo que está sucediendo en el campo de batalla, todo esto no sólo prolonga el sufrimiento del pueblo ucraniano, sino que también aumenta las posibilidades de una Tercera Guerra Mundial, si la política estadounidense no cambia, y rápido.
Según la última encuesta de Gallup, los estadounidenses no están contentos con la dirección que está tomando el país. Solo el 13% está satisfecho frente al 87% insatisfecho, y solo el 16% aprueba el trabajo que está haciendo el Congreso frente al 82% de desaprobación. Un resultado no muy impresionante para el país y un presidente que dice ser el líder del mundo libre.
Según Newsweek, el estado de ánimo de la nación es el peor que ha habido en cualquier año de elecciones intermedias desde 1974, el año en que Richard Nixon renunció a la presidencia luego de las investigaciones sobre el escándalo de Watergate.
Deduzco que Newsweek le está enviando al Sr. Biden una pista clara. ¿Pero lo conseguirá?
Uno debería darle crédito a Nixon. Renunció sin culpar a ningún actor nacional o extranjero para salvar al país de una agitación innecesaria. Nixon dijo: “Habré acelerado el inicio de ese proceso de curación, que se necesita tan desesperadamente en Estados Unidos”. Reconoció que algunos de sus juicios “fueron erróneos”, y expresó su contrición, diciendo: “Lamento profundamente cualquier daño que se haya podido hacer en el curso de los acontecimientos que llevaron a esta decisión”.
Hay muchas buenas razones por las que el Sr. Biden debería seguir los pasos de Nixon. La lista de fechorías y escándalos humillantes suyos y de sus familiares es larga y bien conocida.
Sin embargo, hay un tema al que todos debemos prestar atención ya que se trata de la guerra y la paz: para ser más precisos, ¡la guerra nuclear! La confrontación de grandes potencias sobre Ucrania podría ser la «chispa» que desencadene la Tercera Guerra Mundial de la misma manera que lo fue Serbia en la Primera Guerra Mundial y Polonia en la Segunda Guerra Mundial.
El Sr. Biden está tratando de culpar al presidente ruso por los trágicos eventos que están ocurriendo en aquel país, pero tal vez debería señalar con su dedo acusador al espejo. Fue el Sr. Biden como vicepresidente quien se ocupó del portafolio ucraniano, y fue él quien supervisó el golpe ilegal del 22 de febrero de 2014, que derrocó a Víktor Ianukovich, el presidente democráticamente elegido. El golpe fue coordinado por la infame Secretaria de Estado Adjunta Victoria Nuland y el Embajador de EE. UU. Geoffrey Pyatt, como lo documenta la grabación de la conversación telefónica Nuland-Pyatt del 4 de febrero, es decir, 18 días antes del golpe, donde discutieron la composición del nuevo gobierno ucraniano. En él, la Sra. Nuland confirma que el asesor de seguridad nacional del entonces vicepresidente Biden, Jake Sullivan, y el propio Biden estaban al tanto.
Bueno, los golpes tienen consecuencias, y esto es lo que está sucediendo en Ucrania en este momento, ya que el objetivo principal de los conspiradores era arrastrar a Ucrania a la OTAN y usar su territorio, incluida la península de Crimea, para bases militares. Imagínese lo que haría Estados Unidos si Rusia intentara algo similar, como orquestar un cambio de régimen en cualquier país, especialmente en el hemisferio occidental, que luego se uniría a un bloque militar prorruso. O imagine cómo se sentirían los estadounidenses si los políticos rusos se mezclaran entre la multitud y apoyaran a los manifestantes del 6 de enero en el Capitolio. Bueno, aquellos en Washington que están pensando en términos de “orden basado en reglas” creen que estas reglas les permiten hacer lo que quieren sin importar los devastadores resultados de sus acciones.
Al mismo tiempo, la fantasía del Sr. Biden de colapsar la economía de Rusia tampoco se ha materializado, ya que la abrumadora mayoría de las naciones del mundo ignoró sus pedidos de sanciones. Además, un número creciente de países ahora expresa interés en unirse a la Organización de Cooperación de Shanghái y BRICS, donde las dos naciones más pobladas del mundo con economías fuertes, China e India, están aumentando su comercio con Rusia, a pesar de la presión de Washington. Además, para agregarle sal al perjuicio, ningún país latinoamericano sancionó a Rusia y Argentina ha solicitado ingresar a BRICS donde Brasil ya es miembro.
Lo que es aún más humillante para Washington es que Biden ahora está pidiendo ayuda a Arabia Saudita, Irán e incluso a Venezuela, donde Estados Unidos también tiene un historial de intentos de golpes presidenciales, para reducir el costo inflado del petróleo y el gas aumentando su producción.
Finalmente, durante su campaña de 2020, Biden siguió comprometiéndose a reunificar a los EE. UU. que, según él, el expresidente Donald Trump había polarizado. El Sr. Biden no sólo lo ha dividido aún más, sino que también ha estado tratando de dividir el mundo entero entre, supuestamente, democracias y autocracias.
En resumen, dado que el Sr. Biden está fallando por todos lados, es hora de que vuelva a leer el discurso de renuncia de Nixon y actúe en consecuencia. ¡Joe, es hora de irse!
Notas:
* Presidente y Fundador de la Universidad Americana de Moscú y del Foro EE.UU.-Rusia. Profesor de las Universidades Nucleares de Investigación Estatal y Nacional de Moscú.
Fuente: “The Washington Times” / Traducción y adaptación Hernando Kleimans