Falta poco más de un año para las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Lejos de la disputa hacia dentro de los partidos, existe otra lucha que se está desarrollando en la Cámara de Representantes y en los tribunales. Del lado de los demócratas, el Departamento de Justicia viene avanzando en una serie de investigaciones contra Donald Trump, la última de ellas en relación al intento del ex presidente de revertir su derrota en la elección de 2020. Del lado de los republicanos, el congreso avanza en investigaciones contra Hunter Biden, hijo del actual mandatario, por sus negocios en el exterior, lo cual algunos republicanos entienden como motivo suficiente para avanzar en un impeachment contra el propio Joe Biden.
En el caso del ex presidente Trump, las acusaciones en su contra son varias y en diferentes estados, lo cual lo acerca a la posibilidad de una condenación en el corto plazo. En abril fue acusado en el estado de Nueva York, gobernado por los demócratas, en relación con violaciones de la financiación de la campaña que implicaban pagos de dinero subrepticio a una antigua estrella del porno. Posteriormente, fue acusado en Florida por sus esfuerzos por mantener y ocultar documentos clasificados después de su presidencia, causa en donde ahora se ha sumado otro elemento: una parte de las imágenes de las cámaras de seguridad de la finca del ex presidente en Florida fueron borradas, según las autoridades que investigan, por el propio ex presidente.
Además de estos dos cargos, Trump enfrenta una investigación en Georgia por intentar alterar el resultado de la elección de 2020. La última de las acusaciones es reciente pero es tal vez la más contundente de todas: se trata de cuatro acusaciones de delitos graves por trabajar para anular los resultados de las elecciones de 2020 en el período previo a los disturbios de sus partidarios en el Capitolio de Estados Unidos. El Departamento de Justicia viene actuando para responsabilizarlo de un esfuerzo sin precedentes para bloquear la transferencia pacífica del poder presidencial y amenazar la democracia estadounidense.
Estos cargos, los últimos dos a cargo del Departamento de Justicia, pueden ser vistos no sólo como investigaciones con sustento, sino fundamentalmente como una estrategia demócrata para debilitar a Trump de cara a las elecciones de noviembre de 2024. Si bien el partido republicano aún no definió candidaturas, la popularidad de Trump indica que será el elegido del partido para concurrir.
La contraofensiva republicana se da fundamentalmente en la Cámara de Representantes. Allí, un grupo encabezado por el presidente de la Cámara Kevin McCarthy viene insistiendo con iniciar un juicio político contra Biden por los cargos que enfrenta su hijo Hunter Biden.
La investigación comenzó en 2018, encabezada por el fiscal federal de distrito de Delaware, David Weiss, quien había sido designado en el cargo por el entonces presidente Donald Trump. Entre los posibles delitos investigados estaban lavado de dinero, cabildeo para gobiernos extranjeros y otros.
El 20 de junio fue publicado un acuerdo entre Hunter Biden y el Departamento de Justicia para resolver la investigación. Según el acuerdo, Hunter Biden aceptó declararse culpable de dos delitos menores —no pagar a tiempo su impuestos de 2017 y 2018— y llegó a un acuerdo con los fiscales en relación con un cargo de poseer una arma siendo un reconocido adicto a las drogas, algo prohibido por ley.
En un comentario a Fox News, el presidente de la Cámara Kevin McCarthy dijo que la gravedad de las acusaciones contra el hijo de Biden podrían impulsar un impeachment contra el actual presidente. Si bien no estarían dadas las condiciones para una destitución, un juicio político podría debilitar aún más a Biden de cara a las elecciones de noviembre de 2024, en las cuales pretende disputar la reelección. Por tratarse de un presidente con bajos índices de popularidad y avanzada edad, lo cual también viene siendo utilizado en su contra por parte de los republicanos, la ofensiva republicana tiene el potencial de dejar al candidato demócrata en una posición de desventaja aún mayor.
En ambos casos, queda claro que la disputa entre republicanos y demócratas ya no se da solamente en el terreno de lo político sino que de los dos lados se utilizan elementos judiciales para perjudicar al adversario. En esta oportunidad, los dos bandos se miden casi que en igualdad de condiciones, con influencia tanto en el poder legislativo como en el Departamento de Justicia, la cual amenaza con recrudecerse en la medida que se acerquen las elecciones presidenciales y los bandos existentes hacia dentro del Imperio encuentren nuevos elementos para trabar esta lucha interimperialista.
*Ana Laura Dagorret es analista internacional, coautora del Manual breve de geopolítica y parte del equipo de PIA Global.
FOTO DE PORTADA: NBC News.