Esta vez la intención de desvirtuar y obstaculizar la resolución presentada por Cuba por vigésimo séptimo año consecutivo en contra de ese cerco impuesto desde hace más de medio siglo incluyó la pretensión de introducir ocho enmiendas al texto cubano.
En un primer momento, Washington presentó un solo documento con sus modificaciones, pero después prefirió que fueran votadas de manera separada para crear mayores tensiones y obstaculizar la votación.
El proyecto cubano titulado ‘Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos contra Cuba’ ha sido aprobado de forma casi unánime en los últimos 26 años.
El primer revés de este jueves tuvo lugar cuando el plenario decidió que las enmiendas fueran aprobadas por dos tercios de los votos y no por mayoría simple.
Otras ocho derrotas de la maniobra estadounidense quedaron consumadas con el rechazo de la reunión, una a una, a cada enmienda presentada por Estados Unidos por entre 113 y 115 países frente a tres a favor (Estados Unidos, Israel y Ucrania).
Y el último golpe a Washington, y colofón de su descalabro, fue la aprobación del texto de la resolución cubana por 189 votos frente a dos en contra (Estados Unidos e Israel), el mismo resultado registrado el año pasado.
Sin embargo, la obcecación de la Casa Blanca contra Cuba quedó de nuevo en evidencia cuando su embajadora ante la ONU, Nikki Haley, interpretó lo acontecido como ‘una derrota para Naciones Unidas’.
Poco después de las votaciones, y pese al fracaso sufrido en una Asamblea General integrada por 193 países, la intransigencia estadounidense volvió a hacer presencia en Miami, donde su asesor presidencial, John Bolton, anunció que su Gobierno adoptará más medidas contra Cuba, las cuales no especificó.