Europa

El milagro económico de Alemania terminó en Ucrania

Por Oriental Review* –
En sólo 200 días como canciller, Olaf Scholz ha roto lo que sus predecesores Gerhard Schroeder y Angela Merkel habían construido durante treinta años. La economía alemana se ha derrumbado como una torre de naipes.

Este otoño se publicarán estadísticas aterradoras sobre la reducción del PIB, la producción industrial, la caída de los ingresos reales y una inflación galopante. El país está cayendo en una crisis estructural.

Alemania fue la que más se benefició del colapso de la Unión Soviética. No sólo pudo restablecer la unidad, sino que la unificación de la Alemania del Este y del Oeste dio el mayor impulso a la consolidación de Europa y a la expansión económica de Alemania en Europa Occidental, así como en China, que estaba comprando mucha maquinaria y equipos.

Con la caída del Telón de Acero, también se derrumbaron las fronteras económicas. Alemania accedió a la base de recursos baratos (desarrollados) de los países de la CMEA y del espacio postsoviético. Las empresas alemanas obtuvieron no sólo un enorme mercado, sino también la oportunidad de integrar a muchos países en su proyecto económico, la zona del euro. En los últimos treinta años ha sucedido algo que el país no pudo conseguir en las dos guerras mundiales: la unificación de Europa y la captura de los mercados de recursos y las zonas comerciales no por la fuerza de las armas, sino por la economía. Los coches y equipos alemanes se han convertido en el símbolo del éxito económico de Europa.

Durante décadas, paso a paso, día a día, los obreros alemanes forjaron el triunfo económico de Berlín en Eurasia. La expansión económica exterior y el crecimiento de la economía alemana se reflejan perfectamente en el superávit comercial. Desde 1991, ha crecido de forma constante y se ha mantenido en positivo durante la crisis de 1998 y en 2008, e incluso durante los tiempos del COVID. Desde hace treinta años, Alemania vende cada mes más al exterior de lo que toma de él.

Una planta de Volkswagen en los años 50. Entre 1950 y 1960, la producción real de la economía de Alemania Occidental se duplicó con creces, con una tasa anual compuesta de casi el 8%.

Curiosamente, el volumen de negocios entre Rusia y Alemania en los últimos veinte años se corresponde con la noción de «asociación». Rusia compraba a Alemania tanto como los alemanes a los rusos: un idilio económico. Está claro que el petróleo, los productos petrolíferos, el gas y el carbón se enviaron principalmente desde Rusia.

Ajustado a las crisis económicas, el comercio entre ambos países fue creciendo hasta la revolución de 2014 en Ucrania. Entonces ocurrió lo de Crimea y el desarrollo de la asociación se estancó: Rusia empezó a comprar cada vez menos a Alemania, y a 2014 le siguió un marcado descenso de los precios de la energía que redujo el gasto alemán en compras en Rusia.

La «asociación» no pudo resistir el nuevo agravamiento de las relaciones en Ucrania. Pero en términos estadísticos, la ruptura iniciada por Alemania resulta extraña: las exportaciones de Alemania a Rusia han caído al nivel de hace veinte años, mientras que las importaciones de Rusia a Alemania baten récords. El resultado es un déficit récord en el comercio de Alemania con Rusia. El desequilibrio emergente es un doble golpe para la economía alemana.

El presidente Reagan dando un discurso en el Muro de Berlín, 12 de junio de 1987

Por ejemplo, en mayo de 2022 Alemania registró su primer déficit comercial en treinta años. Esto sugiere que el viejo modelo de compra de materias primas baratas (postsoviéticas) y de producción de productos de alta tecnología a partir de ellas está obsoleto. Alemania, y con ella toda Europa, está entrando en una crisis estructural. Los problemas de Alemania y de toda la economía europea se reflejan perfectamente en el tipo de cambio del euro, que ha caído a mínimos de dos décadas frente al dólar, casi a la paridad. Este tipo de cambio sugiere que el capital está huyendo del Viejo Mundo, al no ver perspectivas en él.

La base del déficit de la balanza comercial de Alemania, y con ella de Francia, Italia y otros países, está formada por la fuerte subida de los precios de los productos energéticos, principalmente del gas natural, cuyo precio en la bolsa ha alcanzado los 1.900 dólares estadounidenses por mil metros cúbicos. Este nivel de precios del gas en el equivalente del petróleo corresponde al precio de 300 dólares estadounidenses por barril, y las cotizaciones son aún más altas en el spot (entregas aquí y ahora). Está claro que estos precios son inasequibles para la industria y la población. Y dado que los precios del gas en el mercado interno de Estados Unidos y Rusia son diez veces más bajos, esto hace que cualquier actividad que requiera costes energéticos en Europa carezca de sentido económico. Los Estados Unidos y Rusia, que se abastecen de petróleo, gas y alimentos, parecen mucho más prometedores en el contexto de Europa.

Las bravuconadas militares de los políticos europeos también se han quedado en nada. Ya nadie discute seriamente el séptimo paquete de sanciones contra Rusia. El principal pensamiento político se centra en la cuestión de cómo hacer frente a las pérdidas. El pánico se nota especialmente en el gabinete de la República Federal de Alemania. La estrategia del gobierno alemán para sustituir el gas ruso, preparada por el vicecanciller Habek, «ha fracasado y no podrá proporcionar el gas que se necesita para el próximo invierno», afirma Bild. El problema es banal: sencillamente no hay buques de transporte de GNL disponibles en el mercado.

En este contexto, los gobiernos alemán y canadiense regatearon durante la última semana el envío de una turbina de Siemens a Alemania. La turbina, que trabajaba en el gasoducto Nord Stream, fue a Canadá para su mantenimiento y se quedó atascada allí debido a las sanciones. Como resultado, la presión en el Nord Stream, que alimenta a Alemania, bajó. Y ahora, a principios de julio, se supo que la turbina estaba de vuelta. Con la crisis del mercado del gas en Alemania como telón de fondo, hasta ahora se han iniciado las conversaciones a nivel de expertos sobre la puesta en marcha del sufrido Nord Stream 2, a pesar de que se encuentra bajo las sanciones de Estados Unidos.

La crisis del gas en Europa, apenas iniciada, ha demostrado que la salud de la economía europea está totalmente en manos de Rusia. Los políticos europeos ya están preparados para las conversaciones de paz sobre Ucrania, la puesta en marcha de los gasoductos y el levantamiento de las sanciones. En otoño, con los primeros fríos y la publicación de las estadísticas sobre la economía alemana, Europa estará lista para firmar el acta de rendición. El milagro económico de Alemania se ha acabado en Ucrania.

Artículo publicado en Oriental Review.

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