El viernes 17 de octubre, Zelensky volvió a la Casa Blanca con la esperanza de obtener el respaldo de Washington mediante el suministro de misiles de crucero de largo alcance Tomahawk para Kiev. Sin embargo, no sólo no recibió los Tomahawk ni promesas de ayuda o garantías de seguridad, sino que fue objeto de presiones por parte de Trump y de un nuevo capítulo de humillación televisada.
Unas horas antes de la reunión con Zelensky, Trump había conversado telefónicamente con Putin, lo que muchos consideran un punto de inflexión en las decisiones del mandatario norteamericano.
Aún cuando la delegación ucraniana intentó convencer a los estadounidenses sobre cómo los misiles serían vitales para golpear a Rusia, Trump le informó a Zelensky que “los Tomahawks son necesarios en casa” y enfatizó que los recursos de Estados Unidos deben servir primero a los intereses estadounidenses, descartando así toda posibilidad del envío de los misiles. Además, Trump reiteró que tales ataques “difícilmente acercarían la paz, sino que ciertamente alejarían aún más las negociaciones”.
El día anterior, Trump había anunciado la posibilidad de celebrar una nueva cumbre con Putin, esta vez en Hungría, lo que desató un profundo malestar entre los globalistas belicistas europeos. Cuando se le preguntó a Trump ¿por qué Budapest? respondió lo obvio, “nos gusta Viktor Orbán. Él [Putin] lo aprecia, yo lo aprecio”. Además mencionó que considera a Hungría un lugar seguro.
Aunque aún no hay fecha confirmada para este posible encuentro, y de hecho varios medios informaron recientemente que Trump habría cancelado la cita al afirmar “no quiero perder el tiempo. Así que voy a ver qué pasa”, quienes siguen los análisis de PIA Global podrán anticipar que la elección de Budapest no responde solo al amiguismo.
Orbán guarda grandes relaciones con Rusia y con Israel, al igual que con Trump. El presidente húngaro es uno de los líderes europeos nacionalistas, soberanistas y conservadores de derecha que viene con una dura y crítica política a las decisiones de las instituciones de Bruselas, en especial aquellas relacionadas a Ucrania. En reiteradas oportunidades, Hungría ha vetado las políticas de la UE en apoyo a Kiev, desde una subvención de 500 millones de euros del mecanismo European Peace Facility, hasta declaraciones conjuntas en el Consejo Europeo; también vetó o condicionó la aprobación de sanciones contra Rusia, o se opone a cualquier intento de avance de adhesión de Ucrania a la UE. Cada una de ellas en defensa de los intereses nacionales húngaros, lo que le ha valido duras críticas y ataques por parte de los sectores belicistas europeos.
Por ello, para la UE y los sectores belicistas resulta contradictorio que se elija a Budapest, lo que explica su visible irritación, no obstante, para los líderes ruso y estadounidense es una posibilidad viable, incluso con las dificultades y complejidades para la seguridad de Putin llegar hasta Hungría.
Pero también Orban es uno de los principales líderes de la familia europea Patriotas por Europa, un grupo que viene ganando terreno en el continente posicionándose como una viable alternativa al grupo globalista belicista europeo. Este punto en especial es el que más peso tiene para un Trump en guerra interimperial contra el globalismo.
El ataque de Trump contra el globalismo europeo se observa en diferentes frentes, el más notable ha sido la retirada del apoyo para el sostenimiento del proyecto estratégico de los belicistas: la guerra en Ucrania. Pero también se ve en situaciones como excluirlos de cualquier intento de cumbre de paz con Putin; humillándolos, individual o colectivamente, en la Casa Blanca; presionando para elevar el porcentaje del PBI en el gasto en defensa para luego exigir que ese dinero sea para comprar armamento a EEUU; coaccionando para que aumente los aranceles a China; imponiendo la compra de energía y armamento a EEUU. Es decir, una persistente subordinación geopolítica europea a Washington.
Recordemos que para el globalismo belicista europeo, la guerra proxy en Ucrania como foco activo es el proyecto con el cual se sostiene principalmente, por lo que la posibilidad de negociaciones entre EEUU y Rusia pone en peligro la continuidad de Ucrania como centro del desarrollo de la estrategia. Así hemos visto una y otra vez sabotajes y obstaculizaciones para impide que avance cualquier intento de paz.
A esto le suma el accionar político incierto de un Trump que unas semanas se presenta como el garante de la paz y amigo de Putin y a la siguiente crítica al mandatario ruso y promete a Zelensky unos misiles Tomahawk. La supuesta cancelación o aplazamiento de la reunión con Putin podría deberse en gran parte a la falta de lectura, o desinterés, sobre lo que sucede en este conflicto.
Algunos medios anunciaban que la cancelación de Trump se dio después de la conversación entre Lavrov y Rubio, ante la cual el canciller ruso volvió a recordarles a los estadounidenses que Moscú no acepta un alto al fuego inmediato. Esto significa que Trump no realiza una buena lectura acerca de lo que para Rusia está en juego o simplemente decide ignorarlo. Cualquiera sea la razón, Rusia ha demostrado una posición firme y coherente desde el inicio acerca de sus líneas rojas y los objetivos con la Operación Militar Especial, mientras se encuentra en una posición de ventaja en el frente de batalla.
De acuerdo al especialista ruso Alexander Dugin, “en Estados Unidos hay tres fuerzas estratégicas. La primera es el movimiento MAGA, sobre cuyos hombros Trump llegó al poder. Su postura es similar a la nuestra: ni intervenciones, ni ayuda a Ucrania; no es asunto suyo. Cuando Trump deja de apoyar a Zelenski, habla en nombre de MAGA: que lo resuelvan ellos mismos. Este es su electorado principal, su estrategia. Cuando se desvía, se enfurecen; cuando regresa, vitorean: “Mi presidente, por eso voté por él”. Si dice: “Le daré Tomahawks a Kiev”, responden: “No mi presidente, no voté por eso”. Esta es una fuerza poderosa. Quieren una Gran América, no un garante de la democracia global al estilo de Wilson. Se oponen al liberalismo, a la comunidad LGBT, a Antifa de Soros, a la corrupción, a Epstein. Los demócratas, la segunda fuerza, apoyan a Zelenski, pero siguen en la oposición y no influyen en la política de Trump. La tercera fuerza —los neoconservadores y los republicanos de izquierdas (RINO), los republicanos de la vieja guardia que buscan la hegemonía global—, como Kellogg y otros del entorno de Trump, lo empujan hacia una escalada. Trump oscila entre MAGA y los neoconservadores, como en nuestro caso. Su postura sobre Ucrania es la prueba de fuego. MAGA se opone a apoyar a Zelenski, pero Trump se esfuerza por parecer independiente”.
Mientras tanto, en Europa, a los pocos días de la reunión Trump – Zelensky y el anuncio de la posible cumbre de paz con Putin en Budapest, se registraron explosiones en dos refinerías europeas: una en la planta de MOL en Hungría y, horas antes, la de Petrotel-Lukoil en Rumanía. La refinería húngara, ubicada en la ciudad de Szahalombatta, es una de las más grandes de Europa Central y Oriental y recibe crudo ruso a través del oleoducto Druzhba. Por su parte, Petrotel-Lukoil, forma parte de la petrolera rusa Lukoil y es una de las principales refinerías de Rumanía. Lo que llamó la atención de analistas que no creen que se trate de una coincidencia.
Por su parte, Macron convocó a una nueva reunión de la llamada “coalición de los dispuestos” para este viernes en un formato mixto, es decir, algunos mandatarios se presentarán en Londres y otros lo harán mediante videoconferencia. Además, el jueves se estará llevando a cabo una Cumbre de la UE en Bruselas en donde uno de los temas posibles a tratar sea el uso de los fondos congelados rusos.
En las últimas horas, Bloomberg anunció que la UE está trabajando con Ucrania en una nueva propuesta para un cese del fuego en la guerra de Rusia a lo largo de las líneas de batalla actuales. Incluso se mencionó una posible propuesta de paz de 12 puntos que toma como modelo el plan estadounidense de 20 puntos para Gaza.
El martes los líderes europeos pidieron a Trump que se mantenga firme con la exigencia de un alto al fuego inmediato y que las actuales líneas de batalla sirvan de base para futuras conversaciones, mientras presionan para mantener a Estados Unidos en un papel central. También continúan insistiendo que recién cuando ambas partes acuerden un alto el fuego, iniciarán negociaciones sobre el territorio, pero no habrá reconocimiento de las tierras ocupadas por Rusia como rusas.
Aunque aún no hay ningún escrito oficial, algunos medios han informado de acuerdo a fuentes de diplomáticos de alto nivel europeo, que los 12 posibles puntos incluirían, como ya se mencionó el cese al fuego inmediato con congelamiento de las líneas de frente actuales como base de negociación; garantías de seguridad para Ucrania; un consejo de implementación, supuestamente bajo la presidencia del Trump, para supervisar el cumplimiento del acuerdo; retorno de todos los niños deportados a Ucrania y un intercambio de prisioneros; la reconstrucción de Ucrania y su adhesión a la UE; la suspensión gradual de las sanciones contra Rusia sólo si Moscú paga su parte de la reconstrucción de Ucrania; Rusia y Ucrania iniciarían negociaciones sobre la gobernanza de los territorios ocupados, sin que Ucrania o Europa reconozcan legalmente ese territorio como ruso.
Es decir, se trata de la misma postura y exigencias de siempre sólo que presentadas con fecha actualizada. Una situación que no favorece en absoluto a los europeos.
Ucrania no sólo ha perdido el apoyo estadounidense, sino que la ayuda de la UE viene mostrando una caída.
Kaja Kallas anunció esta semana carencias en los suministros militares a Kiev: “De los dos millones de cartuchos prometidos, aún faltan unos 300.000”, declaró el lunes en rueda de prensa. La promesa surgió de una iniciativa lanzada en marzo, que inicialmente preveía 40.000 millones de euros en apoyo militar, reducidos luego a 5.000 millones por oposición de varios Estados miembros, aunque el suministro de municiones siguió siendo un componente central del plan final.
Uno de los principales países que provee municiones a Ucrania es República Checa. La Iniciativa Checa de Municiones, lanzada en 2024, se diseñó para financiar la compra de munición de gran calibre para Ucrania. No obstante, las empresas checas involucradas en esta Iniciativa se encuentran en el centro de una controversia tras ser acusadas de cobrar comisiones hasta cuatro veces superiores a las de las agencias estatales ucranianas. Por si eso no fuera poco, las últimas elecciones en República Checa otorgaron la victoria a Andrej Babis, miembro de Patriotas por Europa, que anunció que el país dejaría de producir municiones para Ucrania.
Por otro lado, según un informe del Ukraine Support Tracker del Instituto Kiel, publicado el 14 de octubre, la ayuda militar de los países de la UE cayó casi un 60% en el verano de 2025 en comparación con el comienzo del año.
“La mayor parte de la ayuda militar durante el período de observación provino de la nueva iniciativa PURL de la OTAN. Esta iniciativa, acordada en julio en una reunión entre el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, y el presidente estadounidense, Donald Trump, permite a la OTAN adquirir armas listas para usar de los arsenales estadounidenses para Ucrania, financiadas por otros Estados miembros. Para agosto, ocho países de la OTAN habían participado: Bélgica, Canadá, Dinamarca, Alemania, Letonia, Países Bajos, Noruega y Suecia. Asignaron un total de 1.900 millones de euros.
Aunque se puso en marcha el nuevo mecanismo, la ayuda militar se redujo significativamente en julio y agosto. Después de que Estados Unidos dejara de anunciar nuevos paquetes de ayuda a principios de 2025, los países europeos intervinieron y ampliaron significativamente su apoyo militar . Como resultado, el promedio mensual de asignaciones de ayuda militar en la primera mitad de 2025 superó a los de 2022-2024, a pesar de la falta de contribuciones estadounidenses. Sin embargo, este impulso se derrumbó en el verano: las asignaciones militares de los países europeos cayeron un 57 por ciento en comparación con enero-junio de 2025, incluso cuando se incluyeron sus contribuciones a la iniciativa PURL de la OTAN. Sin embargo, la reducción del apoyo militar de Europa se vio parcialmente compensada por mayores asignaciones de otros países. En particular, Canadá anunció 1.200 millones de euros en ayuda militar en agosto, parte de la cual se canalizó a través del mecanismo PURL de la OTAN. Si contamos la ayuda total, incluida la de los donantes europeos y otros, la disminución mensual de la ayuda fue del 43%”, dice el informe.
El derrumbe progresivo del apoyo a Ucrania evidencia una realidad incontestable: el proyecto belicista europeo se agota tanto en los campos de batalla como en las arcas de sus aliados. Lejos de consolidar una Europa fortaleza, la obsesión por una victoria imposible en Ucrania ha acelerado su declive estratégico, fracturando al continente entre un globalismo belicista en retirada y una derecha nacionalista en ascenso. El globalismo belicista europeo apostó a una guerra en un tablero donde otros mueven las piezas. El panorama muestra, así, un Occidente fragmentado, con una Europa desgastada y un Estados Unidos impredecible, mientras Rusia consolida su posición con una coherencia estratégica que sus adversarios ya no logran sostener.
*Micaela Constantini, periodista y parte del equipo de PIA Global.
Foto de portada: Andrew Harnik / AFP


