Cecilia Patricia Flores Armenta, fundadora del colectivo Madres Buscadoras de Sonora, y Martha Isela Morales Valdivia, integrante dePor Amor a Ellxs de Jalisco, son dos mujeres que pese al dolor que sufren por la desaparición de sus hijos y el peligro al que se encuentran expuestas al buscarlos, no piensan desistir en su lucha hasta encontrar a los suyos.
Debido a la crisis por desapariciones forzadas en México — con un registro oficial de 107,893 personas desaparecidas y no localizadas de 1964 a 2022—, cada día son más madres que se suman a los más de 120 colectivos de búsqueda de personas desaparecidas que existen en el país.
En este calvario, como ellas mismas lo describen, las madres buscadoras se han convertido en un blanco de la violencia feminicida, pues de 2021 a 2022, según informó el subsecretario de seguridad Ricardo Mejía Berdeja, en conferencia el pasado jueves 17 de noviembre, suman ya cinco madres buscadoras asesinadas.
Cecilia Flores, líder de las Madres buscadoras en Sonora
Ante esta situación, Cecilia Flores alza la voz y demanda a las autoridades hacer su trabajo. «Si las autoridades especializadas, fiscalías y comisiones de búsqueda no fueran omisas, ninguna madre tendrían que buscar a sus desaparecidos y mucho menos ser asesinada o vivir amenazada de muerte», dice en entrevista para Expansión Política.
Cecilia Flores busca a dos de sus hijos: Alejandro Guadalupe Islas Flores, desaparecido desde octubre de 2015 en Sinaloa, y Marco Antonio Sauceda, desaparecido desde mayo de 2019 en Sonora.
“No debería estar pasando esto, no deberíamos ser las madres quienes busquemos a nuestros desaparecidos, hay autoridades especializadas en este tema, ellos sí escogieron ser una fiscalía, un Ministerio Público, ser parte de este gobierno inactivo hasta el momento en la búsqueda de desaparecidos y sí, sabemos que hay comisiones de búsqueda, pero no entendemos para qué existen si de todas maneras seguimos existiendo grupos de búsqueda que somos los que en verdad buscamos”, asegura la fundadora de las Madres Buscadoras.
La madre señala que debido a las amenazas que en el último año ha recibido, luego de que en 2021, su compañera de búsqueda Aranza Ramos fue asesinada, es que se ha visto obligada a alejarse de los hijos que aún le quedan, de su familia e, incluso, a abandonar la búsqueda de sus desaparecidos.
Cuenta que habían encontrado un crematorio clandestino en un pueblo olvidado por las autoridades, cuando desapareció Bryan, el esposo de Aranza, por lo que ella las invitó a ese lugar y empezaron a encontrar crematorios clandestinos y fosas.
«Creo que pisamos fibras tan sensibles que cuando se dieron cuenta de que Aranza era la persona que nos estaba acompañando, le dieron muerte y a mí me empezaron a amenazar para que no continuara», sostiene.
Desde entonces, según denunció, las amenazas en su contra no han parado, sobre todo después de que ella junto a más madres buscadoras han hecho hallazgos importantes de fosas clandestinas con más de 40 cuerpos enterrados.
Apenas este 15 de noviembre, Cecilia Flores interpuso ante la Fiscalía General de la República una denuncia por las amenazas que ella e integrantes de su colectivo han recibido. Según denunció, sicarios le han puesto precio a su cabeza, «50,000 pesos a la persona que logre matarme y me entregue no sabemos con quién».
«Luchamos contra corriente»
Martha Isela Morales Valdivia, integrante del colectivo Por Amor a Ellxs, asegura que las madres no solo son blanco de amenazas y feminicidios, sino enfrentan el hecho de que consideran que las autoridades quieren borrar a sus seres desaparecidos y aplicar en ellas una política del olvido.
«Es muy triste, me da mucha impotencia que las familias de personas desaparecidas luchemos contra corriente, que queriendo minimizar el problema social tan enorme que tenemos, los quitan de los registros y no concuerdan con los datos que da el gobierno», recalca Morales Valdivia, quien busca a su hijo Marco Fregoso Morales, desaparecido en Mazamitla, Jalisco, desde el pasado 7 de noviembre de 2015.
Morales Valdivia reclama además que tanto en Jalisco como en la Ciudad de México, los gobiernos de Enrique Alfaro y de Claudia Sheinbaum, respectivamente, han tratado de aplicar una política del olvido a pesar de que las madres buscadores tienen la consigna de guardar la memoria de sus seres queridos.
La activista reprocha que en la capital, pese al esfuerzo que los miembros de su colectivo hicieron al viajar a la CDMX para poner las fotografías y los nombres de sus seres queridos desaparecidos en las vallas que rodean la glorieta del Ahuehuete, nombrada por ellos como Glorieta de los desaparecidos, hubo un intento de borrar la memoria colectiva luego de que las autoridades quitaron las fotos y fichas de búsqueda de sus hijos e hijas.
Ante la violencia y amenazas que sufren los familiares de personas desaparecidas, Morales Valdivia lanza un llamado para que las madres buscadoras, pese a la desesperación, hagan un esfuerzo y antes de salir a campo con palas y picos, soliciten la protección y el acompañamiento de las autoridades locales.
«Las madres somos muy aguerridas, nunca nos damos por vencidas, ese dolor que tenemos nos da la fortaleza para seguir en la búsqueda pero no hay que dejar de tener cuidado y pedir protección cuando se vaya a hacer una búsqueda, más cuando son lugares muy calientes en donde sabemos que hay crimen organizado porque podemos correr un riesgo que no debemos», agrega.
Cinco madres buscadoras asesinadas entre 2021 y 2022
Gladys Aranza Ramos, de 28 años, fue asesinada el pasado 15 de julio de 2021 en su domicilio en Guaymas, Sonora.
Aranza Ramos fue parte se unió a las madres buscadoras luego de que su esposo Bryan Omar Celaya, desapareció en diciembre de 2020. Según las autoridades, por su feminicidio fueron detenidos ya tres individuos.
Ana Luisa Garduño Juárez, de 51 años, quien se convirtió en activista en 2012, tras la desaparición y feminicidio de su hija Ana Karen Huicochea de 17 años, fue asesinada al interior de un bar en Temixco, Morelos el pasado 22 de enero de 2022.
Ana Karen, su hija, fue asesinada presuntamente por su novio, quien aún es buscado por las autoridades.
Rosario Lilian Rodríguez Barrera, de 64 años, integrante del colectivo Corazones Sin Justicia,” de Sinaloa, quien buscaba a su hijo Fernando Abixahy Ramírez Rodríguez, desaparecido desde el 16 de octubre de 2019, fue privada de la libertad el 30 de agosto y posteriormente asesinada en el municipio de Elota, Sinaloa.
Blanca Esmeralda Gallardo, de 45 años, fue asesinada la madrugada del 4 de octubre de 2022, en la ciudad de Puebla, Puebla. Por su feminicidio, fueron detenidos y vinculados a proceso Christopher ‘N’ e Ismael ‘N’.
En tanto que su hija Betzabé Alvarado, de 22 años, continúa desaparecida desde el 13 de enero de 2021, aunque ya existe una persona detenida por el delito de desaparición cometida por particulares en agravio de la joven.
A estos feminicidios se suma el caso de María Carmela Vázquez, de 46 años, madre buscadora e integrante del colectivo Personas Desaparecidas de Pénjamo, quien buscaba a su hijo Osmar Zúñiga Vázquez, de 21 años, desaparecido desde el 14 de junio de 2022.
Ella fue asesinada afuera de su domicilio en la zona centro de Abasolo, Guanajuato, el pasado 8 de noviembre.
Este artículo fue publicado por Expansión Mx.
FOTO DE PORTADA: Julio Astorga, Latinus.