También que sería realizado en breves plazos y que este sistema permitiría anular las nuevas amenazas que la tecnología de misiles tanto de Rusia como de China (e incluso de Corea del Norte) parecen estar logrando sobre su Homeland.
Mediante un Power point muy llamativo el anuncio, como todo lo que hace Trump, buscó ser espectacular. También generó inmediatas respuestas de los posibles competidores, como opiniones de diverso tipo de científicos y la comunidad de la defensa. En términos generales tanto chinos como coreanos señalaron que un proyecto de este tipo ponía en riesgo la estabilidad mundial al militarizar el espacio y eliminar los presupuestos de equilibrio que la disuasión estratégica requiere. En realidad, la respuesta de los competidores o adversarios de EEUU no nos dice mucho del proyecto, ni de su eficacia, ni de sus posibilidades de realización. Solo nos señala la cuestión del equilibrio de poder mundial y la posibilidad de una carrera armamentista en otro dominio de la guerra.
Es de destacar, como explícitamente fue señalado por Trump y retoman los diversos analistas, que este proyecto remite a la llamada “Guerra de las galaxias de Ronald Reagan de la década de 1980″. Esta iniciativa nunca se materializó y generó casi los mismos rechazos que hoy genera la Cúpula Dorada en los adversarios actuales. Los costos fueron excesivos para la tecnología existente y para las amenazas reales hacia occidente en ese entonces. O sea, hace más de 40 años sin dudas las capacidades científicas eran menores y más caras… mucho menores. Y además (esto es central), el proyecto estaba destinado a ganar la competencia estratégica con la URSS, fue la “segunda guerra fría”.
Y allí creemos que triunfó. Ya que colocó a los soviéticos en una competencia que su sistema socioeconómico no podía sostener, siendo así otro factor de su crisis y caída. Ya en derrumbe, el sistema soviético no era una amenaza para EEUU, por lo tanto, el nuevo mundo y las nuevas amenazas no requerían de una “guerra de las galaxias”: ni Saddam, ni Irán, ni Corea, ni ninguna guerrilla o grupos islámico, ni cualesquiera grupos delictivos “transnacionales” implicaban amenazas que requirieran un dispositivo antimisiles en el espacio como el que hoy plantea Trump y en ese entonces planteo Reagan. Pero el Mundo ha cambiado. Las tecnologías son más baratas, accesibles y se han difundido; nuevas y viejas potencias mundiales aparecen como competencia.
Donald Trump parece tener una obsesión con el oro. Pero la idea de cúpula dorada remite a otro metal y a otra “cúpula”: la “Iron dome” o cúpula de hierro israelí. Este es un sistema de defensa antimisiles, anti cohetes y anti drones (o sea de defensa contra diversos tipos de proyectiles aéreos) basado en tierra, que protege puntos clave de Israel, sean ciudades, instalaciones militares o infraestructuras críticas. En general asociamos la cúpula de hierro con todo el sistema israelí que opera para interceptar vectores que se dirijan a Israel. Sin embargo, la Cúpula de hierro es solo una parte de un sistema multicapa de diferentes niveles de cobertura. Estos son los Onda de David y Flecha (1, 2 y 3)

La Cúpula de Oro norteamericana, también “multicapa” y “paraguas antimisiles”, pero sería muy diferente a la Cúpula de Hierro de Israel. La Iron Dome se demostró eficaz en la interceptación de misiles y cohetes durante las últimas guerras de Israel contra Hizbollah, Hamas, Irán, e inclusive los Huties. Aunque es de destacar, ha sido vulnerable a la saturación o ante algún arma “tipo” hipersónica. Inclusive los cohetes y misiles comunes son un desafío ante la proliferación de tecnologías baratas pone en tensión al sistema, ya que cohetes de unos miles de dólares deben ser interceptados por vectores de decenas de miles de costo.
La Iron Dome, depende de una poderosa red de radares, computadoras y misiles interceptores para defender ciudades y sitios militares en todo el país. Los israelíes piensan en interceptar cohetes disparados desde distancias cortas, pero es ineficaz contra misiles de mayor alcance. Por ello han instalado los sistemas Onda de David para unos cientos de Km y Arrow (Flecha) a mayores distancias. Sin embargo, esto sigue siendo muy poco en comparación con la dimensión de la que habla Trump.
“Es la diferencia entre un kayak y un acorazado”, señala algún investigador del área defensa. Una gran parte de esa diferencia es el tamaño de la masa de tierra que necesita ser protegida. Israel es más de 400 veces más pequeño que los Estados Unidos, y es en su mayoría desierto plano lo que es fácil de defender.
La amenaza de misiles es fundamentalmente distinta para Estados Unidos; los misiles que Rusia y China apuntarían a Estados Unidos son completamente diferentes. Incluyen enormes y poderosos misiles balísticos intercontinentales que se elevan al espacio y entran de vuelta a la Tierra a velocidades hipersónicas. Iron Dome, ni ningún sistema israelí podría interceptarlos. De hecho, algún sistema iraní avanzado penetró la defensa israelí en la última salva que los persas dispararon contra el estado judío.
Así vemos que estos misiles más grandes y avazados son difíciles de interceptar para cualquier sistema de defensa antimisiles existente. Lo mejor que se puede hacer es tratar de golpear a estos ICBM cuando están saliendo desde su silo, pero “la fase de lanzamiento de esos misiles sólo dura de tres a cinco minutos, por lo que sólo hay unos cientos de segundos disponibles para atraparlos mientras lanzan”. Y esto también se induce de la presentación hecha este 20 de mayo. Para atrapar estos misiles, Golden Dome debe tener una plataforma de disparo muy elevada. Por arriba del horizonte, en el espacio que pueda golpear al inicio del viaje.
Esto lleva a la tercera gran diferencia entre la verdadera Cúpula de Hierro y la futurista Cúpula de Oro. Para interceptar los misiles incluirá tecnología en el espacio. “Ronald Reagan quiso esto durante años, pero no tenía los fondos”, dijo el presidente junto al jefe del Pentágono, Pete Hesgeth, y el general Guetlein. La Cúpula de Oro para requerirá capacidades multidominio en capas y en diversos dominios (Espacio, Aire, Marítimo, Terrestre y Cibernética) para encontrar, evaluar el objetivo y luego evaluar la eficacia de toda la cadena de ejecución integrada. Esto se basará en una mejor identificación/detección de objetivos, seguimiento de objetivos y fusión de datos, que solo se podrán realizar en el reducido tiempo requerido con inteligencia artificial y un despliegue en el espacio que permita cubrir todo el planeta
Debates
Podemos afirmar que el tipo de escudo antimisiles que Trump busca construir será mucho, muchísimo, más complejo y costoso que el israelí al que se tiene en mente como referencia. Una parte clave del nuevo sistema de defensa antimisiles, serán las armas interceptoras basadas en el espacio, según expertos y según lo que se ve en una orden ejecutiva firmada por el presidente. Esto a su vez necesitara de un gran esfuerzo científico técnico y el desarrollo de una infraestructura enorme. Además, que desafía los supuestos del equilibrio estratégico de disuasión y utilización del espacio
Es indudablemente un campo muy amplio de desarrollo. Por ello varias compañías de defensa han expresado interés en tratar de construir la Cúpula. Poco después del anuncio Reuters informó que la firma SpaceX de Elon Musk se había unido a una puja por el proyecto. Musk más tarde desmintió esa afirmación en un post en X. Sin embargo, más bien, lo que Musk señalo es que no eran sus prioridades (quiere ir a Marte) pero que si había recursos lo haría.
Loocked Martin, es una de las grandes compañías del complejo militar industrial de los EEUU. Y ella sí, rápidamente lanzó una campaña para mostrar su experiencia en el desarrollo de armas y equipos que serían útiles en este nuevo plan de defensa, y lo mismo han hecho otras grandes compañías norteamericanas[1].
Como señalamos antes para el tipo de sistema de la Cúpula Dorada se requieren satélites a diferencia de los sistemas israelíes que detectan desde radares terrestres. La idea es tener satélites en órbita que puedan detectar misiles a medida que salgan del suelo y luego dispararles al comienzo de su vuelo. Y allí entra Elion Musk. Porque el problema es que la Tierra tiene una dimensión muy distinta a Israel e inclusive a los EEUU, y los satélites giran alrededor de ella muy rápido. Para asegurarte de tener un satélite en posición por encima del lugar de lanzamiento en el momento correcto se necesita una red de satélites muy densa que cubra todo el planeta.
Según algunos cálculos se necesitaría la instalación de una red de unos 16.000 satélites para intentar contrarrestar una rápida salva de unos 10 ICBM similares a los misiles Hwasong-18 de Corea del Norte. Una gran constelación que es posible de construir, pero sería cara. Es por ello que evaluaciones de especialistas señalan que el costo debe elevarse a los 500 mil millones de dólares para el sistema definitivo. Mucho más de lo señalado por Trump inicialmente.
La idea de tener 16.000 satélites en órbita a nivel de posibilidades entraría dentro de las capacidades de la compañía SpaceX de Elon Musk (que ha construido la red de satélites de internet Starlink). Ha puesto en órbita alrededor de 7.000 satélites, con planes para lanzar miles más. Según el artículo de Reuters, SpaceX estaba buscando asociarse con las firmas tecnológicas de defensa Palantir y Anduril. La constelación incluiría cientos de satélites de detección de misiles y ataques, según el informe[2]. Aclaramos que, aun así, los satélites de Musk de orbita baja pueden servir como observadores, para detectar; e inclusive para guiar armas, con un poco mas de desarrollo. Pero para colocar armas laser en el espacio o lanzaderas de misiles interceptores en órbita, hablamos de algo posible pero de un nivel distinto a lo que hoy han realizado las compañías que compiten por este nuevo nicho que parece abrirse.
Un “detalle” que es importante señalar, y que creemos es definitorio en lo que articula esta propuesta de defensa no solo con la geopolítica que perfila el movimiento MAGA sino con la idea económica que sustenta. Las empresas se han interesado rápidamente. Las compañías norteamericanas se sienten atraídas por el proyecto de Trump, lo que era su objetivo, una especie de keynesianismo militar del siglo XXI. La consultora Booz Allen Hamilton[3] presentó recientemente una propuesta inicial para un sistema de 2.000 satélites antimisiles que junto con otros sistemas sería un paso inicial de una defensa antimisiles. Los satélites de la constelación actuarían como sensores y como interceptores, algunos satélites podrían detectar el lanzamiento y luego otros pasarían cerca y se desplazarían para atacar el misil entrante. La firma considera que por 25.000 millones de dólares instalaría este sistema, incluyendo la investigación y desarrollo (otro de los leitmotiv de Trump en su plan: relocalizar el conocimiento avanzado en EEUU). Según la empresa el mismo mantenimiento en órbita de los satélites y su reemplazo de por si costaría unos 4 o 5000 millones al año.
Un problema que adolecen todas las WunderWaffen, como de las nuevas tácticas, o saltos tecnológicos, es que nunca son definitivos. O sea, cualquier innovación sea en la guerra como en la economía o lo que sea, con el tiempo se difunden, o los competidores buscan adaptarse. Pero también sabemos que estas “armas milagrosas” fueron como una locomotora para el progreso científico. Aunque por desgracia también fue Wunderwaffen (aunque en inglés no en alemán) las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. Aunque también la energía nuclear fue un progreso técnico de envergadura.
Mucho de este proceso de innovación competitiva se ha visto en Ucrania. Armas que occidente presenta como “definitivas” en poco tiempo produjeron una adaptación rusa y un arma equivalente. Así, si se construye Golden Dome, los rivales de Estados Unidos podrían adaptarse. Recordemos que Alemania logró grandes éxitos no con mejores armas sino con mejores tácticas y formación de sus unidades y hombres. Pero aun así los adversarios se fueron adaptando. Y que cuando produjo sus mejores armas para compensar su debilidad estratégica, nunca podo cambiar el curso de la guerra.

Se señala también que este plan de la Golden Dome permitirá avanzar en la disposición del espacio como nuevo dominio de la guerra. Es un desarrollo que hace tiempo se estaría en condiciones de realizar[4]. Las guerras en Medio Oriente y en Ucrania mostrarían por qué se necesita defensa antimisiles. Los misiles no nucleares se han convertido en un arma de referencia, y Golden Dome podría servir como un poderoso disuasivo. Ya el espacio es un lugar clave de la inteligencia, de la observación del campo de batalla, de las comunicaciones y de la conducción de las operaciones. En teoría este salto de despliegue militar le daría (temporariamente) una ventaja estratégica a los EEUU que permitiría disuadir no solo de la amenaza nuclear sino también de la convencional a nivel misiles, de los más avanzados inclusive.
Sin embargo, habría que volver a la experiencia de la Iron Dome israelí. Que si bien es en pequeña escala sirve como laboratorio de pruebas. La estrategia de saturación de sus adversarios, especialmente Irán, pero también Hizbollah e inclusive Hamas, implicó un costo elevadísimo que agotó a los sistemas israelíes; solo la intervención en el terreno de la inteligencia, amenazas de otro tipo, e inclusive prácticas genocidas, frenaron los ataques de estos contendientes. Pero no los de los más flexibles Huties. Destacamos que estas afirmaciones de nuestra parte no niegan la eficacia de los sistemas israelíes de defensa. Pero muestra sus vulnerabilidades. Y eso es un desafío que este sistema conceptualmente similar debería poder resolver.
Por otra parte, Rusia y China aún dependen de las armas nucleares para mantener un equilibrio estratégico con Estados Unidos. La Cúpula Dorada, podría impulsar la expansión exponencial de los arsenales nucleares de estas potencias como respuesta, ya que la saturación pareciera ser una forma de “romper la cúpula”. Por otro lado, se sabe que Rusia está trabajando en un arma para destruir satélites, aunque aún no ha desplegado una. Y esto es realmente fácil: los satélites actuales son altamente vulnerables. Lo cierto es que muchos países grandes y medianos disponen hoy de un área especializada en la guerra en el espacio, sea como “arma” nueva que se suma a las clásicas (ejército de tierra, marina, aviación, marines en el caso de EEUU, se suman ciberguerra y fuerza espacial) o una sección dentro del estado mayor de sus FFAA. Y allí se planifica el futuro en el cual las armas en el espacio se ven como una realidad. Sin control o presencia propia en el espacio el país no funciona y las FFAA queda, fuera de combate; y todo a merced de decisiones extranjeras. Los satélites son blancos fáciles sin un sistema de defensa propio. Lo que a su vez seria otro nivel aun mayor de gasto. No somos aventurados en pensar que a partir de ahora los desarrollos que existen en carpeta o secretos, o en un lapso no muy largo de la historia, nos brindaran un nuevo campo de la confrontación militar: el espacio extraterrestre próximo. Esto ya existe en la disputa por la observación, las comunicaciones, la inteligencia en general, etc. Todas las naciones que aspiran a tener un lugar soberano sobre los nuevos “territorios” (espacio y ciberespacio) en relación con las demás, lo están encarando. El proyecto de Trump es un paso, mas veremos si su materialización es realizada pronto, o las dudas sobre su eficacia lo dejan en el camino… por ahora.
Guillermo Martín Caviasca*. Doctor en Historia UBA / Autor de libros de historia sobre el movimiento obrero, historia militar y geopolítica / Experto en Defensa. Miembro del equipo de PIA Global
Foto de portada: univision.com/
Referencias:
[1] https://www.lockheedmartin.com/en-us/capabilities/missile-defense/golden-dome-missile-defense.html ; https://www.leonardodrs.com/what-we-do/our-solutions/advanced-sensing/golden-dome-missile-defense/
[2] https://www.reuters.com/business/aerospace-defense/musks-spacex-is-frontrunner-build-trumps-golden-dome-missile-shield-2025-04-17/ Aunque en su post en X Musk dijo que “nuestra fuerte preferencia sería seguir enfocado en llevar a la humanidad a Marte. Si el presidente nos pide que ayuden en este sentido, lo haremos, pero espero que otras compañías (no SpaceX) puedan hacer esto”. LO que significa que si el estado paga Musk pondrá los satélites
[3] https://spacenews.com/booz-allen-unveils-brilliant-swarms-satellite-concept-for-missile-defense/
[4] https://www.csis.org/analysis/golden-dome-and-new-missile-age Tom Karako, director del Proyecto de Defensa de Misiles del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales