En las próximas semanas se espera que el gobierno de Estados Unidos avance con una serie de normas que buscan limitar e incluso bloquear inversiones estadounidenses en China. Así lo han afirmado desde el entorno del presidente Joe Biden, donde tras extensas negociaciones con sectores que representan al empresariado de ese país se ha llegado a un acuerdo para impulsar estas medidas.
Según informó el portal demócrata POLÍTICO, en los próximos días se conocerá una orden ejecutiva que exigirá a las empresas norteamericanas que notifiquen al gobierno estadounidense acerca de inversiones en empresas tecnológicas, al tiempo que se prohibiría que estas sucedan en sectores considerados críticos, como es el caso de la industria de los microchips.
Esta orden se sumaría a una serie de medidas que ya había adoptado el gobierno norteamericano para frenar el crecimiento chino. Entre ellas se destacan una serie de normas impulsadas desde la era Trump, cuando se estableció un arancel del 25% a los productos provenientes de China.
Con esta reciente medida que impulsan los demócratas, lo que se busca es socavar el sector de microchips así como también las políticas industriales adoptadas por el gobierno chino para romper con la dependencia que Estados Unidos tiene en esta área con el país asiático.
A su vez, con estas medidas el gobierno de Biden busca preservar la ventaja competitiva de EEUU entre las industrias de alta tecnología. Al mismo tiempo, se busca evitar que empresas estadounidenses financien o desarrollen tecnología que pueda ser usada por el ejército chino y, principalmente, contra los intereses de Estados Unidos.
Además de esta orden ejecutiva y los aranceles a las importaciones chinas, el gobierno estadounidense estudia la posibilidad de prohibir el uso de la plataforma TikTok en todo su territorio. Dicha iniciativa fue impulsada previamente por Donald Trump debido a la sospecha de que la misma sería usada por el gobierno chino para espionaje. Pero una serie de fallos judiciales en contra alegando violaciones a la libertad de expresión hicieron que el gobierno deba dar marcha atrás con la medida, algo que se busca retomar con más herramientas legales que lo sustenten.
Las relaciones entre China y Estados Unidos atraviesan un momento delicado. El entendimiento por parte del gobierno norteamericano de que China es su principal rival estratégico sumado al hecho de que el país asiático se ha consolidado como potencia emergente ha desatado una serie de provocaciones que han elevado las tensiones entre ambos países.
Si bien la cumbre virtual que mantuvieron Joe Biden y Xi Jinping tras la reunión del G20 en Nueva Delhi buscó enfriar dichas tensiones, la aparición de un globo meoteorológico sobrevolando territorio estadounidense dio al gobierno demócrata la excusa que necesitava para retomar su ofensiva. Desde Norte América se insiste en que el artefacto en cuestión era utilizado por el gobierno chino para espiar, lo cual niegan desde China.
A pesar de las explicaciones ofrecidas por los asiáticos, el gobierno de Estados Unidos aprovechó el mal entendido para impulsar más sanciones, esta vez contra empresas directamente vinculadas al incidente.
En el marco de esta guerra comercial impulsada por los norteamericanos, la nueva orden ejecutiva buscará limitar aún más las inversiones de empresas de este país en sectores considerados estratégicos para Estados Unidos, principalmente aquellos en los cuales China lleva la delantera.
En un principio, se esperaba que la orden ejecutiva de Biden para examinar las inversiones estadounidenses en China estuviera finalizada el año pasado. Pero esa medida se retrasó porque no había acuerdo sobre los sectores chinos a los que debía dirigirse la nueva supervisión, y sobre si el gobierno debía tener el poder de impedir los negocios estadounidenses en China o simplemente supervisarlos.
Los responsables económicos de Biden han informado a grupos industriales de Washington sobre las líneas generales de la orden en las últimas semanas, según confirmó a POLÍTICO un alto funcionario de la Administración. Aunque todavía se están ultimando algunos aspectos de esa orden, fue informado que probablemente incluiría al menos algunas prohibiciones sobre las inversiones estadounidenses en tecnología china, además de requisitos de notificación para los nuevos acuerdos.
«Cuando el Congreso estuvo a punto de aprobar una disposición sobre inversiones en el exterior que se habría incluido en el proyecto de ley CHIPS, esa enmienda sólo incluía la notificación», manifestó el funcionario. «En aquel momento señalamos públicamente que pensábamos que cualquier tipo de régimen basado en la notificación debería complementarse con un conjunto de prohibiciones limitado pero adaptado. Así que nada ha cambiado realmente desde entonces».
*Ana Laura Dagorret es analista de política internacional, coautora del Manual breve de geopolítica y parte del equipo de PIA Global.
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