Cuando prácticamente está por finalizar el año 2022, las dos principales locomotoras de Europa Occidental, Alemania y Gran Bretaña se hallan en una situación económica bastante engorrosa. Robert Habeck, ministro alemán de Economía y Energía, durante una reciente conferencia del Partido Socialdemócrata (SPD) alertó que existe una alta posibilidad de que la economía del país caiga en una grave recesión.
Para Habeck hay tres escenarios que podrían llevar a Berlín a esa delicada situación: los riesgos de que se frenen las inversiones; la desigualdad social al profundizarse el poder adquisitivo entre los habitantes, y la subida en los precios de las materias primas.
Claro, el político obvió mencionar un problema que tiene en vilo no solamente a su país sino a toda Europa Occidental: las “sanciones” impuestas contra Rusia que le impiden adquirir los enormes envíos de gas que provenían del gigante euroasiático.
Aunque en Berlín quieran desviar la atención sobre las afectaciones que produce el abrupto cambio en el suministro de combustible, el Departamento de Estimaciones Económicas de IFO significó que Alemania perderá 110 000 millones de euros de ingresos reales entre 2021 y 2023 como resultado de la crisis energética.
El Instituto de Investigaciones IFO, uno de los mayores “tanques pensantes” de Alemania, entrega mensualmente un índice del desempeño de la economía y sus análisis son muy respetados y esperados en el país.
A esa considerable suma se agrega que los precios de los agentes energéticos seguirán altos para Berlín debido a que por presiones de Estados Unidos, dejó de adquirir el 55 % del combustible que llegaba a través de los gaseoductos Stream 1 y del recientemente concluido Stream 2.
Se prevé que el Producto Interno Bruto (PIB) tendrá una caída del 0,4 en 2023 mientras que la inflación en septiembre se situó en 10 % y en octubre 10,4 %, los niveles más altos desde la reunificación de Alemania. Para el cierre de 2022 el crecimiento se detendrá en 1,4 % del PIB cuando se estimaba que fuera de 2,2 %.
Con más de 83 millones de habitantes y a pesar de ser el país más rico de Europa, Alemania tiene una tasa de riesgo de pobreza de 15,8 %, o sea, 13 070 000 personas.
El desaliento entre la población aumenta constantemente. A mediados de noviembre, miles de personas se manifestaron en Berlín y otras ciudades, para exigir justicia social y control en los precios de los alimentos.
Asimismo demandaron aumentos salariales, topes al costo de la electricidad, al gas y los alquileres.
Otro país que está en un camino parecido al de Alemania es Gran Bretaña, que ralentizó su crecimiento desde el referendo por el Brexit en 2016 (salida de la Unión Europea) y que con la llegada de la covid-19 en 2020 tuvo una caída del PIB de 9,8 %.
En el segundo trimestre de 2022 el PIB solo aumento 0,2 % en relación con el anterior y en agosto tuvo un descenso de 0,3 % según la Oficina de Estadísticas Nacionales.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) auguró que para 2023 la actividad económica británica tendrá una importante desaceleración, con un crecimiento estimado de solo 0,3 %.
La inflación marca un camino ascendente y se sitúa cerca del 10 % y como los habitantes consumen mucho menos que en años anteriores, la economía se esta ralentizando.
En general, todos los sectores de la producción y los servicios se encuentran afectados y una de las causas actuales ha sido el aumento en los precios del petróleo y el gas, que está en relación directa con las extorsiones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea contra Rusia.
Como siempre ocurre en las naciones con sistemas neoliberales los que más sufren los declives económicos son las clases menos favorecidas de la sociedad.
En Gran Bretaña, entre 2020 y 2021, alrededor de 3 900 000 personas vivían en la pobreza, y de ellas el 27 % eran menores.
El Grupo de Acción contra la Pobreza Infantil (CPAG, por sus siglas en inglés) informó que el 46 % de los menores que viven en núcleos de raza negra o de otras minorías étnicas sufren ese flagelo, comparado con un 26 % de familias blancas.
Alison Garnham, directora ejecutiva de esa institución afirmó que el Reino Unido padece una pobreza infantil catastrófica y agregó que otros 200 000 niños podrían caer en la pobreza si el gobierno no aumenta los beneficios sociales.
Otra organización benéfica británica la Trussell Trust pidió ayuda al gobierno para enfrentar el aumento sin precedente de la demanda en los bancos de alimentos, debido al agravamiento de la crisis del costo de la vida.
Esa entidad apoya a 1 300 centros de alimentos y cada 10 segundos se entrega un paquete de comida a una persona vulnerable en el país.
Con la llegada del invierno y el alto costo de la vida, la situación de los pobres en Alemania y el Reino Unidos, resultara mucho más difícil y en general millones de personas deberán decidir entre comer o poner la calefacción debido al incremento en los precios de los alimentos, la electricidad y el gas.
*Hedelberto López Blanch, escritor y periodista.
Artículo publicado originalmente en Globalización.
Foto de portada: extraída de fuente original Globalización.