Terminó una nueva cumbre del G7, una reunión en la que se remarcó la importancia del orden internacional basado en el “Estado de derecho”. Lo que les dio el pie para orientar sus temas en “aislar económicamente a Rusia y debilitar su capacidad de combatir en la guerra”, apoyar a Ucrania, contener a China y que tanto Beijing como Moscú desarmen su arsenal nuclear.
En cuanto al principal tema del Grupo de los Siete, el Primer Ministro japonés, Fumio Kishida, sostuvo que “cualquier intento de cambiar unilateralmente el statu quo por la fuerza en cualquier parte del mundo es inaceptable, e insistió enérgicamente en la necesidad de poner fin cuanto antes a la agresión de Rusia contra Ucrania y de proteger un orden internacional libre y abierto basado en el Estado de Derecho”. El primer documento firmado por los miembros fue el de las sanciones a Rusia, claro.
Si bien el lugar del G7 está bien definido en el plano internacional, es cierto que tiene algunos inconvenientes: Uno de los grandes problemas actuales para este bloque es que el poder económico del G7 está disminuyendo. Para 1990 representaba más de la mitad del PBI mundial y en la actualidad dicho número descendió al 30%, según datos del Fondo Monetario Internacional. El segundo problema es que se enfrenta a otros organismos emergentes como los BRICS que le disputan algunos debates mundiales urgentes, sobre todo para los países más pobres.
Hiroshima 2023, entonces, es un síntoma del nuevo orden internacional, debido a que gran parte de los encuentros se centran en dos países que no figuran en la lista de invitados: Rusia y China que a su vez son parte de los BRICS y justamente son quienes proponen un mundo multipolar.
Si bien es muy significativo que la cumbre se celebre en una ciudad como Hiroshima, es cierto que las exigencias de las víctimas de la bomba atómica no fueron escuchadas. Los sobrevivientes le pidieron al gobierno de Japón que adhiera al tratado de no proliferación nuclear y que el gobierno sea determinante en no sumarse a ninguna guerra. Esto, de por sí ya era muy difícil de cumplir tanto para Kishida como para el G7.
En primer lugar, porque Japón rompió con lo que se conocía como la «Constitución blanca» que le prohibía al estado nipón tener su propio ejército y realizar gastos militares. La inversión en Defensa será de hasta un 2% del PBI para 2027, lo que equivale a 37.000 millones de dólares.
En segundo lugar, porque el Grupo de los Siete está dividido en la cuestión nuclear, ya que cuenta con varias potencias en esa área como son Estados Unidos, Reino Unido y Francia y además, Washington tiene desplegadas armas nucleares en otros dos miembros del grupo: Alemania e Italia.
De hecho, el último documento firmado en Hiroshima por los siete miembros fue el de condena a “las amenazas nucleares de Rusia y la falta de transparencia por parte de China”. Los líderes de Japón, Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Canadá, sin embargo, no hicieron ninguna mención respecto a su arsenal nuclear, lo que fue criticado por parte de las víctimas de la bomba atómica en Hiroshima.
Sobre esto, Kishida manifestó que “para garantizar la paz en la comunidad internacional, también es importante dar pasos realistas hacia la consecución de un ‘mundo sin armas nucleares’, teniendo en cuenta el grave entorno de seguridad, y que la amenaza de armas nucleares por parte de Rusia es inaceptable, y que no deben utilizarse”.
Otro de los hechos para destacar de la cumbre del G7 fue la visita del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, quien en su visita al mausoleo de las víctimas comparó la “destrucción total” de la ciudad ucraniana de Bakhmut —una ciudad ucraniana que hoy está en manos rusas— con la devastación en 1945 de Hiroshima, luego de la bomba atómica lanzada por Estados Unidos. Y agregó además: “Las fotos de Hiroshima me recuerdan a Bakhmut. No hay absolutamente nada vivo. Todos los edificios están destruidos”.
“Sobre esta base, el G7 acordó aplicar de manera constante su compromiso inquebrantable de prestar asistencia diplomática, financiera, humanitaria y militar a Ucrania en la medida necesaria, y confirmó su determinación de restablecer la paz en Ucrania y salvaguardar un orden internacional libre y abierto basado en el Estado de Derecho”, cita un documento de la cumbre.
En resumen la cumbre del G7 fue de apoyo a Ucrania para seguir sosteniendo la guerra. Por un lado, sancionando a los rusos, por el otro, asumiendo el compromiso de entrenar a pilotos ucranianos en el manejo de los cazas F-16 de fabricación estadounidense y el apoyo a Zelenski por «el tiempo que sea necesario». Aunque se mencionó la idea de “frenar a China” en varias ocasiones.
Una nueva respuesta de China
Entre las frases que circularon en los comunicados hacia Beijing fueron la de «contrarrestar la coerción económica de China» e impulsar la «reducción de riesgos» de sus relaciones económicas con China. El gobierno chino rechazó estas categorías afirmando que Estados Unidos es el mayor agresor de estas e instando al G7 a evitar la diplomacia coercitiva y las pequeñas camarillas exclusivas.
Durante la cumbre también se conocieron las limitaciones al comercio de microchips avanzados chinos, con el pretexto de los riesgos de uso para fines militares. El presidente Biden defendió esas acciones luego de que el G7 advirtiera a China contra sus «actividades de militarización» en la región. «China está desarrollando su ejército, y por eso dejé en claro que no estoy preparado para comerciar con ciertos artículos con China», sostuvo el mandatario estadounidense.
Otro de los hechos para destacar de la semana pasada es que mientras se realizaba el encuentro de Hiroshima, en la ciudad china de Xi’an se reunían con el presidente Xi Jinping los mandatarios de Kazajistán, Uzbekistán, Tayikistán, Kirguistán y Turkmenistán quienes debatieron la posibilidad de crear una “ruta intermedia” para el comercio de la región eludiendo a Rusia en lo que se conoce como la Ruta de la Seda —un proyecto creado por Xi en 2013—. Teniendo en cuenta que el Yuan está creciendo a nivel mundial, junto con el comercio y los socios de China, este movimiento en Asia Central no sorprende demasiado. En 2022 el comercio con los países de la región alcanzó los 70.000 millones de dólares y en el primer trimestre de este año aumentó un 22%. Beijing busca energía, materias primas y conectividad. Los países de Asia Central son un socio poderoso para varios países del mundo y ya no se trata sólo de ser aliados de Rusia.
La respuesta china de hacer una cumbre paralela fue por lo menos interesante, más allá de las respuestas diplomáticas que puedan tener a través de sus portavoces del Ministerio de Relaciones Exteriores. Por su parte, el G7 plantea siempre lo mismo apuntando contra los países con los que no está de acuerdo sin mirar las falencias propias. Así exige que China y Rusia se desarmen en lo nuclear mientras ellos no lo hacen, en la ciudad Japonesa de Hiroshima, esa a la que Estados Unidos lanzó una bomba atómica en 1945.
*Erika Gimenez es Licenciada en Comunicación, escribe en PIA Global y otros medios.
Foto de portada: EFE/EPA/G7 Hiroshima Summit Host