Es imposible iniciar una conversación sobre el paradigma geopolítico sin tropezar con la idea de la multipolaridad. El escenario político y económico mundial ha despertado un renovado interés por los debates sobre la configuración internacional del poder. El panorama geopolítico está en transición y parece que estamos entrando en la era multipolar. Debemos analizar qué ideas podemos extraer de la teoría de las relaciones internacionales, cuáles son las lecciones relevantes de la historia y cuáles son las especificidades de nuestra situación, y cómo podemos trabajar todos juntos para garantizar que la multipolaridad se convierta en un vehículo para el desarrollo sostenible y la paz duradera en este planeta.
La multipolaridad ha pasado a ocupar un lugar destacado en el vocabulario cotidiano de diplomáticos y líderes mundiales. La Cumbre de los BRICS de 2009 expresó su apoyo a un orden mundial multipolar más democrático y justo. Los sucesivos comunicados de los BRICS han seguido tocando esta fibra sensible. En 2010, la ex secretaria de Estado estadounidense Hillary Clinton señaló durante su visita oficial a Nueva Zelanda que «estamos siendo testigos de un cambio de poder hacia un mundo más multipolar, en contraposición al modelo de la guerra fría de un mundo bipolar». En 2013, el ex secretario general de la ONU Ban Ki-moon declaró que hemos empezado a ver un impulso creciente e irreversible hacia un mundo multipolar. En 2016, el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Lavrov, declaró que las relaciones internacionales han entrado en una etapa histórica conceptualmente nueva, que consiste en un orden mundial multipolar emergente que refleja el fortalecimiento del nuevo paradigma de desarrollo económico y de los centros de poder. Estas manifestaciones revelan una aceptación general de que la multipolaridad se ha convertido en un concepto ineludible dentro de la dinámica internacional contemporánea.
Se reconoce ampliamente que el mundo unipolar ya no es sostenible en el contexto de las realidades del terreno. El Sur Global, compuesto por países de América Latina, África y Asia, ha estado históricamente marginado del sistema internacional. Sin embargo, con el auge de la multipolaridad, el Sur Global tiene la oportunidad de desempeñar un papel más significativo en la configuración del orden internacional. Por ejemplo, en la Asamblea General de la ONU, el Sur Global tiene mayoría, con 135 de los 193 países pertenecientes al G77, una coalición de países en desarrollo.
Además, la lucha contra el neocolonialismo en un mundo multipolar es crucial. El legado del colonialismo sigue configurando el sistema internacional, y muchos Estados-nación modernos son una trágica herencia de la época colonial o una herramienta para promover los intereses de las grandes potencias mundiales. Los efectos del colonialismo pueden apreciarse en la desigual distribución de la riqueza, la influencia y el poder en el mundo, siendo el Sur Global el que se lleva la peor parte de las consecuencias negativas. Por ejemplo, el PBI per cápita de los 10 países más ricos del mundo es de 100.000 dólares o más, mientras que el de los 10 países más pobres es inferior a 1.000 dólares. China y Rusia, como miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, disfrutan del estatus de gran potencia. India, el país más poblado, tiene la quinta mayor economía. Brasil y Sudáfrica también están emergiendo como países con mayor alcance global, influencia y nuevas capacidades diplomáticas. No se puede subestimar el papel de los países BRICS en la configuración de las agendas internacionales a través de marcos multilaterales, como han puesto de manifiesto las recientes negociaciones sobre desarrollo sostenible y cambio climático.
El mundo se enfrenta a retos críticos como la pobreza, las privaciones, el desempleo, el hambre y las enfermedades, así como el cambio climático. 30.000 personas mueren cada día de hambre y 700 millones viven en la más absoluta pobreza, con menos de dos dólares al día.
Necesitamos un orden mundial multipolar basado en la equidad, la cooperación y la confianza, con respeto por la diversidad y el Estado de derecho, además del reconocimiento de la dignidad y la soberanía de las naciones. El extremismo violento que conduce al terrorismo se percibe cada vez más como una amenaza global, que requiere esfuerzos internacionales integrales y coordinados. El futuro de la llamada guerra contra el terror ha creado una mayor conciencia de la necesidad de enfoques armonizados y acordados multilateralmente.
El brote de ébola de 2014 y la pandemia de COVID-19, que provocó miles de muertes evitables, han demostrado la renovada necesidad de coordinación y cooperación multisectorial. Incluso el problema mundial de las drogas se considera ahora una responsabilidad común y compartida, ya que las naciones situadas en distintos puntos de la cadena de producción y consumo reconocen los resultados insatisfactorios de los resultados y buscan soluciones más eficaces mediante esfuerzos concertados multilateralmente.
También debemos reconocer que una gran cantidad de organizaciones de la sociedad civil que promueven causas que van desde la igualdad de género hasta el desarme y la no proliferación representan una evolución histórica que no puede ignorarse.
El mundo multipolar no puede basarse únicamente en un equilibrio de poder; también debe construirse sobre una base de diversidad cultural y entendimiento mutuo. El diálogo de civilizaciones es crucial en este sentido, con la necesidad de fomentar un mayor entendimiento entre las diferentes culturas, etnias y civilizaciones.
La multipolaridad ofrece la oportunidad de un sistema económico más diversificado y equilibrado, frente al orden económico dominado actualmente por unas pocas potencias occidentales. Necesitamos reformas de las instituciones económicas internacionales, la promoción del comercio justo y la inversión, y el fortalecimiento de la integración económica regional.
Las Naciones Unidas y otras instituciones de Bretton Woods necesitan reformas críticas para hacer frente a los crecientes desafíos del mundo. También necesitamos nuevas instituciones de seguridad colectiva y gobernanza. Los mecanismos de gobernanza deben ser más inclusivos y democráticos.
Necesitamos esfuerzos colectivos firmes para deconstruir la unipolaridad explorando alternativas ideológicas, ampliando la cooperación humanitaria, promoviendo el diálogo, respetando la pluralidad y resistiendo a las tendencias hegemónicas de las potencias atrincheradas.
Las naciones de todos los tamaños tendrán que beneficiarse de la igualdad soberana de los Estados, que constituye el núcleo de un orden multipolar exitoso, a través de un marco multilateral mejorado y más inclusivo para la toma de decisiones y la cooperación. La sociedad civil y un multilateralismo sólido deben reforzarse con un liderazgo inteligente, recursos diplomáticos y movilización social. Los ciudadanos de nuestras sociedades interconectadas, que aspiran a realizar su potencial y vivir una vida de paz y felicidad, estarán sin duda dispuestos a hacer de este mundo un lugar mejor para la posteridad con valores compartidos.
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