Análisis del equipo de PIA Global Área Árabe Islámica Elecciones 2022

El regreso de Netanyahu de la mano de la ultraderecha

Escrito Por Beto Cremonte

Por Beto Cremonte*-
El gobierno de Israel parece estar al alcance de la mano del ex Primer Ministro en unas elecciones marcadas por el crecimiento de los partidos ultra ortodoxos.

Benjamín Netanyahu quedó a un paso de retornar a la Casa del Primer Ministro. Su partido, el Likud, sería primera fuerza con del Knesset. Según los datos oficiales del Comité Electoral Central, contaría con una mayoría de 65 escaños para volver al poder.  El apoyo de los ultraderechistas de Sionismo Religioso y de las dos formaciones ultra ortodoxas serían fundamentales en para las ambiciones de retorno de Netanyahu. El bloque opositor, una alianza muy heterodoxa de fuerzas de derecha, centro e izquierda, liderada por el actual primer ministro en funciones, Yair Lapid, quedó por debajo en las elecciones legislativas de ayer y que según los resultados dados le estarían permitiendo al ex Primer Ministro asumir los destinos de un Israel en crisis.

El partido de Lapid, Yesh Atid, será la segunda fuerza ya que algunas fuerzas políticas que podrían ser aliadas para la formación de gobierno, como el izquierdista Meretz o el islamista Raam no han superado el umbral de 3,25% de votos mínimo para obtener representación. Esto dejaría a los dos partidos sin cuatro diputados cada uno que serían claves para el bloque anti-Netanyahu.

Los sondeos de “boca urna” ya preveían el resultado final de la elección en Israel, daban una mayoría mínima de entre 61 y 62 escaños al bloque pro-Netanyahu, mientras que los partidos contrarios al ex jefe de gobierno y que intentaban evitar que vuelva al poder se quedaban con 54/55 asientos. Yair Lapid, quien está al frente de la primera magistratura de forma interina, se mostraba muy cauto durante su discurso en la sede electoral de Yesh Atid, allí sugirió que había que esperar a «contar hasta la última papeleta» antes de sacar conclusiones. «Esta noche se prolonga durante dos días. Hasta que no se cuente la última papeleta, nada está terminado ni cerrado. Esperaremos, aunque no tengamos paciencia, los datos finales», afirmaba el jefe de Ejecutivo en funciones aún con alguna esperanza de revertir lo que se confirmó horas más tarde, el triunfo de Netanyahu.

La gran novedad en estos comicios sería el partido ultraderechista Sionismo Religioso, que se presentaba conjuntamente con la formación antiárabe, nacionalista y racista Otzma Yehudit (Poder Judío), liderada por Itmar Ben-Gvir. Esta coalición creció sustancialmente y será clave para la formación de un probable gobierno de Netanyahu. Sionismo Religioso, junto con los partidos ultra ortodoxos Shas y Judaísmo Unido de la Torá, que obtuvieron 22 diputados, son la fórmula mágica prevista por Netanyahu para retomar el poder.

 “Los partidos ultra ortodoxos son clave para establecer una coalición. Cualquier coalición, tanto de derecha como de izquierda. O al menos son necesarios para crear un Gobierno «legítimo», que no incluya a partidos árabes que deslegitiman la existencia del estado judío”, aseguraba el profesor de la Universidad Bar-Illan, Asher Cohen. En el pasado, tanto los gobiernos de Netanyahu como la fallida coalición liderada por el ex primer ministro Naftalí Bennett y el mismo Lapid contaron con ministros de partidos ultra ortodoxos. Todo apunta a que la fórmula se repetirá, pero solo con Netanyahu. “Es difícil pensar en una futura coalición que no incluya a actores políticos ultra ortodoxos”, sostiene Cohen.

El ex primer ministro israelí Benjamín Netanyahu junto a su esposa Sara mientras emiten su voto el día de las elecciones generales de Israel en un colegio electoral en Jerusalén el 1 de noviembre de 2022. REUTERS/Ammar Awad

Cambios tras el cambio

El retorno de Netanyahu al poder en Israel de la mano de estas colaciones con la ultra derecha apareja cambios. Grandes cambios que seguramente irán de la mano el retroceso en algunas políticas que fueron establecidas por el gobierno anterior o por el actual de Lapid, al que Netanyahu ha tildado de moderado y tibio, además de hacer acuerdos con hezbollah. Dentro de las prioridades en los cambios de estos partidos está la de cancelar las reformas liberales impulsadas por el anterior ministro de asuntos religiosos, Matan Kahana, asegurándose el control en materias como los matrimonios, las conversiones al judaísmo y la industria kosher. También promoverán la anexión de Cisjordania y la creación de asentamientos, que Netanyahu ve con buenos ojos, pero que el líder del Likud preferiría afrontar de manera más cautelosa. Especialmente por el revuelo internacional que supondría y el coste económico que causaría a Israel.

Los resultados definitivos de estas elecciones parlamentarias, las quintas en tres años y medio, no se sabrán hasta el jueves, y el Comité Electoral Central no los hará oficiales hasta el 9 de noviembre. Si bien los datos que van surgiendo de las encuestas o de los sondeos de “boca de urna” no varían demasiado de los resultados finales, pero, en esta ocasión una mínima diferencia puede valer los asientos necesarios en el Parlamento para la formación de un nuevo Gobierno.

Por esto último es que Lapid, el mediático presentador televisivo devenido en un personaje esencial en la política israelí, no podrá contrarrestar los 62/65 escaños, que en principio estaría alcanzando su oponente. La elección de Lapid no es mala pero la heterogeneidad de los partidos que lo acompañan dificultan el imaginario escenario para alcanzar una mayoría en el Parlamento, además necesitaría el apoyo de los partidos árabes. El objetivo de Lapid de reeditar una alianza similar a la que lo llevó al poder parece imposible.

El diputado de extrema derecha Itamar Ben Gvir 

La ultraderecha y un crecimiento crucial

Buscar los motivos del ascenso del partido Sionismo Religioso sin el observar la caída y desestructuración de otros partidos y formaciones ultra ortodoxas y de derechas, como por ejemplo Hogar Judío de la exministra de Defensa Ayelet Shaked. Pero, sobre todo, no se puede entender sin la figura de Itamar Ben Gvir, líder del partido Otzma Yehudit, de talante racista, ultranacionalista y populista. Él ha sido el personaje principal en esta campaña electoral. Ben Gvir es ahora una figura clave en la formación de gobierno, en el pasado era considerado demasiado extremista, pero ahora es muy popular y ha obtenido un considerable apoyo del electorado, quizás por el descontento generalizado y la crisis en la que se encuentra hoy Israel de la mano de un gobierno moderado, también de derecha pero co políticas ligadas al consenso.

El cambio en las posturas políticas de Ben Gvir radica en que ha intentado marcar un perfil más moderado durante los últimos años. «He cambiado», afirmó durante una entrevista el ultraderechista candidato, también agrego que cuando dijo, tiempo atrás, que quería expulsar a todos los árabes de Israel era verdad pero ya no piensa de esa manera, aunque tampoco pediría disculpas por esos dichos. El “supuesto” cambio en sus posturas políticas también incluyen cambios en su mirada social al menos eso se desprende de declaraciones como esta: “si tuviera un hijo gay lo aceptaría, y lo abrazaría. Hace unos años, consideraba que los desfiles del orgullo gay eran una “abominación”. “Estoy a favor de la igualdad de derechos. Pero quien levanta la mano contra un soldado, quien sale en contra del Estado de Israel, quien quiere convertir esto en Palestina… no pertenece a este lugar”.

Más allá del crecimiento de Ben Gvir es innegable el hecho de que el mismo Netanyahu también ha ayudado a legitimar su figura ya que durante la campaña ofreció un ministerio a Ben Gvir, al que antes criticaba, pero que se ha convertido en un buen aliado para las reformas legales que pararían los casos de corrupción contra Netanyahu. El mismo Ben Gvir se ha postulado para ser el próximo ministro de seguridad pública, de quien depende la policía. Aunque, paradójicamente, la misma Policía israelí ha acusado al líder ultraderechista, en más de una ocasión, de provocar tumultos e incitar a la violencia.

Netanyahu impulsa una reforma del sistema judicial, que de hecho fue uno de sus caballos de batalla, y con el apoyo de los partidos de la coalición ultra derechista y ultra ortodoxa la conseguiría casi sin preguntas que lo incomoden. «Neutralizar las investigaciones contra él es una de las principales prioridades de Netanyahu. Aunque él hable de ‘acabar con el activismo del Tribunal Supremo’, se trata de reducir la independencia judicial», afirman los analistas críticos del líder israelí.

Militares de Israel se enfrentaron contra palestinos en Jerusalén, luego de las oraciones del viernes. Foto Afp

Palestina en el radar de Netanyahu

Si bien, a priori, se sabe que una cosa es lo que se dice durante una campaña electoral y otra es lo que se hace o se puede hacer llegado el caso de resultar electo. A lo que además hay que sumar un buen grado de voluntad en hacer y cumplir lo prometido, pero en Netanyahu, incluso eso es más que una incógnita que se ira develado con el transcurso del gobierno, pero si podemos afirmar que sus prioridades solo él las sabe.

Las relaciones con Palestina, no serán una excepción a ello. Una cosa será lo que Netanyahu diga, y otra lo que Netanyahu haga, sobre todo teniendo en cuenta que estas estas elecciones parlamentarias llegan en un momento de especial violencia en Tierra Santa. Las muertes palestinas en Cisjordania y la reciente guerra entre Israel y la Jihad Islámica Palestina en Gaza, son puntos muy importantes a tener en cuenta en la política exterior que pueda plantear el nuevo gobierno, sobre todo a partir de la extrema violencia que se vive en la región.

En las últimas semanas, se han incrementado las incursiones israelíes en ciudades bajo control de la Autoridad Nacional Palestina, como Nablus, Hebrón o Jenin, así como las detenciones de presuntos terroristas. También se han dado casos de violencia por parte de colonos contra civiles palestinos, en diversos puntos de los territorios ocupados. Los ataques se han intensificado coincidiendo con la recogida de la aceituna en Palestina, que colonos judíos boicotean año.

Además Israel controla las fronteras de los territorios palestinos, restringe la libertad de movimientos de sus habitantes, manda sobre sus recursos naturales, decide si se puede construir o no en el territorio, deniega el acceso a Israel a buena parte de los palestinos, continúa con la creación de colonias en zonas previstas para un futuro estado palestino e interviene militarmente cuando le conviene. Estas cosas no cambiarán con el retorno al poder de Netanyahu de hecho muchas de ellas pueden empeorar.

Los tiempos con Bejamín Netanyahu al frente del gobierno israelí no fueron, no fueron buenos tiempos para Palestina y Cisjordania. Este retorno no trae nada nuevo bajo el abrazador sol de oriente medio.

*Beto Cremonte es docente, profesor de Comunicación Social y Periodismo, egresado de la UNLP, Licenciado en Comunicación Social, UNLP, estudiante avanzado en la Tecnicatura superior universitaria de Comunicación pública y política. FPyCS UNLP.

Acerca del autor

Beto Cremonte

Docente, profesor de Comunicación social y periodismo, egresado de la Unlp, Licenciado en Comunicación social, Unlp, estudiante avanzado en la Tecnicatura superior universitaria de Comunicación pública y política. FPyCS Unlp