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Elecciones en Filipinas: la victoria de Duterte y la crisis de legitimidad de Marcos Jr.

Por PIA Global* Las recientes elecciones municipales en Filipinas no solo han reconfigurado el poder político local, sino que también han dejado al descubierto una profunda fractura dentro del aparato estatal

Filipinas bajo el mandato del presidente Ferdinand Marcos Jr. no ha logrado sus objetivos politicos y cada día que pasa su influencia es menor debido a su pelea con la influyente familia Duterte —especialmente tras el intento de destitución de la vicepresidenta Sara Duterte y la entrega de su padre, Rodrigo Duterte, a la Corte Penal Internacional— lo que ha generado una grieta que se ha traducido en una contundente derrota política en las urnas.

Duterte gana desde su celda: un mensaje de rebeldía popular

El caso más llamativo y simbólico fue la elección del expresidente Rodrigo Duterte como alcalde de Davao, su histórico bastión político, a pesar de estar encarcelado en La Haya por presuntos crímenes de lesa humanidad vinculados a su brutal guerra contra las drogas.

Con más del 77% de las papeletas escrutadas, Duterte superaba los 636.000 votos, frente a tan solo 78.000 de su principal oponente, Karlo Nograles. Esta aplastante victoria no solo demuestra la fidelidad del electorado del sur filipino a la figura de Duterte, sino que representa un desafío directo a la administración de Marcos Jr., que no ha logrado contener ni el legado político ni la influencia de la familia que hasta hace poco ocupaba el poder.

Más allá del resultado en Davao, los candidatos aliados al clan Duterte ganaron numerosos cargos municipales en Mindanao y otras regiones del archipiélago, lo que confirma que el dominio territorial de esta familia sigue vigente y revitalizado por una narrativa de resistencia ante lo que consideran una traición de parte del actual gobierno.

El presidente Marcos Jr. entre dos aguas

Ferdinand Marcos Jr., hijo del exdictador Ferdinand Marcos, llegó al poder con una alianza estratégica con la familia Duterte. Sin embargo, esta coalición se resquebrajó estrepitosamente en los últimos meses.

La detención de Rodrigo Duterte en el aeropuerto de Manila el pasado 11 de marzo, y su traslado a los Países Bajos, fue vista por muchos como una señal de que Marcos Jr. estaba dispuesto a sacrificar a su socio político para congraciarse con sectores internacionales y con organismos de derechos humanos que lo presionaban desde hace años.

La ruptura se profundizó cuando en febrero intento por todas las vias destituir a Sara Duterte de la vicepresidencia en un movimiento abrupto que provocó la ira de los seguidores del exmandatario. Lejos de debilitarla, el golpe institucional reforzó su figura como líder de oposición.

Los comicios intermedios del lunes, en los que se disputaron más de 18.000 cargos a lo largo del país, fueron interpretados como un verdadero referéndum entre el oficialismo de Marcos Jr. y el movimiento Duterte, con un resultado claro: el actual presidente ha perdido terreno y legitimidad.

Gobernar desde la cárcel: el futuro incierto de Davao

Pese a estar preso en Europa, Rodrigo Duterte se impuso con holgura en su ciudad natal. No está claro cómo ejercerá el cargo desde su celda en La Haya, pero su hija Sara aseguró tras emitir su voto que ya se están preparando los pasos legales para hacer oficial el mandato del nuevo alcalde electo.

Este hecho sin precedentes plantea dilemas constitucionales y políticos para el gobierno de Marcos Jr., que ahora debe decidir si impugna la elección o acepta la voluntad popular en Davao, lo que significaría reconocer a un alcalde detenido por delitos internacionales.

Lejos de representar una figura acabada, Duterte ha resurgido como un mártir político ante los ojos de una parte importante del pueblo filipino. Su discurso de mano dura contra el narcotráfico, su rechazo a las élites de Manila y su legado como hombre fuerte siguen calando hondo en sectores populares que sienten desconfianza hacia las políticas moderadas de Marcos Jr., a quien perciben como elitista y débil.

Este escenario abre la puerta a una posible reconfiguración del panorama político filipino, con un retorno del dutertismo liderado por Sara Duterte u otro miembro del clan familiar. La estrategia de Marcos Jr. de distanciarse de los Duterte no ha dado resultados, y por el contrario ha fortalecido el sentimiento de oposición y revanchismo.

Foto de la portada: AP

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