Bajo el manto de “cooperación regional” y “patrullas conjuntas”, la participación de la Armada india en maniobras marítimas sobre aguas en disputa con China representa un salto cualitativo en la internacionalización del conflicto marítimo asiático, y amenaza con desatar nuevas tensiones en una región ya sobrecargada de rivalidades.
Los buques INS Mysore (destructor de misiles guiados), INS Kiltan (corbeta antisubmarina) y INS Shakti (buque cisterna de la flota), atracados en el puerto de Manila, participarán en patrullajes conjuntos del 4 al 8 de agosto, en una zona altamente disputada entre China y Filipinas.
La acción coincide con la visita oficial del presidente filipino Ferdinand Marcos Jr. a Nueva Delhi, donde se reunirá con el primer ministro Narendra Modi, así como con otras autoridades indias.
Nueva Delhi afirma que su presencia forma parte de una mayor cooperación en defensa marítima con Manila, pero lo cierto es que India está tomando una postura más activa en aguas que no le son propias, una señal clara de alineamiento estratégico frente a Pekín.
Un nuevo actor en un mar sobrecargado de intereses
La región del Mar de China Meridional se ha convertido en uno de los puntos más sensibles del planeta. Allí convergen reclamaciones territoriales superpuestas, rutas comerciales críticas y ambiciones militares en ascenso.
China ha establecido una fuerte presencia en los últimos años mediante islas artificiales, bases militares y patrullajes permanentes, lo que ha provocado fricciones con países como Vietnam, Malasia, Filipinas y Brunei.
Estados Unidos, por su parte, realiza regularmente operaciones de “libertad de navegación”, desafiando las reivindicaciones chinas y aumentando el riesgo de colisiones no solo diplomáticas, sino militares.
Con su despliegue, India ingresa de lleno a ese tablero, no solo como actor defensivo, sino como parte de una coalición tácita que intenta contener el avance marítimo de China.
Si bien Nueva Delhi ha mantenido tradicionalmente una política exterior de no alineamiento, su creciente participación en ejercicios conjuntos con Estados Unidos, Japón, Australia y ahora Filipinas indica un reposicionamiento progresivo hacia un bloque de equilibrio frente a China.
¿Protección regional o provocación peligrosa?
La pregunta clave es si este tipo de despliegues refuerzan la seguridad marítima regional o, por el contrario, alimentan un clima de confrontación. Si bien Filipinas valora la presencia india como muestra de respaldo frente a la presión de Pekín, otros actores de la región —incluyendo miembros de la ASEAN— podrían interpretar la maniobra como una peligrosa internacionalización de un conflicto que aún busca vías diplomáticas de resolución.
India, al proyectar su poder naval más allá del Índico, entra en una zona donde la línea entre disuasión y provocación es muy delgada. La historia reciente ha demostrado que el Mar de China Meridional puede convertirse rápidamente en un polvorín: basta una colisión, una mala comunicación o una maniobra agresiva para que se desate una espiral difícil de contener.
El despliegue naval indio en Filipinas no es un hecho aislado, sino parte de un reordenamiento más amplio en la arquitectura de poder en Asia. La presión conjunta sobre China parece hoy más coordinada que nunca, pero también más arriesgada.
Mientras Manila celebra la llegada de buques aliados, la región se enfrenta a una creciente incertidumbre: ¿estamos ante una mayor cooperación para la estabilidad regional o ante una militarización cruzada que pone en jaque la paz del Indo-Pacífico?
*Foto de la portada: Ministerio defensa India

