Las redadas masivas de Immigration and Customs Enforcement (ICE – Servicio de Inmigración y Control de Aduanas), han desatado una espiral de violencia urbana que refleja una verdad incómoda: como en Europa, la metrópolis tiene la guerra dentro de su casa.
Desde el 20 de enero de 2025, cuando Donald Trump asumió la presidencia con la promesa de ejecutar las deportaciones masivas más grandes de la historia estadounidense, Los Ángeles se ha convertido en el epicentro de una confrontación que trasciende lo migratorio. En el primer mes de su mandato, 37,660 personas fueron deportadas a nivel nacional, pero es en esta metrópolis californiana donde la resistencia ha tomado su forma más visceral y organizada.
Los Ángeles es una ciudad fundamentalmente latina. Con una población de casi 4 millones de habitantes, el 48% de sus residentes son de origen hispano, conformando la columna vertebral económica y cultural de la urbe. Esta no es una coincidencia demográfica, sino el resultado de siglos de desplazamiento, explotación y resistencia.
California, el estado más poblado de la nación, tiene una realidad demográfica que aterra a los supremacistas blancos: los latinos ya superan en número a la población blanca. Desde 2014, los hispanos californianos comenzaron a superar a los californianos blancos, alcanzando casi 15 millones de personas. Esta transformación demográfica no es solo estadística, es histórica.
Las recientes redadas han desatado una furia contenida durante generaciones. El 6 de junio de 2025, las autoridades federales detuvieron al menos 50 migrantes en operaciones coordinadas que provocaron manifestaciones inmediatas. Los enfrentamientos estallaron cerca de un Home Depot en Paramount, una ciudad predominantemente latina al sur de Los Ángeles, donde la comunidad migrante se concentra en busca de trabajo diario.
La escalada de violencia ha obligado a Trump a tomar una decisión sin precedentes: el despliegue de 2,000 efectivos de la Guardia Nacional en Los Ángeles. Esta medida, tomada apenas cinco meses después de asumir el cargo, expone la fragilidad del orden establecido cuando se enfrenta a una resistencia organizada y masiva.
El conflicto ha generado una crisis institucional entre el gobierno federal y el estatal. Gavin Newsom, gobernador de California, se ha opuesto firmemente al despliegue militar, creando una tensión constitucional que recuerda a los momentos más oscuros de la historia estadounidense. California, con sus leyes de santuario, se ha convertido en el bastión de la resistencia institucional, mientras que los sheriffs locales se encuentran atrapados entre las órdenes federales de deportación y las leyes estatales de protección.

Banderas de la Dignidad: La Simbología de la Resistencia
En las manifestaciones que han cortado autopistas como la 110, los manifestantes han desplegado las banderas de México, El Salvador, Guatemala, Honduras y otros países centroamericanos. Estos símbolos patrios no son simples nostalgias, sino declaraciones políticas profundas. Cada bandera mexicana que ondea en las calles de Los Ángeles es un recordatorio de que esta tierra fue arrebatada por la fuerza en 1848.
Las banderas centroamericanas cuentan historias de países desangrados por guerras civiles financiadas y orquestadas desde Washington. Cada bandera salvadoreña es un testimonio de los 75,000 muertos de la guerra civil de los años 80, cada bandera guatemalteca recuerda el genocidio de 200,000 indígenas, cada bandera hondureña habla del golpe de Estado de 2009 que hundió al país en el caos.
Los medios conservadores supremacistas blancos hablan de “invasión” para describir la migración latinoamericana, pero la realidad histórica es exactamente la opuesta. Los Ángeles fue fundada en 1781 como “El Pueblo de Nuestra Señora la Reina de los Ángeles” por colonos mexicanos. Esta ciudad, como toda California, fue territorio mexicano hasta que Estados Unidos la anexó por la fuerza tras la Guerra México-Estadounidense.
El verdadero invasor fue el conquistador anglosajón que llegó con la Biblia puritana en una mano y el rifle en la otra. Los Ángeles se construyó sobre el despojo sistemático de las tierras mexicanas, la explotación de la mano de obra china en los ferrocarriles, y el saqueo de los recursos naturales de toda la región. La riqueza de esta metrópolis no es producto del genio empresarial estadounidense, sino del pillaje organizado de medio continente.
Durante el siglo XX, Los Ángeles se convirtió en el corazón de la industria del entretenimiento global, pero su prosperidad dependió siempre del trabajo invisible de los migrantes latinoamericanos. Los campesinos latinos, en su mayoría indocumentados, representan el 96% de la fuerza laboral agrícola californiana. Sin sus manos, los supermercados estadounidenses estarían vacíos, los restaurantes cerrados, los jardines secos.

La Resistencia Organizada: Más Allá de la Supervivencia
Lo que está sucediendo en Los Ángeles trasciende las protestas espontáneas. Es una resistencia organizada que ha aprendido de décadas de represión, coordinada por organizaciones que llevan décadas construyendo poder desde las bases más vulnerables de la sociedad.
CHIRLA (Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes) se ha convertido en la voz más visible de la resistencia. Angélica Salas, directora ejecutiva de CHIRLA, ha denunciado que las redadas se realizaron en al menos siete ubicaciones, incluyendo estacionamientos de Home Depot y una tienda de donas. La organización estimó al menos 45 detenciones y denunció el “terror” sembrado en las comunidades latinas. CHIRLA, con casi 40 años de experiencia, representa la institucionalización de la resistencia migratoria en California.
NDLON (Red Nacional de Organización de Jornaleros), con sede en Los Ángeles, coordina la resistencia a nivel nacional. NDLON es una red nacional de más de 50 organizaciones miembro a lo largo del país que trabaja para unificar y fortalecer a sus miembros para desarrollar liderazgo, movilizar y organizar a los jornaleros. Fundada en 2001 en Northridge, California, NDLON opera como una democracia directa donde los jornaleros en las organizaciones miembro votan directamente las políticas en las asambleas bianuales de NDLON.
Estas organizaciones no son simples grupos de presión, sino estructuras de poder popular que han transformado a los trabajadores más vulnerables en una fuerza política organizada. Han convocado manifestaciones frente a la cárcel de inmigración en el centro de Los Ángeles, coordinando una resistencia que combina la denuncia legal con la movilización callejera.
Las organizaciones defensoras han construido redes de protección, refugios clandestinos, y sistemas de comunicación que permiten a las comunidades resistir las redadas. CHIRLA ha liderado importantes movilizaciones, como marchas por la reforma migratoria y protestas contra la criminalización de los inmigrantes, con un enfoque inclusivo que busca unir a diferentes sectores de la sociedad.
Los manifestantes han logrado cortar autopistas principales, bloquear edificios federales, y crear un estado de resistencia civil que obliga al poder federal a mostrar su verdadero rostro: el de la ocupación militar de sus propias ciudades. Cada soldado de la Guardia Nacional desplegado en Los Ángeles es una confesión de que el sistema ha perdido legitimidad entre millones de sus habitantes.
La crisis de Los Ángeles no es un episodio aislado, sino el preludio de una transformación histórica. Los latinos ya no son una minoría que suplica por derechos, sino una mayoría demográfica que exige justicia histórica. La resistencia actual no busca simplemente detener las deportaciones, sino cuestionar el derecho mismo del Estado estadounidense a existir en territorios que fueron robados.
Las banderas que ondean en las manifestaciones no son símbolos de nostalgia, sino de reivindicación. No hablan del pasado, sino del futuro. Un futuro donde los descendientes de los despojados recuperen lo que siempre les perteneció: no solo la tierra, sino la dignidad de decidir su propio destino.
Los Ángeles arde, pero no se consume. Se transforma. Como el ave fénix de sus propias cenizas, la ciudad está pariendo una nueva realidad donde los bárbaros de ayer son los constructores de mañana, y donde la invasión real fue la que llegó con la bandera de las barras y las estrellas.
La resistencia de Los Ángeles no es solo una lucha por la supervivencia, es una guerra por la memoria histórica y la justicia intergeneracional. Es el momento en que los fantasmas del pasado cobran venganza, y los hijos de los saqueados reclaman su herencia en las calles de la ciudad que sus abuelos construyeron con sangre y sudor.

La Federalización de la Fuerza: Cuando Washington Invade California
La crisis de Los Ángeles ha expuesto una fractura constitucional que define el momento político estadounidense. El gobierno federal ha tomado el control de la Guardia Nacional de California, una medida extraordinaria que demuestra hasta qué punto Trump está dispuesto a quebrar el federalismo para imponer su agenda supremacista.
La Guardia Nacional, tradicionalmente bajo el mando de los gobernadores estatales, puede ser federalizada por el presidente en situaciones de emergencia nacional. Esta decisión coloca a Gavin Newsom, el gobernador demócrata de California, en una posición imposible: debe ver cómo las tropas federales ocupan su estado contra su voluntad expresa. Newsom calificó la medida como “deliberadamente incendiaria” y advirtió que “sólo escalará las tensiones”.
Esta no es la primera vez que el tema migratorio genera un enfrentamiento entre el gobierno federal y un estado. En 2024, el gobernador republicano de Texas, Greg Abbott, tomó el control de la frontera instalando alambre de púas y arrestando migrantes en Eagle Pass, desafiando directamente las políticas de Joe Biden.
Abbott invocó la “autoridad constitucional para defenderse” de su estado, creando un precedente peligroso de desobediencia estatal que ahora Trump utiliza en sentido inverso. Lo que en Texas fue una rebelión conservadora contra un presidente demócrata, en California es una ocupación federal republicana contra un gobernador demócrata. La diferencia revela la naturaleza del ejercicio del poder del trumpismo.
La Inmigración Como Núcleo del Proyecto Trumpista
La inmigración se ha convertido en el tema central de la agenda trumpista porque articula todas las ansiedades del supremacismo blanco en declive demográfico. Trump comprende que el tema migratorio no es una cuestión de política pública, sino de supervivencia civilizatoria para la América blanca.
Una encuesta de AP-NORC encontró que los votantes que expresaban preocupaciones sobre la inmigración aumentaron al 35% desde el 27% del año anterior, revelando cómo el miedo a la “invasión” latina se ha convertido en el combustible electoral del movimiento MAGA. Cada deportación masiva, cada muro construido, cada niño separado de sus padres es un mensaje dirigido a la base trumpista: estamos defendiendo la pureza racial de la nación.
El trumpismo sabe que California representa su pesadilla demográfica hecha realidad. Un estado donde los blancos son minoría, donde los latinos gobiernan ciudades enteras, donde el español se escucha en cada esquina. Los Ángeles no es solo una ciudad que debe ser “pacificada” con tropas federales, es el futuro que Trump quiere evitar para toda América.
La ocupación militar de Los Ángeles marca un punto de inflexión histórico. Por primera vez desde la Guerra Civil, un presidente estadounidense despliega tropas federales contra la voluntad expresa de un gobernador estatal para reprimir a una población civil. Esta no es una operación de mantenimiento del orden, es una declaración de guerra contra la América multirracial.
Cada soldado de la Guardia Nacional que patrulla las calles de Los Ángeles es un emisario del supremacismo blanco, un recordatorio de que el proyecto trumpista no tolerará la autodeterminación de las comunidades latinas. La federalización de la Guardia Nacional californiana es el preludio de una ocupación más amplia: la del futuro demográfico de Estados Unidos.
La resistencia de Los Ángeles trasciende las deportaciones y las redadas. Es una lucha por definir qué significa ser estadounidense en el siglo XXI, quién tiene derecho a llamar hogar a este territorio, y si los descendientes de los pueblos originarios y los despojados pueden recuperar la dignidad que les fue arrebatada por la violencia imperial.
En esta guerra urbana, cada calle cerrada, cada bandera izada, cada grito de resistencia es una declaración: “hemos regresado a casa, y esta vez no nos iremos. Los tanques de Trump pueden ocupar nuestras calles, pero no pueden ocupar nuestros corazones. La resistencia continuará, porque la historia está de nuestro lado, y el futuro nos pertenece”.
Dr. Fernando Esteche* Dirigente político, profesor universitario y director general de PIA Global
Foto de portada: La Policía detiene a un manifestante que bloqueaba la entrada al garaje del Edificio Federal de Los Ángeles, tras múltiples detenciones por parte del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en el centro de Los Ángeles el viernes 6 de junio de 2025. Daniel Cole/Reuters