A esto se sumó la escalada de tensiones en el estrecho de Taiwán y, en términos más generales, el creciente enfrentamiento chino-estadounidense en todos los ámbitos (tecnológico, económico y militar).
Con este telón de fondo, el enfrentamiento nuclear en el triángulo Pakistán-India-China ha pasado inmerecidamente desapercibido. Sin embargo, las relaciones en esta región tienen el mayor potencial de desestabilización a largo plazo. Las fuerzas nucleares de ambas partes evolucionan rápidamente, creando nuevas oportunidades de conflicto. Además, India y Pakistán son los dos únicos estados con armamento nuclear que intercambian periódicamente ataques aéreos sobre el territorio del otro. Este artículo expondrá la actual postura nuclear en la región y esbozará posibles medidas para estabilizar la situación.
En la actualidad asistimos a un crecimiento sin precedentes de las capacidades nucleares en el triángulo Pakistán-India-China. China es uno de los líderes en el desarrollo de armas hipersónicas, India también está probando y desarrollando armas hipersónicas y está construyendo una flota de submarinos portadores de misiles balísticos. Pakistán, que dispone de muchos menos recursos, planea desarrollar su propia flota de submarinos nucleares y mejorar significativamente sus capacidades nucleares, principalmente mediante la adquisición de tecnología china avanzada.
China como primera costilla del triángulo
El detonante de las crecientes capacidades nucleares del triángulo ha sido el creciente enfrentamiento entre China y Estados Unidos. Como parte del deseo de China de alcanzar al menos una relativa paridad con Estados Unidos, en la última década los dirigentes chinos han introducido mejoras cuantitativas y cualitativas en sus capacidades. En particular, China ha ampliado significativamente su arsenal nuclear mediante la construcción de nuevos silos de misiles balísticos intercontinentales y la mejora de su precisión y de los medios para derrotar a las defensas antimisiles, en un esfuerzo por contrarrestar la eficacia de los desarrollos estadounidenses de defensa antimisiles. Los misiles de medio alcance actuales y futuros, incluidos los hipersónicos, están diseñados para derrotar las bases fortificadas estadounidenses en el Pacífico y penetrar las defensas antimisiles.
Es obvio que el segundo adversario nuclear de China, India, no se percibe como un adversario prioritario para las fuerzas nucleares chinas. Ambos países han proclamado durante mucho tiempo y de forma persistente la doctrina de no ser el primero en utilizar armas nucleares, y las disputas fronterizas entre Nueva Delhi y Pekín, aunque cada vez más agudas, han sido localizadas. Las partes están prácticamente igualadas en las regiones de gran altitud, el suministro de grandes grupos ofensivos es extremadamente difícil y el resultado de cualquiera de los conflictos fronterizos no amenaza la existencia de ninguno de los dos Estados [4]. Las partes también han negociado con éxito a nivel de comandantes de cuerpo de ejército para reducir la probabilidad de conflictos fronterizos. No se habla de que India vaya a conquistar el Tíbet ni de que China vaya a cortar el corredor de Siligur, que conecta el núcleo del territorio indio con los estados orientales.
La posición de India
A pesar de la ausencia de una amenaza aguda por parte de China, India tiene que mejorar su arsenal nuclear para poder tomar represalias contra objetivos sensibles en China en caso de una escalada explosiva. Esto encaja bien con la doctrina india de disuasión mínima: la necesidad de garantizar un ataque nuclear de represalia contra los centros de población del enemigo.
India está aplicando este principio contra China mediante la construcción de su flota de submarinos – submarinos de la clase Arihant y bases en el este del Océano Índico. Otra dirección importante es mejorar los misiles balísticos de India desarrollando misiles con ojivas múltiples, como la versión adecuada de los misiles Agni-V y Agni-VI. India también está trabajando con Rusia en tecnología hipersónica, como los misiles BrahMos 2 y los demostradores aéreos hipersónicos no tripulados. Un objetivo importante de estos sistemas es abrir una brecha en el BMD chino, que está mejorando rápidamente y que, por cierto, también se está desarrollando con el apoyo de Rusia, para garantizar un ataque de represalia.
India tiene y seguirá mejorando su capacidad de ataque nuclear de represalia, mientras que China, incluso en el improbable caso de un ataque preventivo con éxito que iría en contra de su propia doctrina, no tendría mucha ventaja. Sin embargo, con un presupuesto militar varias veces inferior, India tiene que igualar (al menos en parte) sus capacidades a las de China, que pretende competir con la principal potencia militar del mundo, Estados Unidos.
La tercera puesta al día
Con el tercer lado del triángulo, Pakistán, la situación es más compleja. Desde su independencia de Gran Bretaña, las relaciones entre India y Pakistán han sido extremadamente difíciles. La situación en torno a Cachemira sigue siendo explosiva. Además, Pakistán percibe a India como una amenaza para su existencia. Esto se debe, en primer lugar, a que India controla los manantiales del río Indo, crucial para la economía y la seguridad hídrica de Pakistán. En segundo lugar, India tiene una población, una economía y un ejército mucho mayores, y hay tramos de frontera entre los estados que se prestan bien a las ofensivas. Y, a diferencia de una hipotética guerra con China, India tiene la capacidad, en caso de guerra a gran escala, de amenazar la parte más poblada y económicamente importante de Pakistán, que se encuentra directamente en la frontera con India.
Basándose en estas realidades, la cúpula política y militar de Pakistán ha formulado una doctrina nuclear fundamentalmente diferente, que hace hincapié en el primer uso en caso de hostilidades convencionales a gran escala con India, que no jugarían a su favor. Sin embargo, es importante señalar que las armas nucleares no han desempeñado un papel estabilizador entre los estados. La guerra de Kargil, la más sangrienta, tuvo lugar a finales de la década de 1990, inmediatamente después de que Pakistán e India probaran armas nucleares, así como una serie de atentados terroristas de gran repercusión, que Nueva Delhi ha acusado a Islamabad de apoyar. En opinión de algunos expertos, Pakistán utiliza su arsenal nuclear para defenderse de las represalias indias por apoyar actos terroristas. India, por su parte, ha tomado medidas que pueden provocar una escalada del conflicto, como la Ordenanza de Reorganización de Jammu y Cachemira, que pretendía poner fin al estatus especial del territorio bajo control indio.
En esta situación, los conflictos se recrudecen tanto entre las fuerzas indias y los grupos apoyados por Pakistán en Cachemira como entre las fuerzas armadas de ambos países. El ejemplo más elocuente es una serie de escaramuzas fronterizas en 2019. Tras un ataque terrorista de un grupo islamista paquistaní contra personal de seguridad indio en el que murieron 40 personas, la Fuerza Aérea india llevó a cabo un ataque aéreo contra la supuesta base del grupo en Pakistán. Al día siguiente, la fuerza aérea paquistaní tomó represalias con un ataque aéreo en territorio controlado por India. En la batalla aérea también fue derribado un caza indio. Después de que ambas partes declararan la victoria, el conflicto quedó nivelado.
El desarrollo del arsenal nuclear indio también ha alarmado a los dirigentes pakistaníes. En un contexto de ausencia casi total de controles mutuos sobre las armas nucleares, salvo los intercambios anuales de las coordenadas de las instalaciones nucleares y el compromiso de no atacar dichas instalaciones, el rápido desarrollo de las armas nucleares indias, sobre todo en lo que respecta al aumento de la potencia y la precisión de las cabezas nucleares, así como de las armas hipersónicas, podría ser percibido por los dirigentes pakistaníes, que no tienen ninguna inclinación a confiar en los dirigentes indios, como un medio para permitir a India lanzar un ataque preventivo. Unas ojivas más precisas y potentes, junto con misiles hipersónicos difíciles de interceptar, podrían permitir un ataque preventivo contra las fuerzas nucleares de Pakistán. Algunos analistas indios también especulan con la posibilidad de que Nueva Delhi abandone su política de «no ser el primero en usar» si recibe información de un ataque nuclear inminente por parte de Islamabad.
El dilema de seguridad del sur de Asia
Por el momento, India no tiene capacidad para neutralizar las armas nucleares de Pakistán, ya que la combinación de cantidad, potencia y precisión de las armas nucleares indias hace imposible alcanzar los lanzadores móviles y los almacenes de cabezas nucleares enterrados de Pakistán. Al mismo tiempo, debido al enfrentamiento con China, India se ha visto obligada a modificar rápidamente sus fuerzas armadas en direcciones que podrían hacer viable un ataque de este tipo a medio plazo. Según los expertos, los dirigentes pakistaníes están acumulando armas nucleares tácticas para utilizarlas contra el ejército indio en caso de que se produzca una amenaza de ruptura en un frente amplio y están desarrollando el primer misil balístico intercontinental completo. También son frecuentes las acusaciones en la esfera mediática india de que China podría vender a Pakistán un sistema de misiles hipersónicos df-17, presumiblemente para superar las defensas antimisiles de India, que se han reforzado considerablemente tras la adquisición del sistema ruso S-400.
Se podría concluir que estamos ante una manifestación clásica del dilema de seguridad: una situación en la que el aumento de la seguridad de un país hace que otro se sienta amenazado. Las acciones de China, que quiere sentirse más segura frente a Estados Unidos, alarman a India. Las acciones de Nueva Delhi para aumentar su propia seguridad preocupan a Islamabad. Y las acciones de Pakistán para aumentar su propia seguridad asustan a India, etc. Este nudo gordiano en el dilema de la seguridad no tiene parangón en el mundo, tanto por su estructura como por los riesgos de escalada.
La dimensión nuclear del conflicto de Rusia con Occidente tiene más de siete décadas de historia, hay experiencia en negociar acuerdos y quedan restos de la arquitectura de seguridad (principalmente START III) que se creó tras la Guerra Fría. Y lo que es más importante, en la dimensión nuclear, asistimos a un enfrentamiento entre dos bandos: la OTAN, cuyos miembros siguen casi incondicionalmente a Estados Unidos en doctrina nuclear, por un lado, y Rusia, por otro. En el triángulo India-Pakistán-China vemos a tres actores regionales independientes que inician nuevas oleadas de rearme en la región, no sin la atención de potencias externas.
Conclusiones
La carrera armamentística en la región es cada vez más costosa y peligrosa para India, que gasta alrededor del 10% de su presupuesto en fuerzas armadas, y Pakistán, que gasta alrededor del 17%, y estos Estados tienen muchos problemas económicos sin resolver. Los periodos de confrontación intensa tienen el potencial de intensificarse, y en ausencia de tratados formales que aumenten la transparencia, los líderes estatales pueden juzgar mal la situación y asumir riesgos innecesarios. Por el momento no se habla de un acuerdo de reducción de armamento en la región: China se considera un socio en pie de igualdad de Rusia y Estados Unidos y no reducirá su capacidad por debajo de los niveles estadounidenses o rusos, mientras que India se vería obligada a aumentar su capacidad después.
Anteriormente, Estados Unidos, que tiene fuertes alianzas tanto con Pakistán como con India, se había esforzado por estabilizar las relaciones indo-pakistaníes. Sin embargo, tras la retirada estadounidense de Afganistán, el rápido enfriamiento de las relaciones con Pakistán y la creciente implicación de India en las iniciativas estadounidenses contra China, cada vez resulta más difícil hablar de Washington como posible mediador.
En esta situación, el potencial de la OCS, que incluye los tres «lados del triángulo», podría utilizarse para desarrollar medidas que reduzcan las tensiones, especialmente en la línea de control indo-paquistaní. Por supuesto, no cabe esperar un acuerdo sobre el formato de los tratados europeos de seguridad global que ha caracterizado el pasado reciente. Sin embargo, a la luz de la reciente declaración del primer ministro pakistaní, Shahbaz Sharif, en la que pedía a India que negociara una amplia gama de cuestiones de seguridad, cabría esperar algunos avances positivos. Las partes podrían adoptar medidas para aumentar la confianza mutua y reducir la probabilidad de incidentes. Esto podría incluir, por ejemplo, consultas periódicas a nivel de la cúpula militar, inspecciones de las instalaciones nucleares de las partes, ciertas medidas para retirar las armas ofensivas de la LoC en Cachemira. Todas estas medidas permitirían a las partes asegurarse de que ninguna de ellas se está preparando para un ataque sorpresa a gran escala contra la otra. También permitirán contener mejor incidentes como el ocurrido en 2019. La presidencia india de la OCS y las cálidas relaciones de Rusia con India, China y Pakistán sitúan a nuestro país en una posición única para mediar en un compromiso. Sin embargo, si no se alcanza dicho compromiso, la región seguirá enfrentándose a una rápida carrera armamentística con crecientes riesgos de confrontación nuclear.
*Lev Panin es Coordinador del Programa de Relaciones con los Medios de Comunicación de la RIAC
Artículo publicado originalmente en el Consejo de Asuntos Internacionales de Rusia (RIAC).
Foto de portada: Lanzamiento de un misil Agni-5 en el estado de Odisha, al este de La India. Reuters