Colaboraciones Nuestra América

El “arancel” de Trump contra Brasil: ¿Qué esperar ahora?

Por Lier Pires Ferreira* y Renata Medeiros**. –
El 30 de julio de 2025, Brasil se sorprendió con el anuncio de un arancel adicional del 40% sobre las exportaciones totales destinadas al mercado estadounidense. Esta medida, impuesta unilateralmente por Donald Trump, elevó la tasa total de exportaciones brasileñas al nivel del 50%, lo que podría hacer inviable la presencia de nuestros productos en la América trumpista.

Posteriormente, debido a los primeros pasos diplomáticos realizados por el gobierno brasileño, así como a la presión de empresarios estadounidenses que comercian con Brasil, se exceptuaron productos importantes como aviones y partes, jugo de naranja, mineral de hierro, petróleo y derivados. Sin embargo, más del 50% de las exportaciones brasileñas fueron gravadas en exceso, incluyendo aluminio, carne de res, celulosa, frutas frescas y café, que continúan siendo impactadas por el arancel, que, originalmente programado para el 1 de agosto, se pospuso para el próximo 06. ¿Qué esperar?

A diferencia de lo que sucede con otros países, como China, Estados Unidos tiene un superávit en el comercio con Brasil. El año pasado, este superávit fue de 1.700 millones de dólares. Además, las inversiones brasileñas en el mercado norteamericano están creciendo. JBS ha invertido más de US$600 millones en los últimos cinco años. Embraer planea invertir aproximadamente US$100 millones en su planta en Florida, así como ampliar su moderno centro de mantenimiento en Texas, con inversiones adicionales de US$70 millones. Finalmente, Sustainea, una empresa conjunta entre Braskem y la japonesa Sojitz, planea invertir alrededor de $400 millones en una nueva planta química en Indiana. Es mucha inversión.

En línea con la comunidad internacional, que condenó mayoritariamente el “arancel”, el Palacio de Planalto ha estado repudiando la unilateralidad de las medidas y denunciando la injerencia estadounidense en la soberanía nacional. Sin embargo, las acciones del gobierno no se limitan a la retórica política. A través de Itamaraty, apoyado por empresarios (brasileños y estadounidenses), congresistas y otros actores, el gobierno ha estado intentando, en la medida en que Washington lo permite, negociar los elementos comerciales que permean los recargos. Geraldo Alckmin, Mauro Vieira y Fernando Haddad se encuentran entre los principales interlocutores de Brasil. Además, el gobierno prepara medidas compensatorias para empresarios y trabajadores directamente afectados, abriendo líneas de crédito y compras gubernamentales que minimicen los impactos de los aranceles excepcionales impuestos por Trump.

Lo que no se negocia es la agenda política. No es posible ceder ante el clan Bolsonaro ni apoyar la aplicación de la Ley Magnitsky contra Alexandre de Moraes, incluso si el ministro se ha excedido en sus atribuciones constitucionales, como denunció Eduardo Tagliaferro, su exasesor, quien, según la Policía Federal, filtró conversaciones privadas con el ministro del STF, violando el secreto funcional.

Tampoco hay duda de que Eduardo Bolsonaro es uno de los artífices de las sanciones impuestas por Trump a Brasil. Pero los intereses privados del expresidente y su familia son solo la punta del iceberg. Mucho más allá de las diatribas del hijo 03, hay cuestiones estratégicas de carácter geopolítico, como las iniciativas para desdolarizar el comercio entre los países BRICS y el liderazgo brasileño en el Sur Global, particularmente en lo que respecta a la defensa del multilateralismo y la democratización de la gobernanza global. La “Gran América” de Trump necesita sujetos obedientes o rendidos para apoyar sus esfuerzos por revertir la inevitable decadencia estadounidense. No hay lugar para divergencias y puntos de vista alternativos.

Además, es necesario registrar los intereses de las big tech estadounidenses, que luchan contra las acciones regulatorias puestas en marcha especialmente por el STF, liderado por el controvertido “Xandão”. Susurran al oído de Trump, conscientes de que serán fundamentales en las elecciones brasileñas de 2026. Además, medidas como PIX, que se viralizó entre los brasileños, también limitan las ganancias de las empresas estadounidenses, como los operadores de tarjetas de crédito AMEX y Mastercard, llenando la bolsa de “razones” que motivaron el “tarifazo”.

Conscientes de la polarización política que desgarra a Brasil, la Casa Blanca y sus partidarios buscan debilitar al gobierno e impulsar a las fuerzas conservadoras, que, bajo el manto del patriotismo, la libertad y la democracia, ponen sus intereses personales por encima de los intereses nacionales, incluso si colapsan sectores económicos y liquidan los empleos de miles de trabajadores. Pero como nada es irreversible en política, y consciente de que Trump a menudo da marcha atrás, Itamaraty busca ampliar los canales de negociación con el gobierno estadounidense y busca un encuentro directo entre Trump y Lula, aunque sea por medios digitales. Después de todo, el “arancel” que amenaza a Brasil tampoco será beneficioso para Trump, quien ya está lidiando con la presión inflacionaria y con datos que apuntan a una disminución del empleo en Estados Unidos.

Hasta el 06/08, muchas aguas fluirán bajo los puentes. Sin embargo, por paradójico que sea, el “arancel” trumpista puede terminar beneficiando a Brasil. Como resultado de las políticas exteriores soberanas implementadas desde principios de la década de 1960, con algunos tristes interregnos, es cierto que Brasil ya no depende tanto de Estados Unidos como en el pasado. Hoy en día, el país tiene una relación más amplia con el mundo, pudiendo prospectar muchos mercados nuevos, especialmente en Asia y África. Así, en el contexto del “arancel”, China ha ido ampliando la importación de café brasileño, habilitando a casi 200 nuevas empresas exportadoras. Lo mismo sucede con la carne de cerdo, el sésamo y otros granos. Son medidas paliativas, insuficientes, pero señalan el camino a seguir: la diversificación de los socios comerciales, la insubordinación a los proyectos políticos imperialistas y la preservación de la unidad y la soberanía nacional.

Lier Pires Ferreira* Doctor en Derecho (UERJ). Investigador en NuBRICS/UFF.

Renata Medeiros** Máster en ciencias políticas, abogado

Este artículo ha sido publicado en el portal onorteonline.com/

Foto de portada: onorteonline.com

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