Análisis del equipo de PIA Global Nuestra América

El Desarme Argentino. Entrevista a Esteban Montenegro

Por Guillermo Caviasca*. –
Presentamos en este artículo la entrevista realizada a Esteban Germán Montenegro autor, junto a Sergio Eissa, del libro Desarme Argentino. La política de defensa entre 1983 y el 2023. Se compone de dos artículos uno de cada autor en los que se encara el análisis con estadísticas certeras del problema planeado en torno a la extrema debilidad del sistema de defensa argentino.

El mismo título del libro es un desafío, ya que remite a los cuarenta años de gobiernos democráticos para hablar de un tema grave en términos negativos. El “pacto democrático” (implícito) del cual se habla en discusiones de la escena política parece haber tenido una serie de consensos, entendidos estos como cuestiones que se sostienen sean del signo que sean las administraciones. Uno es el régimen constitucional como forma de acceso a las instituciones y resolución de diferencias. Otro algunas cuestiones claves del “modo de acumulación” heredado de la dictadura a no tocar. Y uno más (aunque haya otros): la decisión de “desarme”, que es el que se trata en el libro. 

Como advierten los autores, el trabajo no tiene una pretensión académica, sino de colocar el debate sobre la mesa, bajo la idea ya planteada hace 30 años por Ernesto López al inicio de la administración menemista sobre el “desame de hecho” de la República Argentina. Lo que sugiere “de hecho” es que no hay un plan explícito ni acuerdos formales al respecto, pero sí que paso a paso se desarrolla con claridad a través de políticas (o de “no políticas” como señalan los autores). Pasadas varias décadas de este planteo de López, analizan las formas y resultados de cuatro décadas de desarme. Presentando las diferentes líneas que confluyen en la desarticulación de toda capacidad militar de la Argentina: una tendencia que se sostiene más allá de los gobiernos y sus diferentes perspectivas ideológicas e identidades.

Los autores analizan, siguiendo las premisas que señalamos antes, dos aspectos complementarios del problema. En el primer capítulo a cargo de Montenegro, se profundiza e intenta explicar cómo funciona en términos genéricos “una organización militar y cuales son algunos de los componentes esenciales que se deben ponderar y sostener para obtener una organización castrense preparada y disponible para cumplir su misión principal”, en relación con los déficits cada vez mayores de nuestras FFAA. Mientras que el segundo a cargo de Eissa, se hace un análisis cuantitativo complementando “no solamente con presupuesto, sino también con el alistamiento, el adiestramiento, los recursos destinados a ambos, la cantidad de efectivos, la inversión de defensa, capacidades” etc.

En definitiva, el libro es un desafío que parte de la premisa de “desarme”, pero que debe ser comprendido por quien lo lea en el sentido de que un atributo básico de un estado soberano es su defensa exterior, y que ésta no es posible seriamente sin FFAA. También que cuando los autores hablan de “la función principal” de las FFAA esta es hacer la guerra; otras funciones como las de apoyo a la comunidad son loables, incluso necesarias, pero son secundarias. Como también que, en un ámbito tan destacado como la política exterior, la existencia de una FFAA con poder de fuego adecuado son una herramienta ineludible para que las palabras de la diplomacia sean algo más que eso.

Sobre los autores: German Montenegro, es Politólogo; Profesor/ investigador UNQ y UMET. Y fue Ex-secretario de Asuntos Militares. Sergio Eissa es pos-doctor en Ciencias Sociales y doctor en Ciencia Política. Docente/investigador en defensa, seguridad y política exterior en UBA, la IUGNA y en la UNDEF.

Vamos a la entrevista

-El título del libro es “El desarme argentino” y puntualiza el periodo 1983-2023. O sea, es el desarme desde la transición democrática hasta la actualidad. Esta elección del periodo es provocativa pero real, sin embargo, desafía algún sentido común ¿Qué necesidad los impulsó a un título tan definitorio?

El titulo fue puesto adrede, ya que refleja -en nuestra opinión- de manera realista el estado de situación en el cual se encuentran, en términos generales, las Fuerzas Armadas argentinas en este momento. Por cierto, si bien el libro abarca hasta 2023, las condiciones vigentes desde 2023 hasta ahora (2025) no han hecho más que agudizar la situación de desarme.

Que quiere decir “desarme”, esto: Argentina no dispone en la actualidad de un dispositivo militar operacional mínimo preparado para una contingencia bélica.  Es decir, un aparato que pueda ser considerado una fuerza militar en “sentido estricto”.

Las fuerzas armadas actuales constituyen una acumulación de materiales mayoritariamente obsoletos y tecnológicamente atrasados; unidades operacionales incompletas en sus dotaciones de personal y equipamiento y personal militar con un bajo nivel de adiestramiento y preparación para la guerra.  Es decir, más allá de la voluntad y profesionalismo del personal que las constituyen, no conforman una fuerza militar preparada para una contingencia bélica.

En lo concreto: Regimientos que son medias compañías; grupos aéreos que son apenas una escuadrilla, buques de combate principales (destructores-corbetas) que no tienen los dispositivos técnicos, tecnológicos y armamentísticos correspondientes. 

Este esquema apenas alcanza para responder a requerimientos de apoyo a la comunidad, algunas operaciones de paz y alguna operación de apoyo a la seguridad interior. Ninguna de estas actividades impone los condicionamientos y exigencias propias de la guerra.

Un detalle controversial para conversar; el despliegue que se mantiene hoy es prácticamente el vigente en el periodo 1966-1983; es decir el periodo en el cual las Fuerzas Armadas alcanzaron su máximo volumen de personal y operacional. Hoy ese despliegue es un cascaron literalmente vacío; o prácticamente vacío. Sin embargo, hay intereses políticos y militares que apuestan a mantenerlo, ya que les permite solicitar (la política) y responder (los militares) demandas política-territoriales de manera eficaz.

    -En el régimen democrático desde 1983 se sucedieron distintas administraciones de signo distinto; y periodos de la historia mundial con cambios muy profundos. Sin embargo, el trabajo señala una tendencia vigente en todas las administraciones, una tendencia que (siguiendo a Ernesto López) denominan “desarme de hecho”. O sea, un desarme sin un plan explícito del mismo pero que ha disminuido el poder de las FFAA hasta poder denominarlo “desarme”. ¿Cuáles sería las causas estructurales que han impuesto esta realidad constante al sistema de defensa nacional?

Por un lado, el proceso de “constricción castrense” se inició con la administración de Raúl Ricardo Alfonsín, bajo la premisa de acotar el poder del “partido militar”, sin embargo, esto se dio básicamente a partir del recorte presupuestario que, si bien fue importante, pasando del 4% del PBI al 2 % del PBI, no significo una situación de ahogo generalizado del sistema. El problema se acentuó en profundidad durante la administración de Menem. Por un lado, la Reforma del Estado (1989) y la posterior convertibilidad (1991) impusieron un cepo de hierro presupuestario que se extendió una década completa y más allá, del cual las FFAA no volvieron a recuperarse. Por cierto, ese bajón que llevo el presupuesto de defensas hasta alrededor del 1 % del PBI al fin de la gestión Menem y durante la gestión De la Rúa. Resulto imposible recuperar con el paso de las décadas siguientes. Hoy gira alrededor del 0,8-0,7% y la gestión libertaria seguramente lo mantendrá en esos parámetros o incluso menos.

 Entonces, el mantenimiento de una estructura organizativa-funcional y un despliegue que es prácticamente el mismo desde 1983, deriva en una situación de constricción aguda.

Ahora bien, yendo al meollo de la pregunta. Dos cuestiones. Por un lado, las Fuerzas Armadas dejaron de constituir un actor político central y se convirtieron en una mera estructura burocrática del Estado, casi sin capacidad de influencia en la gestión política y por ende presupuestaria. La ausencia de conflictos y guerras en el horizonte, hicieron que la política corriera a las fuerzas armadas del radar de las políticas electoral y políticamente significativas. La política además adquirió una deriva de coyuntura y electoralista, en donde las acciones y políticas medulares y de largo plazo no tienen gravitación. La política de defensa y la política militar son un claro ejemplo de esta realidad, justamente. No hay “incentivos” (como dirían los economistas) para diseñar e implementar políticas de reconversión, reforma y recuperación del aparato militar. Y esto es una condición constante, “estructural”, de la política propia de la República Argentina. Es más, con lo que hay, alcanza para atender las demandas que las sucesivas políticas tienen con respecto a las fuerzas armadas. (Esto daría para conversar más en profundidad, pero intuyo que hay sectores de la política y de las Fuerzas Armadas a quienes esta situación les conviene)      

-Continuando con la pregunta anterior. Podemos señalar que más allá del desarme hubo políticas de defensa y hacia las FFAA distintas. En los gobiernos liberales o de “derecha” el discurso más favorable a las FFAA no fue acompañado por una reversión del desarme, sino por una profundización. ¿Cuál es la característica de esa política y por qué profundiza el desarme?

La derecha / liberales han desarrollado un enfoque especial. Por un lado “recuperan” el rol de las Fuerzas Armadas en el marco de la “guerra antisubversiva”; en contraposición a la crítica de los sectores nacionales y populares, progresistas y/o de centro izquierda. Con ello apuntalan el apoyo “moral” y “cultural” de las Fuerzas Armadas a las opciones de derecha (Menem. Macri, Milei y el que venga). Paralelamente, no contemplan la posibilidad de conflictos en el horizonte y además postulan una política de restricción fiscal-presupuestaria, con lo cual condenan a las Fuerzas Armadas a la situación de constricción antedicha profundizando el desarme. 

-Cuando consideran ustedes que se intentó revertir esta política y que limites, políticos, económicos, ideológicos, impidieron una construcción de FFAA operativas acorde a la defensa nacional.

En dos oportunidades se intentó romper esta inercia. Con la ley de reestructuración en 1998 y con el Fondef en 2019. La imposibilidad de volver realmente efectiva y permanente lo establecido por ese marco normativo, impidió poder llevar adelante un proceso de recuperación militar. Dos cuestiones se combinaron; las exigencias del control fiscal-presupuestario y la ausencia de un convencimiento sustantivo de las máximas autoridades políticas sobre este problema. 

Además, hay otro problema; la política no entiende tampoco cómo funcionan las fuerzas armadas; creen que solo comprando algún armamento moderno el tema se soluciona. La experiencia menemista durante los años 90 son un ejemplo claro de esto.  No entienden que mientras continue existiendo una estructura organizativa-funcional y un despliegue sobredimensionado para los recursos presupuestarios asignados de manera ordinaria, cualquier nueva adquisición agudizara la condición de desarme y constricción. La compra reciente de F 16 por parte de las FAA, está poniendo de manifiesto la imposibilidad de que los mismos puedan ser operados, en función del presupuesto exiguo.    

-Se señala que los conflictos tradicionales en América del Sur se encuentran en la actualidad y hacer unas décadas fuera de la agenda, especialmente en los que hacen a nuestros vecinos. Sin embargo, el conflicto de Malvinas y el Atlántico Sur se encuentra vigente sin visos de resolución. ¿Qué relación tiene esto con nuestra política de defensa?

Entiendo que la dirigencia política argentina no comprende el rol que puede tener la política de defensa y las fuerzas armadas en el marco de la situación conflictiva con el Reino Unido por nuestras Islas Malvinas y en eventuales competencias por el control y la presencia en el Atlántico Sur.  La falta de preparación de la política para comprender como funcionan las fuerzas militares y que roles puede desempeñar en el marco de una política al respecto es, en mi opinión, clave para entender la aparente falta de relación.      

¿Qué relación podría tener? Por ejemplo; la situación de conflicto y competencia en el Atlántico Sur demanda – como cualquier circunstancia de ese tipo -, la necesidad de disponer una fuerza militar para operar bajo diferentes modalidades, sin que ello suponga necesariamente una guerra. Ejercer vigilancia estratégica, tener en claro un cuadro de situación sobre los actores que operan en la zona -oficial y no oficialmente-, tener capacidad para marcar presencia material en esos territorios; entre otras cosas implica tener a disposición una herramienta militar mínima y operativa.  (Esto no es nada nuevo; recordar la tradicional “diplomacia de las cañoneras”) .

Ajupea.org

-El mundo transita desde una institucionalidad globalista liberal con hegemonía única, hacia un mundo competitivo pluripolar con diversas potencias grandes y medianas sin una hegemonía única. La lucha por el control de acceso a recursos, logística etc. es evidente ¿Qué desafíos implica esto para nuestra situación de país desarmado? ¿para nuestra región, nuestro país y los conflictos abiertos que tenemos?

El desafío es en mi opinión muy claro, la ausencia de una diplomacia asertiva y concreta y la falta de un aparato militar que apuntale esa diplomacia; sumado a la falta de capacidad para “tener en claro un cuadro de situación estratégico- militar” en nuestras zonas de interés, puede implicar que la Republica Argentina sea literalmente barrida de esas áreas o desactivada como un actor con una, aunque sea mínima capacidad de acción.  

-Argentina dispuso de unas FFAA a nivel regional de cierta envergadura, además de un desarrollo científico técnico de apreciable importancia. Ante la revolución tecnológica y militar que vivimos ¿Cuáles son los desafíos actuales y como creen que se podían iniciar un camino de superación que permitiera revertir el desarme?

Almudi

Los desafíos actuales con vistas a recuperar cierta capacidad militar pasan a mi entender por un conjunto de premisas:

1) es necesario aceptar que el esquema de organización y funcionamiento (incluido el despliegue) de las Fuerzas Armadas actuales esta perimido. Es insostenible desde lo presupuestario y además entiendo que no responde a las necesidades estratégicas actuales. Es mandatorio pensar un esquema de organización, funcionamiento y despliegue diferente. En este punto hay dos consideraciones o premisas a tener presente a tener presente:

A) No se puede dejar de considerar el hecho de que cualquier modelo de organización militar y estrategia concomitante, supone siempre una opción política. Es decir, es necesario reflexionar de qué manera la nación se va a insertar en el escenario internacional actual. Que alianzas y vínculos se priorizaran, bajo que modalidad, etc. Esto supone un debate político nacional y eventualmente la necesidad de un cierto nivel de confluencia en cuanto a los intereses nacionales. Entiendo que, en esta etapa histórica, NO están dadas las condiciones para la obtención de esta situación. Las alternativas entre una alianza irrestricta con Occidente (EE.UU.), o una opción de naturaleza más multilateral, que permita un juego cruzado de intereses con China, Rusia, India, Brasil, EE.UU., etc. Son en este momento opciones mutuamente excluyentes. El gobierno libertario y su alianza con la administración TRUMP nos metió en un bucle temporal, estamos en la Guerra Fría, a diferencia de la mayor parte de los estados naciones del mundo, incluso nuestros vecinos inmediatos (Brasil, Chile, Uruguay). Hay que ver en el futuro como evoluciona esta circunstancia.         

B) Dado que es imposible una opción política de inserción internacional asentada en un “consenso nacional”, pero que por otra parte es necesario avanzar en la resolución del “problema militar”, hay que salir por la tangente. Pensar un esquema organización, funcionamiento y despliegue genérico (“de laboratorio” podemos decir) y de una “estrategia militar” que oriente el esfuerzo y que permita disponer al Estado nacional de una fuerza operativa mínima para operar en los escenarios que se estimen prioritarios. Hoy podría ser el Atlántico Sur y una estrategia militar de “negación de área”, por ejemplo.  

2) Esto supone reflexionar sobre el escenario estratégicos en el cual está inmersa la República Argentina, los conflictos y disputas en ciernes y los esquemas de alianzas y tensiones que todo ello supone. Es sobre la base de esta consideración que se debe diseñar una fuerza y una estrategia militar concomitante.  

3) también es necesario poner sobre la mesa y discutir que cantidad de recursos está dispuesto a colocar la nación al servicio de la defensa nacional. Si esa discusión no se zanja de alguna manera, cualquier otra decisión y política que se adopte será estéril. 

4) Es necesario adoptar una mirada actualizada asociada a la existencia de nuevas tecnologías informáticas, de comunicaciones y de operaciones que tienen el potencial para alterar la guerra en el nivel táctico, del teatro e incluso estratégico. La Guerra (“operación especial” dirían los rusos) entre Ucrania y Rusia lo está poniendo de manifiesto. No digo que hay que copiar esos procedimientos y estrategias, pero sí estudiar los efectos que está teniendo esta nueva y relativamente masiva tecnología en el desempeño de la guerra y pensar como adaptarla a las necesidades y desafíos propios de un escenario sudamericano como el propio. 

Aviación argentina.net; Ministerio de Defensa

Muchas gracias German por la entrevista

Guillermo Martín Caviasca* Doctor en Historia UBA / Autor de libros de historia sobre el movimiento obrero, historia militar y geopolítica / Experto en Defensa. Miembro del equipo de PIA Global

Foto de portada: legitimadefensa.com.ar/

Acerca del autor

Guillermo Martín Caviasca

Doctor en Historia UBA / Docente e investigador UBA / Autor de libros de historia sobre el movimiento obrero, historia militar y geopolítica / Experto en Defensa

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