El Billón de Oro de Occidente liderado por Estados Unidos está apoyando abiertamente el último intento de Revolución de Colores contra Irán, que explota las percepciones nacionales e internacionales sobre un incidente reciente relacionado con su política de hiyab obligatorio para justificar otra ronda de Guerra Híbrida. Como expliqué en detalle al Club de Jóvenes Periodistas de Irán en noviembre de 2019, «la Guerra Híbrida respaldada por Estados Unidos tiene como objetivo desestabilizar a su país» al exacerbar las líneas de falla preexistentes dentro de la sociedad, que en este caso incluye una de sus piezas legislativas más conocidas, con el fin de catalizar un ciclo de desestabilización autosostenible.
Por lo tanto, es posible que los observadores reconozcan simultáneamente las quejas legítimas desde la perspectiva de algunos de los participantes en esta última revuelta, al tiempo que concluyen que los medios que están empleando para reformar la legislación en cuestión son contrarios a los intereses objetivos de su país. Esto convierte a la gran mayoría de los participantes en «idiotas útiles» de las potencias extranjeras, mientras que otros son auténticos «agentes de influencia». Unos pocos también están ciertamente en la nómina de las agencias de inteligencia hostiles. Así pues, la dinámica sociopolítica que se desarrolla es tanto orgánica como fabricada.
La última inestabilidad que ha sacudido a Irán llega en un momento importante de la transición sistémica global hacia la multipolaridad, después de que la confluencia de estos complejos procesos se acelerara como resultado de la última fase del conflicto ucraniano provocada por Estados Unidos, que estalló a finales de febrero. Desde entonces, la República Islámica ha pasado a formar parte de la válvula insustituible de la India frente a la presión de Occidente sobre Rusia -impulsada por su gran necesidad estratégica de evitar preventivamente la dependencia potencialmente desproporcionada de su socio en China- a través de su reactivación conjunta del Corredor de Transporte Norte-Sur (NSTC).
De hecho, los tres están colaborando activamente para crear de manera informal un tercer polo de influencia en lo que puede describirse como el orden mundial bimultipolar. Este paradigma se refiere a que las superpotencias estadounidense y china son las que más influencia ejercen sobre el sistema internacional, seguidas de grandes potencias como esas tres, por debajo de las cuales se encuentran estados comparativamente de tamaño medio y pequeño sin apenas influencia. Se espera que los tres niveles entren en distintos grados de cooperación con los Estados de su rango y de fuera de él, lo que acabará conduciendo a una compleja multipolaridad («multiplexidad»).
Sin embargo, antes de eso, esta Troika emergente de Rusia, India e Irán prevé ser pionera en una forma de tripolaridad en Eurasia para facilitar la fase final de la transición sistémica global en curso. Rusia e India no pueden hacerlo por sí solas debido a razones geográficas obvias que limitan en gran medida su potencial económico mutuo, por lo que es necesario que ambas se apoyen en Irán para este fin. Por lo tanto, desde la perspectiva estratégica de Estados Unidos, es absolutamente imperativo eliminar a Irán de este eje multipolar trilateral para «aislar» a Rusia, volver a poner a India bajo su control y preservar así su hegemonía en declive.
Rusia se vería obligada a aceptar tratos desiguales con China por desesperación si no pudiera contar con la India para que le sirviera de válvula de presión alternativa a través de la NSTC si este megaproyecto se volviera inviable debido a un ciclo autosostenible de guerra híbrida al estilo sirio en Irán. India, por su parte, no podría confiar en Rusia para que funcione como uno de los núcleos del tercer polo de influencia que sus dirigentes prevén crear sin la conectividad geoeconómica posibilitada por Irán. Por tanto, la estabilidad iraní es fundamental para sus grandes estrategias complementarias.
En consecuencia, Rusia se convertiría en el «socio menor» de China en el peor de los casos, lo que ejercería una enorme presión sobre India para que se convirtiera en el «socio menor» de Estados Unidos, con el fin de protegerse de la amenaza percibida que supone que la República Popular acelere su ascenso como superpotencia mediante un acceso sin restricciones a los recursos rusos. Este resultado perpetuaría indefinidamente la actual fase intermedia bimultipolar de la transición sistémica global hacia la multiplexidad, que va en contra de los grandes intereses estratégicos de esas dos grandes potencias, así como de los de su socio iraní común.
Es con este objetivo en mente que los Mil Millones de Oro están haciendo todo lo posible para garantizar que el último intento de Revolución de Colores en Irán cause el máximo daño a la estabilidad de su objetivo, todo ello con vistas a hacer inviable la NSTC y estrangular así a esta emergente Troika multipolar en su infancia. En pocas palabras, Irán ha llegado a desempeñar inesperadamente un papel fundamental en la transición sistémica global hacia la multipolaridad a través de los medios que se han explicado en este análisis, por lo que el reciente incidente relacionado con su política de hiyab obligatorio está siendo explotado como el evento desencadenante de otra ronda de Guerra Híbrida.
*Andrew Korybko es analista político estadounidense con base en Moscú.
FUENTE: One World.