Pep Antoni Roig – Foto: Creative Commons / Wikipedia
Quizás no has escuchado nunca ninguna canción de Pablo Hasél, pero en las últimas horas has oído su nombre. Quizás no te gusta la música rap, pero en los últimos años has conocido el nombre de raperos como Valtonyc, César Strawberry (Def cono dos) o La Insurgencia. Quizás ni siquiera te gusta aquello que dicen buena parte de sus canciones, pero en los últimos días no te ha gustado ver que lo que decide si una canción puede o no puede gustarte no es tu criterio, sino un juez con el Código Penal en la mano. Quizás, en definitiva, no sabes qué versos son los que han provocado el encarcelamiento del rapero de Lleida, pero eso no es lo más importante, ya que el mejor verso de Pablo Hasel es aquel que ha creado sin escribirlo: resistiendo dentro de la Universidad de Lleida con los ojos del mundo grabándolo.
Cuando Friedrich Nietzsche escribió que la poesía es «bailar con cadenas», no se refería evidentemente a la Ley Mordaza que ha enviado Hasél a la prisión, sino al hecho de que la única cosa que puede encorsetar una obra de arte son los códigos formales de aquella disciplina artística. Lo que no se imaginaría Nietzsche, supongo, es que en España hay en el siglo XXI cantantes, escritores, cineastas o dibujantes que se tienen que expresar teniendo en cuenta alguna cosa más que las cadenas de la rima, la métrica, el cromatismo o la composición artística, reduciendo obligatoriamente la libertad creativa a los límites de la libertad de expresión, exactamente igual que pasaba en la edad media con la Inquisición. Pablo Hasél tiene centenares de versos preciosos a canciones como «Luna de miel en Libia», Lo que el viento no se llevará«, «Cuando acabe la paciencia» o «Los hijos de Iván Drago», un dúo con Los Chikos del Maíz donde el cantante lleidetà dice «vivir sin dignidad se lo único que temo/ miedo eso vuelvo antisistemas a los raperos emo«, pero hoy, en el momento de ser detenido después de un día atrincherado dentro el rectorado de la universidad, ha demostrado que la dignidad es tan poderosa como aquellas canciones que nunca se podrán cerrar entre barrotes.
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España es el país de la Unión Europea con más artistas condenados o represaliados, equiparándose a estados como Turquía o Marruecos, por eso el rapero de Lleida anunció hace semanas que no pensaba presentarse en prisión dentro del plazo de diez días que la justicia le exigía, pero que tampoco barajaba el camino del exilio seguido por su compañero Valtonyc, exiliado en Bélgica acusado de injurias al Rey: si desde hace quince años Hasél ha creado centenares de canciones y poemas cargados de crítica social para expresar su visión de la realidad, ahora su forma de mostrarla sería convirtiendo su caso particular en el mejor ejemplo de aquello que nunca se ha cansado de criticar. Uno de los versos que lo ha llevado a la cárcel dice que «Los amigos del reino español bombardeando hospitales,/ mientras Juan Carlos se va de putas cono ellos», por eso desde hace meses corre una viñeta por internet en la cual se ve a un juez preguntando «¿Promete decir usted toda la verdad»? y a Pablo Hasél respondiendo «Estoy aquí precisamente por decir verdades».
Muchos años antes que Hasél naciera, Vicent Andrés Estellés escribió «La rosa de papel», un poema metafórico y combativo que narra como una rosa de papel secreta corre de mano en mano por todo el pueblo sin que las autoridades osen encontrarla -ni eliminarla- cuando deciden prohibirla. «Sin embargo, como una consigna,/ circula secretamente/ de mano en mano, por todo el pueblo,/ una rosa de papel.», dicen los últimos versos del poema, escritos años antes de la muerte de Franco. Con el fin de la dictadura franquista y la llegada de la Transición, artistas como Estellés, Lluís Llach u Ovidi Montllor, por decir algunos, vieron la oportunidad de dejar de lado las metáforas con forma de gallineta o feres ferotges con el fin de explicar el mundo que veían, pero la realidad es que nunca han dejado de existir desde la restauración de la democracia los casos de censura y denuncias en nombre de la integridad personal, el enaltecimiento del terrorismo o las injurias en la Corona.
Poco se habría imaginado a Vicent Andrés Estellés, pues, que décadas después de la muerte del dictador los poetas y cantantes vieran su libertad en peligro para decir las cosas tal como son, sin necesidad de metáforas anticensura. Precisamente por eso, hoy, Pablo Hasél ha escrito en la UdL el verso más importante de su carrera: porque su mejor verso es aquel que está llenando portadas de diarios, timelines de Twitter o plazas llenas de gente mostrando apoyo e indignación, ya que desgraciadamente se puede privar de libertad a un artista, pero no sus ideas. Hoy, eso que dicen los versos de Pablo Hasél que no has escuchado nunca, igual que la rosa de papel del poema de Estellés, han encontrado la mejor rima posible: la solidaridad de toda la gente que anhela vivir en una sociedad donde la palabra «censura» tenga menos fuerza que la noción de libertad.
Fuente: El Nacional