«No podemos eludir nuestras obligaciones: nuestras obligaciones morales como líder sabio y buen vecino en la comunidad interdependiente de naciones libres; nuestras obligaciones económicas como las personas más ricas en un mundo de gente mayoritariamente pobre, como una nación que ya no depende de los préstamos del exterior que una vez nos ayudaron a desarrollar nuestra propia economía; y nuestras obligaciones políticas como el mayor contrapeso a los adversarios de la libertad.»
John F. Kennedy. Intervención de los directores y subdirectores de USAID, el 8 de junio de 1962.
«(…) bajo el capitalismo es inconcebible un reparto de las esferas de influencia, de los intereses, de las colonias, etc., que no sea por la fuerza de quienes participan en él, la fuerza económica, financiera, militar, etc. Y la fuerza de los que participan en el reparto cambia de forma desigual, ya que el desarrollo armónico de las distintas empresas, trusts, ramas industriales y países es imposible bajo el capitalismo (…). Las alianzas pacíficas nacen de las guerras y a la vez preparan nuevas guerras, condicionándose mutuamente, engendrando una sucesión de formas de lucha pacífica y no pacífica sobre una sola y misma base de lazos imperialistas y relaciones recíprocas entre la economía y la política mundiales».
Vladimir Ilich Lenin. El imperialismo, fase superior del capitalismo. 1916.
Marco Rubio, Secretario de Estado de la administración de Donald Trump, en su visita a El Salvador, señaló en una entrevista con la prensa que durante su ejercicio como congresista estuvo en varias audiencias en las que interpelaban a la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Una de esas intervenciones fue recordada por Rubio: «Les hacíamos preguntas: ‘¿A quién financia este programa? ¿Quién recibe el dinero?’. A lo que los responsables de USAID respondían: ‘No se lo diremos’. ‘No necesitamos decírselo’. ‘Somos apolíticos’. Rubio sentenció en la entrevista con una clara idea de cómo concebía la política exterior de los Estados Unidos: «La política exterior estadounidense no es apolítica. La política exterior estadounidense tiene como objetivo promover los intereses de Estados Unidos».
El presidente John F. Kennedy (demócrata) fundó USAID mediante orden ejecutiva en 1961 para implementar la Ley de Asistencia Extranjera de 1961, una respuesta a la derrota estadounidense en la invasión de Bahía de Cochinos, Cuba. La agencia concentraba todo el esfuerzo de la política exterior estadounidense, disperso en unas cuatro agencias, una estructura inadecuada para las necesidades y propósitos de la política exterior. Estas debilidades, diagnosticadas a raíz de la derrota en Bahía de Cochinos, comenzaban a socavar la confianza en la administración Kennedy, especialmente en el extranjero. Kennedy sostenía que el comunismo no podía combatirse únicamente con la fuerza de las armas e impulsó la expansión de la ayuda económica.
A lo largo de la historia de USAID, cada presidente de los Estados Unidos la fue transformando y ajustando. Richard Nixon cambió drásticamente el enfoque programático de la agencia hasta lo que es hoy, bajo el concepto de «Nuevas Direcciones», creando la estructura de cuentas sectoriales funcionales en USAID. Reagan impulsó el programa de democracia y gobernanza, creando la Oficina de Iniciativas de Transición. George Bush estableció por primera vez la doctrina de las tres D (Defensa, Diplomacia y Desarrollo), a la que la administración de Obama le dio continuidad.

En USAID se incluyeron la difusión de narrativas falsas para dañar a los enemigos (tanto externos como internos —esto Trump lo tiene claro—), el uso de agentes influyentes en la política, el mundo académico y científico, los medios de comunicación, el cine hollywoodense, la explotación de las divisiones existentes en las sociedades (por ejemplo, tensiones raciales, rivalidades políticas, etc.) y el apoyo a organizaciones fachada y grupos extremistas para desestabilizar a los adversarios. Estas prácticas se convirtieron desde sus inicios en la razón de ser de los integrantes de USAID, de cada administración.
USAID ha utilizado el poder blando del dólar y, con la ayuda de agencias de inteligencia occidentales como la CIA y el MI6, diseñó la Revolución de Maidán. El presidente Yanukovich ordenó a la policía que reprimiera las protestas. Sin embargo, tras la incesante presión de Occidente, Yanukovich firmó un acuerdo con la oposición y huyó a Rusia el 21 de febrero de 2014. Sabemos cómo llega Zelensky al poder, una versión europea de «La Hermandad». Hoy, por ejemplo, las agencias occidentales, en especial la CIA, el Mossad, la DEA y el MI6, junto al esfuerzo inicial de USAID, tienen como teatro de operaciones la región del Catatumbo, epicentro de una conspiración contra Venezuela en su afán por lograr un Maidán tropicalizado.
El 25 de febrero de 2014, el senador Chris Murphy (demócrata de Connecticut) habló con C-SPAN, jactándose de la interferencia de Estados Unidos en un país extranjero: «Creo que fue nuestro papel, incluidas las sanciones y amenazas de sanciones, lo que obligó, en parte, a Yanukovych a dejar el cargo». Resumen: «Organizamos un golpe de Estado». 250.000 millones de dólares en ayuda occidental a Ucrania, entre ellas, las «ayudas humanitarias» de USAID. Cualquier parecido con lo dispuesto con Venezuela no es pura coincidencia.
En este contexto, Donald Trump propuso durante su campaña a la presidencia de los Estados Unidos la creación de un Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), con el objetivo de reducir el gasto y reestructurar las agencias federales para redireccionar el dinero del Gobierno y aumentar su eficiencia. Para ello, colocó a Elon Musk como director, en conjunto con el excandidato presidencial republicano Vivek Ramaswamy. La promesa: reducir el presupuesto federal en 2 billones de dólares.
Trump está cumpliendo con su palabra y, lo más importante, ha encontrado eco en una sociedad cada día más conservadora. El redireccionamiento de USAID es tan solo un primer esfuerzo para hacer frente al «Estado Profundo» y acabar con el Estado Federal, una transformación que tiene como objetivo recomponer la estructura del imperialismo como fase superior del capitalismo. Trump prometió durante su campaña erradicar el «Estado Profundo», generalmente definido como la resistencia institucional en Washington que obstaculiza su agenda renovadora. La velocidad y las tácticas de los esfuerzos de Trump para recortar gastos han sido sorprendentes. La purga del Estado Federal ha empezado: el 97% del personal de USAID ha sido despedido, lo cual es una prueba de ello. Pero, además, le ha puesto una carga de profundidad a la gallina de los huevos de oro de los demócratas en los Estados Unidos y de los sectores de la oposición en los países en los que USAID ha intervenido, tal es el caso de la oposición venezolana. Y aquí, «La Hermandad» (López, Guaidó y Machado) es el principal factor de la oposición afectado por la política de Trump hacia USAID, a los cuales se les acusa de haberse robado los fondos dirigidos a Venezuela para aniquilar a la Revolución Bolivariana.
A la afirmación de Trump: «USAID ha sido dirigida por lunáticos radicales, los vamos a sacar», la ha acompañado una encuesta en el seno del pueblo estadounidense. La encuesta pregunta: «¿Apoya o se opone a las siguientes órdenes ejecutivas firmadas por el presidente Donald Trump en su primera semana en el cargo?» Cada pregunta fue seguida por una descripción de la acción de Trump, y los que respondieron tenían la opción de elegir entre las siguientes respuestas: «Apoyo firmemente», «Apoyo algo», «Me opongo algo», «Me opongo firmemente» y «No estoy seguro». La encuesta arrojó el siguiente resultado en la opinión pública estadounidense, en las principales iniciativas decretadas por Trump: «Desplegar el ejército estadounidense para asegurar la frontera sur», que recibió un 57% de «apoyo» y un 33% de «oposición»; «Prohibir la financiación federal para programas de identidad de género y reconocer solo el sexo biológico», que recibió un 53% de apoyo y un 36% de «oposición»; «Exigir que los trabajadores federales regresen a la oficina a tiempo completo», que recibió un 56% de apoyo y un 30% de «oposición»; y «Acelerar la deportación de inmigrantes ilegales», que recibió un 54% de apoyo y un 35% de «oposición».
«La Hermandad» está en la mira de la opinión pública estadounidense. Quienes integran el «Estado Profundo», así como quienes se les dio la tarea de aniquilar a la Revolución Bolivariana, han quedado en el ojo escrutador de quienes levantan la bandera de «Make America Great Again».
Debemos estar claros: cerrar USAID no significa que se acaben los recursos para los planes de expansión imperialista y el financiamiento de cada conspiración que tenga como objetivo frenar las luchas de los pueblos del mundo en la defensa de su soberanía y la conquista de su independencia. Nada de eso. Es una redefinición del gasto, un ajuste para que los recursos cumplan con su fin. Pero antes que esto ocurra, el objetivo de la administración de Trump se centra en aniquilar el establishment de Washington, cara visible del «Estado Profundo» estadounidense.
El pasado viernes le preguntaron a Trump, en una rueda de prensa en compañía del Primer Ministro japonés, si permitiría a Musk ver los libros de otras agencias. Trump dijo que sí y agregó: «El Pentágono, la educación, casi todo». Esto apenas es el inicio. El nuevo imperialismo va en rescate del grado más alto del capitalismo.
Miguel Salazar* Profesor en Ciencias Sociales del Instituto Pedagógico de Caracas (IPC).(@SalazarErEspia). Miembro del equipo editorial de la revista digital puebloenarmas.com de Venezuela
Este artículo ha sido publicado en el portal serviralpueblo.org/
Foto de portada: Imagen Revista Pueblo en Armas