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El Salvador, neofascismo con vocación expansionista

Por Raúl Llarull*. Especial para PIA Global. – Para quien conozca las políticas extremistas en materia de seguridad, control social y monopolio del poder del gobierno salvadoreño, no resultará sorpresivo el esfuerzo oficial por presentarse como un modelo aplicable en otros puntos de la región.

Ante la bancarrota del esquema surgido al finalizar la segunda guerra mundial (el sistema de Naciones Unidas, OMC, FMI, Banco Mundial, etc.), todas las formas de dominación y relacionamiento internacional están en crisis y en disputa.

Los pueblos también cuestionan la incapacidad del progresismo socialdemócrata para materializar cuotas de poder en cambios sociales efectivos y apreciados por amplias mayorías. Al menos suficientemente apreciados para defender las transformaciones ante fuerzas conservadoras, cada vez más y mejor organizadas y articuladas a nivel regional.

En ese marco destaca el proyecto salvadoreño. Postulando un modelo autoritario, altamente represivo, con tintes claramente neofascistas, muy atractivo a oídos de diversas fuerzas conservadoras en la región.

Los fascistas de hoy

Los fascistas de hoy visten elegantemente y hablan sin tapujos. Presumen modernidad, digitalización y comunicación en redes sociales. Su visión del mundo, su narrativa, y sus actos orientan su proyecto a las élites más poderosas, con una visión extremadamente excluyente. Gobiernan para un sector de las clases dominantes, su sector, sus negocios, sus socios, amigos locales y extranjeros.

Que su aspecto no nos engañe. Recuerdan a las grandes familias mafiosas en el mundo, que se han ido adaptando al cambio de los tiempos. Siguen siendo los mismos delincuentes que eran antes de trepar al poder por los métodos que fuesen, y al costo que fuese. El enriquecimiento personal y familiar sigue siendo su objetivo.

Los fascistas del siglo XXI usan golpes, chantajes, conspiraciones, traiciones o elecciones, según el caso, para cumplir su objetivo de acceder a los gobiernos centrales y concentrar todo el poder del Estado en pocas manos.

En El Salvador, la propaganda reemplaza la acción política y la gestión, creando percepciones irreales pero aceptadas por una población cautiva, víctima del bombardeo mediático. Todos los canales de comunicación que se aparten de la línea oficial son objeto de persecución, cárcel o exilio. Nada debe opacar el discurso oficial.

Esta lógica es la que proponen como panacea de gobierno en el continente. Es la receta para los regímenes que van surgiendo, pero también para los partidos que hoy aspiran a gobernar.

La infame cárcel conocida como CECOT se suma a innumerables prisiones que, sin tener la publicidad de la primera, aloja a miles de hombres, mujeres, y menores de edad, en condiciones de hacinamiento, insalubridad, desatención sanitaria, denuncia de torturas, tratos inhumanos, degradantes y vejatorios, a manos del Estado.

Pero es el CECOT el que concentra las luces. Concebido como instrumento de mercadotecnia neofascista, es visitado por los más conspicuos personeros de la ultraderecha continental.

Desde la Secretaria de Seguridad Nacional del trumpismo, Kristi Noem, hasta el actual candidato chileno a la presidencia de la República, José Antonio Kast, ministros del gabinete del ecuatoriano Daniel Noboa, la represora ministra de Seguridad argentina Patricia Bullrich, delegados de Jair Bolsonaro, y de fuerzas tan oscuras como las de VOX, o de la extrema derecha mexicana han realizado visitas, no siempre publicitadas, a ese emblema de violación a las normas internacionales Nelson Mandela de tratamiento y alojamiento de prisioneros.

Lo que promueve El Salvador no es un sistema carcelario sino un modelo de dominación, de aplastamiento de derechos ciudadanos y del Estado de Derecho, para lograr sus objetivos: garantizar seguridad ciudadana, entendida ésta como la seguridad de los segmentos más altos de la pirámide social, neutralizar cualquier disidencia, y asegurar acumulación y concentración de capital en manos del grupo hegemónico en el poder.

Sus portavoces presentan el modelo como superador de la democracia tradicional. Varios ejemplos lo subrayan. En octubre de este año el diputado oficialista Christian Guevara, una de las voces que promueven abiertamente la persecución a cualquier disidencia, el control de poderes y la oscuridad en el gobierno, que en los hechos favorece la corrupción y el enriquecimiento ilícito, visitó Guatemala para sostener encuentros con legisladores del partido VIVA, conformado por evangélicos conservadores, opositores del gobierno del presidente Arévalo.

El visitante aprovechó para criticar el modelo democrático guatemalteco, la separación de poderes y el papel de la prensa. Guevara sostuvo que su bancada “no ha tenido necesidad de negociar con otros partidos”. “Los salvadoreños fueron muy sabios y al partido del presidente Nayib Bukele nos dieron el 90 % de los diputados; gracias a Dios no he perdido el tiempo negociando ni eso que le llaman la ‘diplomacia legislativa’”.

Aseguró que El Salvador ha encontrado “una receta que nos ha funcionado” y que puede ser compartida con otros países de la región, pero omitió mencionar que los avances en seguridad se lograron a partir de ocultas negociaciones con bandas criminales, que aseguraron al gobierno reducción de homicidios y, con anterioridad, esas mismas estructuras resultaron instrumentales para lograr el triunfo electoral, con el apoyo de las comunidades dominadas por las pandillas que hoy dice combatir.

También sostuvo que el éxito del gobierno salvadoreño depende de la alineación total entre el Ejecutivo y el Legislativo, “En el tema de seguridad el gobierno y los diputados tienen que estar alineados, un gobierno que no tenga el apoyo del congreso está condenado al fracaso”. Criticó el sistema judicial tradicional y los mecanismos de control democrático. “De verdad que no veo por qué deba de perder tiempo un partido político negociando una ley para cambiar el sistema judicial que no funciona”.

Además, cuestionó los principios de derechos humanos y de separación de poderes. “Vinieron teorías de otros lados donde nos dicen que el sistema judicial debe de favorecer a los victimarios y no a las víctimas”. 

No son los únicos métodos de publicitar el modelo en el exterior. Las noticias falsas, los reportajes pagados, revelando supuestos milagros económicos en El Salvador, como el caso del video viralizado, producido en México por Badabum[1], lleno de falsas afirmaciones y medias verdades, o las reiteradas inexactitudes y falsedades expresadas por agentes del gobierno en giras internacionales[2].

composición del autor

San Salvador, capital del neofascismo

En el mes de noviembre, se celebró en la capital salvadoreña, el trigésimo Foro Parlamentario de Inteligencia y Seguridad, una cita que reunió a delegaciones de 22 países. Entre ellos, rostros conocidos del trumpismo, fanáticos de Jair Bolsonaro, militares retirados y simpatizantes del ultraderechista Vox.

Es la primera vez que el evento se celebra en El Salvador, y se convirtió en una oportunidad para consolidar la narrativa del “modelo Bukele” y ofrecerlo como exportable ante las delegaciones internacionales. Aunque el foro es presentado como un espacio técnico sobre inteligencia y seguridad, el encuentro funcionó como un punto de convergencia de la derecha continental.

El Foro es presidido por Robert Pittenger, un conocido miembro del partido republicano y excongresista por Carolina del Norte, fiel seguidor de Trump desde su primer mandato. En 2016, fue muy criticado por sus declaraciones a medios de comunicación durante las protestas de la comunidad negra por la brutalidad policial, cuando aseguró que “odian a las personas blancas porque son exitosas, y ellos no”. 

El congresista peruano José Cueto, reconocido antivacunas, participó en el foro para “acceder a información directa sobre el modelo de seguridad salvadoreño y la transformación institucional que impulsa ese país”. 

Sohan Dasgupta, miembro del equipo de Comercio y Seguridad Económica del Departamento de Seguridad Nacional, encargado de la revisión de los negocios e inversiones de empresas extranjeras en Estados Unidos, figuraba entre los perfiles más técnicos. 

También participaron dos miembros de la Fundación Heritage, el notorio tanque de pensamiento conservador de Estados Unidos, clave en el desarrollo de las políticas de Ronald Reagan y que apoyó a Trump a dar forma a su gabinete.

El director del salvadoreño Organismo de Inteligencia del Estado (OIE), Peter Dumas, una dependencia de Casa Presidencial señalada por espiar a periodistas, defensores de derechos humanos y opositores, con el malware israelí Pegasus, presentó su ponencia a puertas cerradas y sin transmisión de su participación.

Además de eventos con empresarios y políticos de las derechas extremas, que tienen lugar frecuentemente en El Salvador, son conocidas las acciones de propaganda del régimen fuera del territorio, especialmente en EEUU y América Latina. Además del presidente, quien suele mantener la relación directa en EEUU a través de su contraparte, Donald Trump, el Vicepresidente Félix Ulloa y el Ministro de Seguridad Gustavo Villatoro, suelen cumplir esas tareas en el continente.

Mientras el Vicepresidente representó a su país en la toma de posesión del presidente derechista Rodrigo Paz en Bolivia, Villatoro participa en reuniones de seguridad en Chile, donde acaba de visitar al abanderado de la política de mano dura en aquel país, el candidato de la extrema derecha, José Antonio Kast. Del mismo modo, son numerosas las expresiones de mandatarios y altos funcionarios de gobiernos de derecha que anuncian su intención de impulsar políticas de similar corte neofascista. 

Son advertencias a las cuales los pueblos de Nuestra América deberíamos prestar atención, en particular en el marco de ofensivas imperiales belicistas en la región. Si de las amenazas pasan a los hechos, contra Venezuela, Colombia, México, Cuba, o cualquier país, esas derechas extremas estarán en condiciones de operar como fuerza neocolonial entreguista, colaborando con su territorio o con lo que Washington decida para atacar a nuestros hermanos.

Ante esta realidad, es sin duda un imperativo la coordinación de fuerzas y gobiernos populares para responder de manera unitaria y solidaria ante cada situación.

Hoy también la injerencia extranjera en Honduras propicia un modelo de cambio de régimen, ya implementado por el imperio en más de un punto del planeta. En ese sentido, los resultados preliminares señalan una derrota de las fuerzas populares.

Los objetivos imperiales apuntan a consolidar el continente como bastión de la derecha. En ese esquema, el modelo salvadoreño se presenta como esquema de dominación replicable.

La experiencia de lucha de nuestros pueblos nos enseña que la respuesta para derrotar estas maniobras está en la acción popular permanente, en las movilizaciones en defensa de derechos conquistados, en la resistencia desde las calles. Esa lucha también debe darse sin falta en las cuevas privilegiadas del fascismo, que deben ser testigos de la creciente movilización popular y también del repudio y la denuncia internacional.

Raúl Llarull* Periodista y comunicador. Militante internacionalista. Miembro del FMLN. Colaborador de PIA Global

Foto de portada: Un manifestante sostiene una pancarta que dice “Bukele fascista” . REUTERS / Víctor Pena

Referencias:

[1] https://vozpublica.net/2025/11/06/bukele-corrupcion-obras-fact-ckecking/

[2] https://vozpublica.net/2025/11/17/desinformacion-ulloa-seguridad-cecot-fact-ckecking-bolivia/

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