A pesar que la administración Biden está intensificando su guerra de poder con Rusia en Ucrania, la primera visita a Asia de Joe Biden tiene como objetivo preparar el escenario para abrir un nuevo frente: una guerra con China.
Inmediatamente antes de partir hacia Corea del Sur, Biden se reunió con los líderes de Finlandia y Suecia, ambos países nórdicos que aguardan sumarse a la OTAN fortaleciendo de esta manera la alianza contra Rusia. Fue en Seúl donde Biden firmó el paquete de ayuda militar de 40 mil millones de dólares para Ucrania con el objetivo de empantanar a Rusia con una guerra prolongada.
El viaje de Biden a Corea del Sur y Japón, los principales aliados militares de EE UU en el este de Asia, culminó con una reunión del Quad, una agrupación de cuatro países (Estados Unidos, Japón, Australia e India) dirigidos originalmente para aislar a China.
Desde el comienzo de la guerra de Ucrania, Washington cargó contra China por negarse a condenar a Rusia y amenazó con sanciones económicas a Beijing por supuestamente querer “invadir Taiwán”, olvidando que la isla es parte ancestral del territorio chino.
Las conversaciones de Biden con el recién elegido presidente de Corea del Sur, Yoon Suk-yeol, han puesto en evidencia el propósito del viaje: reiniciar importantes ejercicios militares conjuntos, impulsar las capacidades militares de Corea del Sur, y consolidar las cadenas de suministro claves, como los semiconductores, para restringir cualquier dependencia económica de China en caso de conflicto.
Utilizando la “amenaza norcoreana” como pretexto, Biden busca consolidar sus alianzas contra China. Tanto Corea del Sur como Japón albergan bases y sistemas de misiles antibalísticos vitales para los planes del Pentágono. Las discusiones llevadas a cabo durante el periplo presidencial apuntan al estacionamiento de los nuevos misiles nucleares estadounidenses de mediano alcance.
The New York Times ha revelado, sin equívocos, la señal está enviando Biden a China: “el viaje tiene como objetivo demostrar que Estados Unidos está orientado fundamentalmente en contrarrestar a China, incluso en momentos de una guerra contra Rusia en Europa”.
Un día antes, y empleando el lenguaje de la guerra, un alto funcionario de defensa de EE UU escribió al sitio web “Defense One” : “el viaje de Biden es una prueba tangible” que EE UU puede mantener dos frentes bélicos a la vez, uno Europa y otro en Asia. Toda la opinión pública está enfocada en Ucrania, y lo entendemos, pero eso no significa que hayamos dejado de trabajar con nuestros aliados en el Indo-Pacífico, no significa que hayamos detenido nuestra actividad aérea y naval en el Indo-Pacífico”.
De hecho, Estados Unidos ha continuado sus provocaciones en el Mar de China Meridional bajo el pretexto de la “libertad de navegación” y, tan reciente como el 10 de mayo, envió un buque de guerra a través del estrecho que separa la isla de Taiwán de la China continental.
Los planes militares de la administración Biden para Taiwán son particularmente siniestros.
De la misma manera que incitó a Moscú a una guerra en Ucrania – como una forma de empantanar al ejército ruso en un conflicto prolongado – la administración Biden busca utilizar a Taiwán como un atolladero para las fuerzas armadas chinas.
Reanudando la política de Trump, Biden ha desconocido la anterior política estadounidense que reconocía el gobierno legítimo de China en sus territorios históricos, incluido, por supuesto Taiwán (Cuando se establecieron relaciones diplomáticas formales con China en 1979, EEUU cortó los lazos diplomáticos con Taipei, y retiró todas sus fuerzas militares de la isla).
Durante el año pasado, Biden puso fin a esta política pacífica; no solo reconoció que «instructores militares” estadounidenses están estacionados en Taiwán, sino que también aumentó abiertamente las intromisiones navales en el Estrecho de Taiwán y las aguas vecinas. Cuando China respondió aumentando su actividad aérea cerca de Taiwán, Washington acusó a China de prepararse para invadir.
Estados Unidos está armando conscientemente a Taiwán para una guerra de desgaste contra China. El modelo que está implementando es una guerra asimétrica. Recientemente, el jefe del Estado Mayor Conjunto, general Mark Milley, en una audiencia en el Congreso, lo explicó así : “Taiwán debe aprender la lección de Ucrania que ahora es una nación en armas. Si tu oponente te invade y todos los hombres y mujeres en edad militar están armados y pese a que puedan tener poco de entrenamiento serán igualmente muy útiles durante una guerra de este tipo”
En el mismo sentido se ha expresado Charles Edel, el analista más importante del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales, ante el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes. A esto, uno debería agregar, especialmente si están armados hasta los dientes con miles de millones de dólares de armamento estadounidense sofisticado y la guerra se complementa con sanciones económicas y financieras. En realidad, EE UU no está considerando cómo defender a Taiwán, sino cómo utilizar al pueblo de Taiwán como carne de cañón en una guerra con China.
El viaje de Biden a Asia pone al mundo ante la verdadera razón que hay detrás de estos conflictos: el imperialismo estadounidense está desarrollando de manera imprudente una estrategia destinada a asegurar el control de la masa continental de Eurasia y para ello necesita destruir las capacidades económicas y militares de Rusia y de China. En su declive histórico, Estado Unidos se ve obligado a recurrir a medios militares para apuntalar su dominio.
Durante más de una década, comenzando con el “giro hacia Asia” del presidente Obama, Washington ha tratado de quebrantar diplomática, económica y militarmente a la Republica Popular China. Ahora, en medio de una crisis social y económica sin precedentes (y con el resurgimiento de las luchas de clases en casa) la administración Biden ha logrado involucrar a Europa en Ucrania y está preparando otro frente bélico en Asia, amenazando al mundo con un choque de potencias poseedoras de armas nucleares.
Muy consciente de lo que se avecina, el general Mark Milley advirtió el pasado sábado, en la graduación de los cadetes de West Point, que estos aspirantes a oficiales deben estar preparados para una guerra mundial: “El mundo del cual sois responsables tiene el potencial de un conflicto internacional significativo entre las grandes potencias. Y ese potencial está aumentando, no disminuyendo”
Una guerra de Estados Unidos contra China sería un desastre para la clase trabajadora en todo el orbe. El único medio para detener esta carrera hacia una guerra nuclear es la lucha unificada de los trabajadores y los pueblos de todo el mundo. Una lucha que debe combinarse con una perspectiva internacionalista y socialista contra el sistema capitalista que es la causa fundamental de todas las últimas guerras.
*Artículo publicado originalmente en observatorio crisis.
Peter Symonds es miembro del Consejo Editorial Internacional del World Socialist Web Site y editor nacional del WSWS en Australia
Foto de portada: RT